Capítulo 29

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¡OCUPO SU AYUDA!

Verán, quiero cambiar la portada del libro porque no me gusta la que tiene ahorita aquí en Wattpad, pero no tengo ni idea de como hacerla, así que acepto sugerencias. ¿Cómo se imaginan ustedes la portada?


CERTERA AL MATAR

Vicenta

—Verga, quiero cogerte... —Es lo primero que escucho contra mi oreja cuando abro mis ojos al día siguiente.

Las manos de Bestia me flexionan la pierna hacia el frente de modo que mi rodilla se pega a mi pecho mientras su grande erección matutina me recorre los labios vaginales lubricándose con mi humedad, una que se acumuló ahí al haber soñado lo que hicimos en esa carpa. Pequeños gemidos escapan de mi boca cuando la punta de su glande le da golpecitos a mi clítoris.

—Hágalo, mi coronel... —murmullo antes de sentir como se entierra en mi ano para iniciar un lento vaivén que me enloquece.

Giro un poco la cara y nuestras bocas colisionan sin importar que no nos hemos lavado los dientes en probablemente días. Su experta lengua ingresa a mi cavidad a la par que su mano baja a mi vulva para acariciar el clítoris que ya sobresale de su escondite. Gimo alto y muevo la cadera para recibir sus penetraciones que me saben a gloria y sustituyen los malos recuerdos, tal como sucedió anoche.

No tuve pesadillas, no soñé que me ultrajaban, golpeaban o perseguían, sino soñé con él, con la forma tan salvaje y exquisita en que me hizo adorar la sexualidad. No hubo amenazas de su parte, no se impuso ante mí ni me obligó a tener intimidad como otros. Me dio opciones y tomé la mejor, una donde al fin se respetó mi palabra y pude dejar a un lado el miedo por el órgano viril.

«Eres una perra infiel», susurran en mi cabeza y poco me importa porque esta experiencia nadie me la quitará jamás. «Zorra».

Envidiosa.

La voz se apaga haciéndome reír porque mentiras no dije. Suelto un tembloroso jadeo y me aferro al antebrazo del coronel a la par que le clavo las uñas. Inhalo un poco cuando empieza a bombear más duro en ambas partes que pronto me hacen romper en un precoz orgasmo que me deja moviéndome como una palmera.

—Deseo tanto cogerte el coño, Sirena... —susurra contra mi oreja, dándole un mordisco al hélix y acunando con su grande mano la carnosidad de mi pubis, porque sí, incluso ahí tengo grasita, algo que siempre le ha dado asco a Esteban porque las mujeres, según él, no deben tenerla gorda—. Seguro está igual de exquisito que este cálido culo. Seguro me traga la verga con más voracidad, ¿no crees?

—Un día... Un día lo... lo averiguaremos...

Muerdo mi labio inferior cuando sigue magreando mi clítoris al tiempo que le da un pequeño azote a mi carne el cual me hace respingar.

—Eso es una promesa, teniente. Y yo jamás las rompo u olvido.

—Yo mucho menos, mi coronel.

Bestia suelta una risita y entonces nos da la vuelta, dejándome con los pechos contra el colchón y el rostro contra la almohada. Con sus manos me alza la cadera, colocándome en la posición que desea y entonces empieza a moverse con más ímpetu, como si le urgiera llegar al orgasmo. Escondo la cara por completo para amortiguar los gritos de placer que no puedo contener.

La cabecera de la cama golpea tan fuerte la pared que temo se rompa ya que este hombre colosal es demasiado brusco, demasiado violento y me encanta. Dios... ¡Me encanta!

Un ardor se hace presente en mi glúteo cuando lo azota y ni siquiera soy capaz de quejarme ya que la sensación me resulta exquisita y deliciosa, tanto que le pido me golpeé un poco más, algo que él hace sin dudar hasta dejármelo hinchado.

Tornado (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora