Capítulo 13

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ANTES MUERTO

Esteban

Lo que Vicenta me ha dicho hace segundos cambia por completo las cosas, dándome más trabajo del que creí tener y aumentando la cefalea que desde anoche no me deja en paz.

Mando a llamar a Calixto y Reinaldo quienes son mi mano derecha, también a la oficial de inteligencia, es decir, Valentina Zamora, al tiempo que convoco una videollamada con el presidente sirio, mexicano, ruso y sus respectivos generales ya que el único lugar donde pudieron haber robado un buque es de la base naval que hay aquí en Tartús, una que pertenece a la FESM rusa pues la utilizan para almacenar armamento y también para entregar suministros para el ejército de este país.

El capitán Falcón, el teniente Torres y la teniente Zamora ingresan a la carpa e inmediatamente pulso el botón que me conecta al internet para enlazar la conferencia. Me toca esperar durante unos minutos antes de ver a mi superior, el general brigadier Montalvo, quien está con el general de división, Aurelio Venegas, la mano derecha de mi padre. A la par de ellos aparecen los demás rostros a quienes saludo para dar inicio a esto.

—Los Rebeldes han robado un buque militar de la base naval ubicada al noroeste de Tartús —informo, y noto como Maximiliano Romanov, el general supremo de la FESM rusa, palidece a lo que intuyo que aún no le van con la noticia de semejante suceso lo cual me hace pensar que, o mataron a todos los soldados que estaban ahí, o los tienen secuestrados evitando así que los rusos se enteren porque entonces el panorama se tornará más sangriento—. Van a quemar a unas víctimas abordo y solicito permiso para movilizarme con mis hombres.

—¿Quién le pasó la información, coronel Morgado? —indaga el general supremo, poniéndose incluso más pálido. A como puede, se recompone, pero lo entiendo. Yo también estaría así si me entero tarde de un suceso de semejante magnitud.

—La francotiradora Ferrer fue quién obtuvo la información hace poco menos de cinco minutos. Al parecer, el Don de la mafia siria está inconforme con las personas secuestradas y las mandará a desaparecer.

—¿El coronel Cárdenas ya se enteró de esto?

—Imagino que sí. Montó guardia con mi francotiradora.

—¿Requiere de algún armamento especial, coronel? —pregunta el presidente sirio y asiento.

—Todo el que tengan disponible porque estoy bajo en recursos y la avioneta que mandé a pedir a México apenas viene en camino. También necesito un apagón nacional ya que pretendo movilizarme cuando baje el sol.

Esto porque si lo hago ya mismo los Rebeldes podrían alertarse y cambiar su destino final, algo que evidentemente no nos conviene.

—De ser posible, tenga a los mejores pilotos sirios disponibles por si llego a solicitar un ataque aéreo —agrego.

El presidente sirio toma nota diciéndole en su idioma natal a su mano derecha que vaya organizando eso con los jefes de la Fuerza Aérea.

—Cuente con ello, coronel Morgado.

—En cuanto termine de impedir esa atrocidad —interrumpe Romanov, haciendo que mis ojos lo enfoquen en la pantalla—, por favor infórmeme sobre las condiciones de la base naval.

—Así lo haré, general supremo. Cada situación que vaya mirando será debidamente llenada en el papeleo que marca el protocolo y comunicada a ustedes.

Algo que odio hacer, pero incluso siendo coronel tengo responsabilidades que debo acatar y más en situaciones de este tipo donde no puedo darme el lujo de no anotar o no informar algo ya que eso puede ser mi triunfo o ruina.

Tornado (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora