ANIMAL SÁDICO
Santiago
Paseo la mirada cansada por todo el aeródromo donde están formados los dos mil soldados que están bajo mi comando para el rescate de Sirena y Monstruo.
Las Águilas Calvas de Estados Unidos y la FESM mexicana van a colaborar en eso que cualquiera llamaría una misión suicida pues un paso en falso nos mandaría a la verga a todos.
Las aeronaves militares que los trajeron aquí yacen tras ellos luciendo tan imponentes y letales.
Son cinco en total, cada una con una abismal capacidad para transportar artillería pesada de un país a otro al igual que más de doscientos tripulantes.
Me enfoco en los americanos, ellos fingirán ser rusos para esto pues así lo dispuso Ahmed Makalá. Claro está que no seguimos al pie de la letra sus absurdas peticiones pues haber traído a soldados de esa nacionalidad habría sido un sacrilegio considerando que tuvimos una baja masiva.
Para nuestra fortuna, les fueron entregado uniformes del país donde me forjé como hombre y eso es más que perfecto.
Bernardo Morgado, el comandante de las Águilas Calvas y medio hermano de Esteban, está frente a mi comunicándome que dejó a Fahed Yasem a cargo de lo que lo mandé hacer antes de que fuéramos a Diamante Negro hace una semana, es decir, el tráfico de armas pues, al parecer, el coronel sirio ya ha terminado con la red de tráfico de petróleo y animales exóticos en tiempo récord.
—¿Ustedes ya terminaron con su parte? —me cuestiona el bastardo, mirándome con cierto enojo y lo entiendo. A mí también me molestaría tener que colaborar en algo de este calibre cuando se supone que solo iba a estar pocas semanas en Medio Oriente.
—Nos falta encontrar los laboratorios que fabrican droga, así como los socios, pero me temo que será imposible hacernos cargo de eso —decido compartirle solo para que deje de estarme chingando pues no estoy de humor para tolerar pataletas de niñita cansada. Es un soldado y debe estar acostumbrado al cambio de planes.
—Coronel —llama Hacker cuando llega a mi lado, sostiene un radio militar—. Ahmed está en la línea.
Tomo el auricular y me alejo de ellos.
—Tenemos las aeronaves que transportarán tu mierda a Finlandia —hablo primero, mostrándome sereno e incluso impotente ya que al criminal hay que engañarlo. Además, no me conoce. Bueno sí, si me conoce, pero no exactamente como militar. Si supiera quién vergas soy se hubiera pensado hasta mil veces lo que hizo. ¿Unirse con un dolido? Ese fue su peor error. ¿Joder con mis mierdas? Esa ha sido su puñetera sentencia de muerte.
—¿Tanto les interesa la vida de estos soldaditos? —se mofa, haciéndome tensar la mandíbula porque está creyéndose algo que no es y eso me enerva pues no hay nada peor que fanfarronear aquello que jamás serás ni volviendo a nacer.
Un mafioso de verdad no hace tratos con pelafustanes, menos cuando entre ellos tienen pedos que no se pueden borrar ni volviendo a nacer. Ese fue el error número uno de Ahmed: aliarse con Stavros Constantinou y Andros Panteli.
Pero bueno, cada pendejo con su cuento.
—¿Cómo estará el trueque para que me los entregues, Makalá? —cuestiono con voz pasiva agresiva, no teniendo ganas de hacer esto más largo de lo que ya es pues cada segundo que pasa es crucial. Ni siquiera deseo imaginar cómo están torturando a Sirena porque pensarlo me pone violento, más desde que la vi aquel día en el pasillo hecha ovillo.
Sé que la violaron nuevamente, más no sé quién vergas se atrevió a hacerle algo tan atroz. ¿Algún otro doctor? ¿Algún soldado? No tener la respuesta me enloquece y eso no es normal, yo no me prendo de los coños que me follo, pero ella... Verga, ella es diferente.
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Tornado (Libro 1)
ActionSirena y Bestia son los nombres clave que utilizan la teniente mexicana y el coronel ruso que se encuentran combatiendo el crimen en diferentes países. Ambos tienen mucho en común: la profesión que ejercen en la milicia, la edad, un pasado, la forma...