Capítulo 53.

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CUANDO EL MONSTRUO SEA LIBERADO

Esteban

—Quebrar a hombres como tú es un deleite.

Suelto una risa demasiado ronca y seca ante las palabras de este imbécil.

—Adelante. Dame más motivos para arrancarte la cabeza —le escupo, viendo como su rostro se desfigura de la rabia porque ha intentado verme suplicar, pero no lo ha conseguido.

Un Morgado jamás se rompe por más que lo usen como un saco de boxeo. Ahorita estoy en pésimas condiciones, pero cuando me alce me va a temer y deseará jamás haber salido del puto cuenco de su perra madre.

—Basura. Eso es lo que eres —continúa hablando, lastimando mis valiosos tímpanos con su naca voz—. Tan coronel, tan intachable en tu carrera y mira cómo estás. A mí merced, lleno de sangre fresca y molida, cubierto de semen por todas partes.

Esto último me hace tensar la mandíbula y el cuerpo, no obstante, borro sus palabras de mi cerebro porque no le pienso dar ningún poder sobre mi mente ya que eso desea: doblegarme, atormentarme, y solo un débil permite que un abusador tenga influjo sobre él.

Siempre he dicho que si no puedes defenderte de las batallas físicas lo hagas con las mentales pues el cerebro es el órgano más preciado del ser humano y si este se jode, valiste madre.

—Disfruta tus últimos días de libertad, Makalá —esbozo una sonrisa lobuna que lo crispa, pero rápidamente vuelve a poner su fingida máscara de indiferencia—, porque cuando el monstruo sea liberado la Tierra no será suficiente para esconderte ni el Infierno un lugar para arrepentirte.

Él se ríe a carcajadas buscando regresar al control que perdió sobre sus emociones hace mucho y sé qué piensa que me refiero mí, pero yo hablo de Vicenta Ferrer, mi jodida esposa, la mujer más lunática que existe en el maldito mundo porque ella y yo tenemos un pacto el cual me tiene tranquilo ya que sé que lo cumplirá así deba poner su miserable orgullo por encima de todo.

Vicenta pedirá ayuda a mi padre, si es que no la ha hecho ya, y me buscará así tenga que generar un caos porque si a alguien no le pesa matar a personas en grandes masas es a esa puta desquiciada que elegí como esposa.

Es una genocida, pero es mi jodida genocida.

¿Me enorgullece esto? No, claro que no. Solo un maricón espera a que una mujer lo salve, pero lamentablemente no estoy en condiciones de luchar, menos cuando han estado inyectándome esa droga sintética que creí extinta, es decir, la famosa Kroxitalína[1].

Sus efectos son muchos y varían dependiendo la persona, pero los más notorios en mí son: debilidad, escalofríos, sudor, visión borrosa, boca seca, taquicardia y dolor de cabeza. Eso sin contar las alucinaciones que aún no presento y que espero no presentar.

Mi cuerpo pide a gritos esa sustancia pues no me la han inyectado en el lapso de cinco horas, pero esto es algo que jamás lo diré en voz alta ya que ser un drogadicto es lo más bajo que puede sucederle a un militar de mi calibre. Así que mejor pienso en cómo Vicenta hará su aparición y en cómo me seguirán torturando porque a este imbécil ya se le agotaron las ideas. De solo imaginar que volverán a untarme con sus mierdas siento la sangre hervir.

No soy joto y jamás lo seré así me hieran de esa forma. Sé que buscan quitarme mi hombría, pero esa no se determina mediante el sexo, sino en los hechos, en lo que eres capaz de lograr y hacer. En los valores y creencias que llegas a tener. Si piensan que van a quebrarme a punta de embestidas están demasiado equivocados y dejan en evidencia cuan simios primitivos son.

Suelto el oxígeno que retenía, pero me arrepiento cuando las costillas me duelen. Esas me las destrozaron, de hecho, una de ellas sobresale de mi tórax y me sorprende seguir vivo. He perdido demasiada sangre y a cada nada pierdo la consciencia. Aun así, continúo regresando.

No sé en dónde carajos estamos, solo sé qué hace un frío infernal que me tiene la piel ruborizada. Las pestañas las siento congeladas al igual que mis hebras rubias. Entonces hago memoria un poco. Aquí se percibe a -25°C por lo que intuyo que estoy en algún Polo. Tal vez el Norte, aunque lo dudo pues no he escuchado ruidos en lo absoluto. Seguro es el Sur, pero imagino que, de ser así, estaría más helado. En Canadá y Alaska no podemos estar pues ya habrían atrapado a este bastardo debido a la orden de captura.

Cierro mis ojos y mejor dejo de pensar.

Esté donde esté seré encontrando.

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[1] Droga ficticia que se inventó para fines de la saga Inmorales. Es la mezcla entre las siguientes sustancias: kratom, oxicodona, cristal y heroína.

 Es la mezcla entre las siguientes sustancias: kratom, oxicodona, cristal y heroína

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Tornado (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora