Capítulo 10

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SACRIFICAR LA VIDA

Esteban

Salgo corriendo de mi escondite seguido de veinte hombres quienes me cuidan la espalda porque antes de que Vicenta persiga a ese hombre, necesito colocarle un rastreador al vehículo. Con la mano hago una seña para cruzarnos al otro edificio destartalado evitando hacer ruido.

El clima nublado, más nuestro uniforme al color de las ruinas que dejó la guerra, ayuda a pasar desapercibido lo cual es ideal porque si el criminal nos ve puede asesinar a esas personas y la oportunidad de encontrar el lugar dónde están secuestrados quedará en la historia y yo no nací para ser un maldito perdedor.

Este logro lo llevaré a la base militar que manejo en México porque quiero, puedo y lo lograré.

Un Morgado jamás se da por vencido ni tampoco permite que sus planes tomen un desvío. Todo debe salir a como dé lugar y se sacrifica lo que sea con tal de alcanzar el objetivo.

Desde mi posición veo como el hombre empuja a unas mujeres dentro de la camioneta negra sin placas. Con una seña de mano les indico a mis soldados que se desplacen. La mitad a la izquierda, la mitad a la derecha. La adrenalina que experimento en mi pecho me tiene al mil. Hacer esto es mi orgullo porque desde niño había querido ser un militar importante, alguien que no temiera de ser mandado a países bajos a la guerra porque vivo por y para los plomazos.

Es por eso que me esmero en ser el mejor en cada operativo que hago, no en balde la FESM tiene el prestigio que tiene. Las medallas que me gano son mi orgullo y aquellas que gustoso reluzco en mi pecho cuando hay eventos especiales porque sé quién soy y sé lo que puedo lograr sin la ayuda de nadie.

Me escondo tras una camioneta cuando el hombre gira a mi dirección. Por el vidrio polarizado noto como entra al motel para sacar a más mujeres cuyos rostros dejan en claro que son extranjeras.

Son cinco en total. Ellas lloran, suplican que las dejen en paz, pero él lejos de hacerles caso se burla diciéndoles que tendrán una vida diferente a esta, que se vayan olvidando de ser mejores personas.

Vuelve a entrar y yo aprovecho para acercarme a la camioneta en donde instalo un localizador en la llanta. Rápidamente regreso a mi escondite y ordeno el paro de cualquier movimiento a mis soldados.

Por el intercomunicador le indico a Vicenta que prosiga con seguirlo para que nos informe a donde es su destino final y a Jesús le dejo en claro que no se mueva de su posición ni apague el dron ya que estaré mirando lo que sucede por estos rumbos pues algo me dice que es un punto importante. Del mismo modo, le ordeno a los pelotones rusos que revisen cada edificio destartalado en busca de pistas o personas ya que necesitamos con urgencia encontrar lo necesario para terminar de una buena vez con la fase uno.

El hombre vuelve a entrar al motel y al cabo de unos segundos sale con una joven rubia a la cual le calculo dieciocho años. Lleva un vestido blanco roto, tiene la piel llena de moretones y sangre escurre entre sus piernas lo cual indica que la han violado. Con rabia la arroja al interior de la combi y sube al lado piloto para arrancar provocando que los neumáticos tiren mucho humo negro.

Rápidamente contacto vía radio al teniente Kozcuoğlu quien está encargado del BMS, es decir, el Battlefield Management System, o como se llama en español, el Sistema de Gestión del Campo de Batalla el cual está destinado a la integración, adquisición y procesamiento de información en una unidad militar.

—Revisa que el localizador esté moviéndose, Dron —ordeno, llamándolo por su nombre clave el cual va acorde a lo que hace en la milicia y es fabricar y construir drones. Aunque también construye rastreadores y es experto en el GPS.

Tornado (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora