A primera hora de la tarde conoció la llegada de su abuelo. Kamon le avisó y ambos subieron a las almenas para divisar, en la distancia, los colores de los estandartes de Lynch. La nube de polvo que envolvía al grupo hacía imposible distinguir a nadie, pero Gulf imaginó su semblante adusto y honorable.
—Kamon, tengo que hablar con él tan pronto ponga los pies en el castillo. ¿Te encargarás de ello?
—Haré lo que pueda, milord.
El escudero desapareció, dejándolo a solas. Allí permaneció un rato más, hasta que las enseñas de su casa estuvieron tan cerca que casi podía tocarlas con la mano. Enric venía acompañado de veinte hombres y traía consigo a Kaownah.
Un punto de envidia cosquilleó su espalda ante su hermosa cabellera. Y sin proponérselo, le asaltaron unos celos terribles. Además, había otro problema: ¡ahora, sin los harapos de rapaz, estaba en manos de Kaownah!
Corrió como un loco escaleras abajo, de dos en dos, de tres en tres, arriesgando su integridad física. Al llegar al patio, su abuelo y la comitiva descabalgaron. Al resguardo de la pared vio cómo Kamon se acercaba a su abuelo y le susurraba algo. El anciano asintió y luego entró en la torre de homenaje para saludar al señor del castillo, acompañado de Kaownah.
Gulf le siguió a distancia, intentando no dejarse ver, y fue testigo de las salutaciones corteses entre su abuelo y Mew, y de la zalamera sonrisa que Kaownah le dedicó cuando el Lord se inclinó y presentó sus respetos. Éste parpadeó con tal rapidez, que sus pestañas asemejaron las aspas de un molino, lo que no dejó de advertir el anfitrión.
El Lord pidió que les sirvieran bebidas que aligeraran el polvo de sus gargantas y se mordió la lengua cuando Mew les ofreció alojamiento hasta el comienzo de las justas, cuyo inicio estaba fijado en una semana. Kaownah, evidentemente encantado de tener la oportunidad de volver a lanzar sus redes, volvió a parpadear.
Aquello era peor de lo que esperaba. Regresó al patio y buscó a su amigo.
—Os verá al anochecer, junto a las cocinas —se apresuró a indicar el muchacho.
—Primero debes llevar al huerto al joven que lo acompaña. Me conoce y he de hablarle, o descubrirá mi identidad.
—¡Demonios! Esto se complica, milord.
—Llévalo al pozo, yo estaré allí.
—De modo, sir Enric —habló Mew—, que no habéis encontrado aún a vuestro nieto.
El señor de Lynch agradeció en silencio que el joven Lord hubiera esperado a que estuvieran solos.
—En mi carta os decía…
—Lo sé. Francamente, señor, me cuesta creer que seáis incapaz de dar con el paradero de vuestro propio nieto. ¿Dónde se supone que está ahora?
—Realmente, milord, no podría deciros.
—Bien. Sabré esperar de modo razonable. Un muchacho viajero, ¿eh? —dijo con ironía—. Espero que cuando me case con él, no resulte tan esquivo. En realidad, no puedo decir cómo actuaría si mi esposo desapareciera sin dejar huella.
—Señor, sé que todo esto parece poco creíble. Os ruego que tengáis paciencia. Mi nieto ha vivido libre desde siempre. Nunca nadie le pidió cuentas, ni siquiera su padre le exigió demasiado cuando vivía. Lo cierto es que jamás nos tuvo al tanto de sus idas y venidas.
—Pero recordad que Ricardo quiere ver unidos vuestro feudo y el mío.
—Por supuesto, milord. Perdonad, pero… ¿habéis pensado en la posibilidad de formalizar la alianza con… otro matrimonio?
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Fuerza y Orgullo 🖤
Historical FictionFuerza y Orgullo 🖤 Sinopsis: Corazón de León comanda la Segunda Cruzada e Inglaterra se desangra entre intrigas y luchas feudales. Normandos y sajones se disputan su control y el Rey Ricardo concede a su más fiel servidor, Mew Suppasit, el señorío...