SIRENA Y BESTIA
Santiago
Aterrizamos en el aeródromo que tienen los Halcones de Quraish, es decir, el ejército árabe, en la ciudad de Tartús, y bajo sintiendo un tremendo calor invadirme de modo que me quito la chamarra pues el cambio drástico de clima entre Rusia y Siria es inmenso.
Banderas con los colores verde, rojo y blanco captan mi atención. Son demasiadas, están colgadas en postes de modo que forman un camino a la pequeña base que tienen aquí. Un soldado se acerca a nosotros. Lo reconozco como el Mulazim awwal, o sea, el teniente de la tropa debido a la insignia con dos estrellas que tiene en su uniforme sobre su hombro izquierdo.
—¡Bienvenidos a Siria, señor! Soy el teniente Fuego y seré su guía en las instalaciones de nuestra base. —Su inglés es pésimo, pero le aplaudo porque tiene iniciativa por comunicarse con nosotros. Algo que no cualquiera hace por temor a que los juzguen o digan que tienen acento.
—Bestia —espeto mi nombre clave, ignorando su saludo porque el contacto físico con los hombres no me va. Me produce demasiado asco.
Con la mirada inspecciono a mi alrededor, pero su carraspeo me hace regresar los ojos a él quien respinga cuando frunzo mi entrecejo porque lo que ha hecho es una gran falta de respeto para mi puñetero rango y eso lo notan hasta mis subordinados ya que Freya intercambia una mirada preocupante con Jake.
—Mide el cómo buscas llamar mi atención que no soy cualquier pelele ni tampoco tu jodido amigo. Soy el coronel de la FESM rusa, así que merezco respeto, ¿escuchaste? —No responde, se queda mudo y eso me hace acercármele a una distancia prudente dónde mi altura kilométrica junto a mi físico grotesco lleno de músculos duros lo acojona y hace casi mearse en los pantalones porque es más bajo que yo, por ende, lo miro como si fuese un insecto el cuál pretendo aplastar si vuelve a hacer esa mierda de carraspear para llamar mi atención. No soy un puto perro al cuál debas hacerle eso—. ¡¿Qué si escuchaste, maldita sea?! ¡¿Es qué no estoy siendo lo suficientemente claro o qué vergas?!
—¡Sí, señor! ¡Sí escuché y lamento lo que he hecho! —chilla con evidente nerviosismo, casi con temor, no sabiendo a dónde mirar—. ¿C-Cuántos vienen con usted, coronel?
—Tres.
—Excelente —balbucea con torpeza, lo cual me irrita—. Ya mismo ordeno que les asignen una habitación. No les importa compartir, ¿verdad?
—En lo absoluto —respondo y escucho a Diego gruñir por lo cual rio. Ese bastardo sigue enojado conmigo porque me follé a su exnovia. Lástima por él ya que lo seguiré haciendo las veces que me plazca ya que para eso ella me da entrada pues está en una relación abierta conmigo.
Seguimos al teniente Fuego por el pequeño tramo notando como varios soldados limpian sus fusiles y alistan cargamentos en camionetas todoterreno de combate. Lucen exhaustos, ni siquiera puedo imaginar lo que es vivir en un país tan espantoso como este donde las guerras pululan como si fuesen una plaga de hormigas. Miré las noticias antes de abordar el avión que nos trajo y descubrí que la situación del país no es la mejor y, de hecho, Maximiliano me informó que han estado atacando a la FESM mexicana a cada nada por lo que ahora están resguardándose. El teniente nos presenta al Naqib, quien es el capitán. La insignia con tres estrellas lo delata.
—Calor a sus órdenes, coronel —dice el hombre, presentándose con su nombre clave, haciendo un saludo militar que correspondo con un asentimiento de cabeza pues las gracias no daré ya que para esto son entrenados.
Para venir aquí tuve que memorizarme los rangos árabes de los Halcones de Quraish los cuales, si debo ser sincero, están de la verga porque son nombres muy largos cuya pronunciación, debido a mi acento ruso, es fatal.
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Tornado (Libro 1)
ActionSirena y Bestia son los nombres clave que utilizan la teniente mexicana y el coronel ruso que se encuentran combatiendo el crimen en diferentes países. Ambos tienen mucho en común: la profesión que ejercen en la milicia, la edad, un pasado, la forma...