Nueve 🖤

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Kiennukul de Lecoy hizo la señal de la cruz en el aire, sobre la cabeza del hombre arrodillado ante él.

-Que Dios proteja vuestros pasos.

Este se irguió en toda su estatura y miró directamente a los ojos del monje.

-Espero que no falléis. Vuestro futuro depende de ello.

San asintió con gesto seco, dio media vuelta y se dirigió hacia la torre de homenaje. No fracasaría. No sabía quién era el peregrino, pero la bolsa de monedas que le había entregado la noche anterior era suficiente presentación. Y la promesa que deslizó. No le había dicho su nombre, pero dejó entrever que servía a un personaje poderoso al que le interesaba deshacerse del Lord. Para San, aquélla era la respuesta a sus plegarias. A pesar de sus intentos, Mew no parecía dispuesto a entregar a la iglesia más de lo que consideraba necesario y, aunque desde su llegada le había respetado como hombre de Dios, sus mayores concesiones habían sido para el priorato. Él en nada se había beneficiado, salvo en el estipendio eclesiástico, que creía insuficiente.

El viajero, además del dinero, le había prometido que su señor le convertiría en prior del monasterio de Ogier, al norte de Gales. San conocía la zona y la sabía rica en pastos, ganado y viñedos.

San sonrió mientras ascendía la pasarela para adentrarse en la torre. ¡Prior de un monasterio! ¡Con poder sobre cuerpos y almas! Con el beneplácito de su señor para castigar o premiar a sus fieles. No era mal futuro para el octavo hijo de una familia humilde.

Cuando entró en el gran salón, Mew estaba preparando la partida de caza. Y Jes con él. No era costumbre del Lord alejarse del castillo sin un contingente de guardia. La salida del día anterior, a solas con el pequeño sajón, no era habitual. Pero San había planeado bien las cosas, y al amanecer advirtió a Jes sobre una banda de forajidos, al norte.

Antes de que Mew bajara al salón, Jes había dispuesto que algunos soldados salieran de batida. Para cuando el Lord se sentó a la mesa, el plan del monje ya estaba en marcha. Mew no pareció contrariado por la determinación de Jes; incluso le pareció bien que tomara ciertas precauciones, ya que el peso del mando no le dejaba margen para atender todos los frentes. Resultaba duro batallar a diario con las protestas de los mercaderes, el salario de los alarifes, las peleas entre los escuderos, multar a los borrachos que organizaban peleas, castigar a los aprendices que robaban a sus maestros, a los tenderos que engañaban en el peso... Jes resultaba de gran ayuda al ocuparse de problemas como el de aquella mañana. Francamente, ese día le hubiera incomodado no salir con Gulf de caza. Tenía planeado enseñarle el modo de perseguir a la pieza mayor por excelencia, si la suerte les acompañaba: el oso.

San vio que Jes se enfundaba sus guantes de cuero y se acercó a él. Apenas había dormido aquella noche, planeando, paso a paso, cada palabra. Después de haber concertado el asesinato del Lord, buscó a un doncel llamado Tar, el quinto hijo del herrero del castillo. Sabía que el joven deseaba casarse con el primogénito del maestro de albañiles y que Jes había conseguido meterse en su lecho más de una vez. A Tar no le servía esperar tres o cuatro años a que su futuro esposo consiguiera cargo que le reportara buenos ingresos, por aquel entonces solamente era el ayudante de su padre, y las atenciones del rubio normando le procuraban bonitos regalos que él apreciaba.

San planteó la cuestión al joven. O declaraba que podía estar encinta del normando, o haría que su padre lo metiera en un monasterio. Tar suplicó, temeroso de que Jespipat de Montauband tomase represalias contra él, pero San fue inflexible.

-O tu declaración o el monasterio. Elige.

El muchacho sabía que se moriría si lo encerraban entre cuatro paredes. Era incapaz de imaginar su vida entre los cánticos y los rezos de los monjes. Además, a pesar de sus escarceos con el caballero normando, quería a Khom. No estaba realmente enamorado de él, pero le apreciaba lo suficiente como para casarse. Aceptó la propuesta, y el monje, para tranquilizarlo, prometió que su secreto se daría entre ellos.

Fuerza y Orgullo 🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora