Capítulo 27

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LO QUE TANTO ESTÁ PROVOCANDO

Esteban

La base naval quedó hecha trizas debido a las explosiones que hubo.

Para mi fortuna lograron dar con la ubicación del buque robado gracias a la tecnología inteligente que tiene instalada así que ahora estoy en la espera del destructor el cual nos transportará por el mediterráneo para destruir ese buque ya que las armas que carga no pueden ser utilizadas o habrá problemas.

Yo no quería venir a este lugar, deseaba entrar en acción con el rescate de rehenes que estaban en el Diamante Negro, pero mi padre me acorraló de la forma más vil, algo que jamás pienso perdonarle porque ya dejó en claro que soy poca cosa para él.

Un militar no debe dejarse sacudir por cosas de ese estilo, menos cuando está en pleno campo de batalla, pero ahorita me es imposible enjaular mi sentir porque estoy decepcionado y rabioso.

¿Qué diablos he hecho para que Román dude de mi capacidad? ¿Por qué mierdas me cuida tanto cuando jamás se lo he pedido? Cuando lo ocupé no estuvo para mí. Cuando lo necesité prefirió su trabajo antes que a mí. ¿Y ahora se las da de buen padre queriendo darme una protección que no ocupo porque ya no soy un niño? Es un insulto, un gran y asqueroso insulto que pretendo cobrarme porque él podrá ser muy de mi sangre, muy el presidente de México, pero no es mi dueño y no tiene derecho a hacer cambios en mi trabajo de esa forma.

Ese logro debió ser mío, pero ahora Cárdenas se lo ha aventado a los hombros, ha hecho lo que me correspondía y ese golpe bajo es intolerable.

Me partí la cabeza en este operativo, estuve buscando durante semanas la ubicación del Diamante Negro para destruirlo, pero de nada sirvió si al final mi trabajo se lo entregaron en bandeja de oro a ese simio que tanto aborrezco.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho y miro al frente, viendo como pedazos de metal flotan en el mar junto a cuerpos. Ahorita el mediterráneo está carmesí, todo por culpa de un vendido llamado Boris Novakov quien traicionó a su patria.

El poder no tiene límites, es válido hacer hasta lo más monstruoso para obtener lo que deseas, pero nunca estaré de acuerdo con que vidas de colegas se pierdan en el proceso. Es lo más bajo que puede existir y solo un perdedor hace esas mamadas porque si no puedes lograr tus objetivos sin matar a nadie es porque te falta mucho para ser una persona capaz.

Durante toda mi vida he conseguido lo que siempre quise a base de esfuerzo y trabajo duro. Jamás he agachado la cabeza ni he permitido que la complejidad de las cosas me acobarde porque un marica no soy.

Napoleón Bonaparte una vez dijo: «Mi grandeza no reside en no haber caído nunca, sino en haberme levantado siempre», pero estoy en contra de eso.

Quién cae solo demuestra cuan débil es.

Quién cae deja en claro que no fue lo suficientemente meticuloso para prever las consecuencias de sus actos.

Quién cae deja en claro su mediocridad y yo desde luego que no tengo ni una pizca de eso.

Mi celular militar suena, interrumpiendo mis pensamientos. Ruedo mis ojos y lo contesto, puede ser importante.

Vamos en camino —espeta Cárdenas en tono hostil. Me alegra no ser el único sintiéndose rabioso—. A las 1800 horas llegamos.

—Bien.

Finalizo la llamada y guardo el celular en mi uniforme mientras recuerdo el cómo lo conocí en unas olimpiadas de matemáticas que iban dirigidas a miembros de la FESM, pero que por cosas que desconozco fue abierta también para civiles de secundaria y preparatoria de todo México.

Tornado (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora