Once 🖤

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Gulf intentó incorporarse. En su hombro se produjo un impacto, como si le hubieran aplicado una tea al rojo vivo. Se mordió los labios para no gritar y volvió a dejarse caer sobre el camastro.
   
Kamon estaba apoyado en el alféizar de la ventana, pendiente de sus movimientos. Le agradeció en silencio sus desvelos y suspiró. Le hubiera encantado verse libre de aquellos odiosos trapos de mozo, envuelto en su sedoso camisón y arropado en una cama mullida y confortable.
   
A fin de cuentas estaba herido, se dijo en un atisbo de lástima por él mismo. Lo que más deseaba era perder de vista el maldito gorro que hacía de sus días un suplicio. Le picaba la cabeza, confeccionado como estaba por una burda tela de color gris sucio, y no soportaba que su, apenas larga, cabellera, aplastada, semejara un mazacote. Hizo ademán de quitárselo, pero se contuvo a tiempo.
   
—Kamon, ¿no resulto ridículo acostado con un gorro?
   
—Deberías levantarte. De lo contrario, tal vez se pregunten si es una obsesión o tratas de ocultar algo. Efectivamente, resulta ridículo.
   
—Me siento débil.
   
—Eso es culpa tuya, pequeño — dijo el joven escudero—. ¿Quién diablos te mandó interponerte en el trayecto de la flecha?
   
—¡Iban a matarlo por la espalda!
   
—Sí, supongo que es lo que pretendían.
   
—Me extraña que te importe tan poco quien te proporciona cobijo y alimento — argumentó Gulf—. Tú mismo dijiste que siempre te trataron bien.
   
Kamon asintió con la cabeza y abandonó la ventana para acercarse a él. De hinojos, tomó una de las manos de Gulf entre las suyas.
   
—Sirvo a Mew y le respeto, no interpretes mal mis palabras — le dijo—. Pero creo que él sabe defenderse sin tu ayuda. Excepto en esta ocasión, claro. Pero... se te ve tan pálido... Has perdido un poco de sangre, así que descansa. Por otra parte, no acabo de entender que el Lord no haya descubierto tu secreto.
   
—¿Qué quieres decir?
   
—Pues que fue el propio Mew quien taponó tu herida con su camisa y la vendó.
   
—¡Dios mío!...
   
—No te alarmes. Tu secreto parece seguir estando a salvo. Sólo yo lo conozco. Sin duda, eres un muchacho con suerte, pero esa suerte se puede acabar en cualquier momento, Gulf. ¿Cómo es posible que no advirtiera nada? A no ser que estuviera demasiado preocupado por ti y se limitara a meter el trozo de tela entre la pelliza y la herida antes de cargar contigo hasta el castillo.
   
Gulf se incorporó. Tuvo que tomar aire ante la punzada de dolor, pero consiguió sentarse en el jergón.
   
—No te muevas demasiado. El matasanos te aplicó algo para evitar la infección, pero no hace milagros.
   
—Kamon, tengo que irme. He de salir de Kellinword cuanto antes y debes ayudarme.
   
—Ni lo sueñes.
   
—¡No puedo quedarme aquí!
   
—¿Por qué no? Piensa un poco, Gulf. Estás huyendo de alguien, ¿verdad? — Él asintió—. ¿Qué mejor protección que la del propio Lord para escapar de tus enemigos? Sólo muéstrate como lo que eres, y él te protegerá.
   
—¡Y acabar en su cama! — aulló Gulf. Sin aceptar la ayuda de su colega, se levantó y pateó el camastro. Hasta el dolor del hombro remitió bajo el acceso de ira—. ¡Qué fácil es para ti! — En sus ojos violetas la indignación chispeaba—. ¡Maldita sea, pensaba que eras mi amigo!
   
—Y lo soy, cabeza hueca. Lo soy. Por eso te aconsejo que...
   
—¡No! — negó—. ¡Prefiero largarme de Kellinword!
   
Demonios, ¿cómo explicarle a Kamon que era de Mew de quien trataba de huir?
   
—Solicita un puesto en las cocinas. ¿Sabes cocinar?
   
—Sí, sé cocinar un poco, pero ¿de veras piensas que me lo daría?
   
Kamon lo observó. De repente, estiró la mano y le arrancó el gorro. Su cabello se deshizo sobre sus pequeños hombros y la expresión del muchacho contestó al joven antes de decir con admiración:
   
—Sería un idiota.
   
—Te agradezco el cumplido, pero ése es precisamente el motivo de más peso para marcharme. — Volvió a encasquetarse el sombrero con la ayuda del joven y comenzó a dar vueltas por el aposento—. Y dices que ya llegaron los invitados de Mew. El señor de Lynch y el de Nortich.
   
—Están abajo.
   
—Bien. — Pensaba deprisa; el tiempo era esencial—. Sólo necesito esconderme en algún lugar seguro. Si te preguntan, dirás que estaba asustado por el intento de asesinato. ¡Diles lo que quieras, Kamon! Pero tengo que desaparecer hasta que Enric Kanawut de Lynch se vaya de Kellinword. Colarme entre los hombres de su escolta no será difícil.
   
—¡Estás loco! En primer lugar, puede que Mew ponga el castillo patas arriba si desapareces. Además, ¿quién te dice que Lynch aceptará proteger a un mocoso como tú?
   
—Y ¿por qué diablos iba Mew a poner patas arriba el castillo? No soy más que un sajón que le ha dado demasiados quebraderos de cabeza.
   
—Ha dado su palabra a ese campesino con el que llegaste de que iba a cuidarte y alimentarte. Mew siempre cumple su palabra, Gulf. Te digo que removería cielo y tierra para encontrarte, y entonces será peor. 

Fuerza y Orgullo 🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora