Diecisiete 🖤

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Como era de esperar, aquella noche fue especial para los habitantes de Kellinword. Todo el mundo acogió con entusiasmo a los comediantes, eran pocos, pero con muchas habilidades. Aplaudieron sus picantes historias, excepto San, que parecía haberse tragado un puercoespín, se regocijaron de la habilidad del joven saltimbanqui, rieron con los malabaristas y se extasiaron cuando uno de ellos tomó varios picheles de una mesa y comenzó a lanzarlos al aire y a recogerlos sin derramar la bebida ni caer al suelo.

Pero el plato fuerte fue el teatro. Escenificaron con esmero una obra corta a la que llamaron Tristán. La historia, trágica, la presentó uno de los actores; había sido escrita apenas cuatro años antes. Al final de la representación, Tristán, cuyo papel recayó en el joven saltimbanqui, herido de muerte, moría en Bretaña. Antes pedía a su cuñado, Kaherdin, que fuera a Inglaterra y buscara a Isolda, la esposa del Rey Marcos, por quien sentía un amor profundo. Kaherdin abrazaba a Tristán y se despedía de él. A modo de barco, los actores remaban sobre una de las largas mesas, utilizando una sábana para semejar las velas, presentado con un toque de humor que rebajaba la tragedia. Al primer viento, Kaherdin partía hacia Londres, con un cargamento de sedas y aves raras y la intención de llegar hasta la corte, ver a Isolda y darle el mensaje de Tristán.

Incluso algunos caballeros carraspearon al final de la obra, cuando Tristán muere. Las mujeres y donceles lloraban a lágrima viva y los niños no perdían detalle.

Cuando el flaco actor que daba vida a Tristán dobló su cabeza en señal de muerte, los aplausos arreciaron y la compañía saludó al público. Luego, entre palmadas de espalda y palabras de admiración, se sentaron en el extremo de la mesa y comieron y bebieron hasta hartarse, mientras uno de ellos cantaba y tocaba la cítara.

Gulf subió a Zee sobre su regazo.

-¿Te ha gustado?

-Sí, pero no entiendo una cosa, Gulf. Si ese hombre... ¿cómo se llama?

-Tristán.

-Eso. Bien, si se muere, ¿por qué se ha levantado a saludar?

Gulf se rio con ganas y abrazó al pequeño.

-Zee, cariño, es sólo teatro. ¿Te imaginas si los actores tuvieran que morir en cada representación? No quedarían comediantes.

-¡Pero si estaba muerto! - insistió el crío.

-No lo estaba. Se hacía el muerto. Igual que cuando tú juegas con Yin y te alcanza con la espada. Caes al suelo y cierras los ojos, ¿no es verdad?

-Ya entiendo - dijo, pensativo-. Juegan.

-Algo así, cariño. Algo así.

Desde el otro extremo del salón, Mew no se perdía ni uno de sus movimientos. Había notado una especie de vuelco en su interior cuando lo vio tan bello, sirviendo las mesas con el resto de los criados. Desde ese momento, apenas pudo apartar la vista de su figura. Trató en repetidas ocasiones de desviar su atención de su estrecha cintura, de su cabello suelto, de su escote, y concentrarse en la representación. Pero no pudo, y apenas disfrutó del espectáculo.

-¿Qué te ha parecido? - preguntó Max.

-¿El qué?

-La obra. Espléndida.

-Sí, claro, espléndida.

-Pareces distraído - dijo Max. Luego, se sirvió más vino y se despreocupó de Mew.

Jes, sin embargo, se inclinó hacia su amigo y se regodeó a su oído.

-La paga de un mes, Mew, recuerda.

El lord pegó un salto en su asiento.

-¡Vete al infierno, Jes!

Para maitines, todos estaban acostados excepto Gulf. Después de la fiesta, donde el vino y la cerveza corrieron a raudales, achispados como estaban, no hicieron otra cosa que dejarse caer en cualquier rincón y dormir la borrachera. Pero Wen y Roy aún estaban suficientemente sobrios como para acariciarse debajo de las mantas. Como en otras ocasiones, Gulf se levantó, se envolvió en la capa y abandonó el cuarto. La gran sala estaba atestada. A excepción de Mew y Jes, el resto dormía en cualquier parte. Incluso Kamon estaba arrebujado en una esquina, cerca de la chimenea.

Fuerza y Orgullo 🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora