LÁGRIMAS DE RABIA
Santiago
Abordar el hermoso destructor es sentir como el pecho se me infla en una bravía emoción y orgullo porque en Rusia no solo me dediqué a ser un soldado, sino en un buen ingeniero militar que diseña y fabrica artillería pesada como tanques de guerra, todoterrenos, aviones, jets, helicópteros, submarinos, buques y destructores. También hago armas y balas, pero eso es otro asunto.
Conforme avanzo siento como todo mi esfuerzo ha valido la pena pues reconozco absolutamente todo aquí adentro. Desde el tipo de fusiles que lleva, hasta la marca de los cañones. A mi lado pasan los soldados para acomodarse mientras me dirijo a la cabina donde, para mi desgracia, encuentro a Morgado y esto arruina mi buen humor.
—Un soldado defectuoso no está apto para estar aquí —le espeto, cruzándome de brazos, colocándomele al frente y bajando la cabeza para verlo pues es más bajo que yo.
—Los drogadictos tampoco, pero mírate, estás aquí —sonríe en un intento de ser cruel, pero eso no mueve ni una sola fibra en mí porque hace mucho que no siento miedo porque esa emoción es para los débiles, algo que claramente no soy.
—Ya todos están a bordo, coronel —comparte una voz femenina haciéndonos girar.
Mis ojos colisionan contra gris tempestad, ese que se carga la hembra que me cogí y mi verga se sacude porque recuerdo lo que estábamos haciendo antes del atentado. Su culo en verdad es demasiado exquisito, uno que me tiene fantaseando porque es la primera vez donde cojo de esa forma y ahora no deseo parar. Quiero penetrarla hasta rellenarle ese perfecto hueco con mi semen, pero también deseo tomarla por la vía tradicional porque algo me dice que su coño me hará enloquecer de placer.
Morgado suelta un resoplido, rompiendo mis fantasías sexuales y poniéndome de mal humor. Miro como hace una mueca de dolor lo cual me hace reír internamente. Seguro la fractura lo está sometiendo lo cual me alegra. Es lo menos que se merece por atreverse a joder conmigo cuando yo solo deseaba saber sobre Vicenta.
Soy un pendejo por haberlo considerado un amigo, es obvio que él jamás me miró cómo tal y qué bueno que nunca me abrí por completo a él. No obstante, lo que más rabia me da es que, cuando era un adolescente, lo admiré por su récord en la milicia. Me da asco de solo recordarlo porque me obsesioné tanto con encontrar todo sobre su vida que, cuando llegó a Rusia, sentí que había ganado la lotería.
Antes solíamos llevarnos bien, entrenábamos juntos, tomábamos clases juntos, íbamos a lugares para divertirnos e incluso cuando dejó el país mantuvimos contacto, sobre todo por Vicenta, pero con los años empecé a darme cuenta que entre nosotros la palabra «amigo» quedaba demasiado grande porque hombres narcisistas de su tipo no se quieren ni a sí mismos.
Tiempo más tarde descubrí cosas que actualmente desearía que fuesen mentira y creo que eso fue la gota que derramó el vaso. Pese a eso, no me atreví a romper lazos porque Morgado era y sigue siendo el informante que me mantiene al tanto sobre mi asunto personal e inmoral.
—Bien —dice él, tomando el control del comando y, aunque puedo hacerlo un lado para ser yo quién lo haga, prefiero ver qué tan bueno es en esto—. ¡Atención, soldados! ¡A partir de este momento nuestro único objetivo es llegar al buque robado y destruirlo! Quiero a Sirena y Mecánico tras las ametralladoras. A Hacker y Dron los necesito frente al radar de fase activa. Espía y Freud manejaran los cañones. Dulce y Caramelo, vayan tras los binoculares y avísenos ante cualquier anormalidad. Hielo y Calor, ustedes estarán encargándose de meter proyectiles a los cañones en caso de necesitarlos. ¡¿He sido claro?!
—¡Sí, coronel!
—Hoy no moriremos —añado, ya me cansé de escucharlo—, pero sí le patearemos las bolas a esos bastardos y culminaremos con excelencia este operativo que seguro ya los tiene cansados. Atentos y alertas a sus alrededores, pues que estemos en un destructor no nos exime de posibles ataques sorpresas.
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Tornado (Libro 1)
ActionSirena y Bestia son los nombres clave que utilizan la teniente mexicana y el coronel ruso que se encuentran combatiendo el crimen en diferentes países. Ambos tienen mucho en común: la profesión que ejercen en la milicia, la edad, un pasado, la forma...