Veintinueve🖤

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Se despertó al alba y salió a hurtadillas. Estaba indispuesto, al igual que en las mañanas anteriores, y le costó controlar las arcadas hasta llegar al patio trasero. Bebió un poco de agua y respiró lentamente. Se fue recuperando. Luego, tiritando, se envolvió en la manta y caminó cansinamente, de regreso.

—Kanawut…

La voz de su abuelo lo sobresaltó, pero se le acercó presuroso. Sus brazos lo rodearon de inmediato. Gulf se sintió reconfortado. De nuevo a salvo. Había pasado la noche debatiéndose en dudas. Mew se había comportado como un esposo contrariado pero comprensivo, y él era feliz. Le había hecho el amor con una gran pasión, abrumándolo con su cariño. Y él le había correspondido de igual modo, olvidándose de todo. Luego, cuando Mew se durmió, pasó un buen rato observándolo, preguntándose qué sentía por Mew, acariciándole con la mirada, recreándose en su cabello oscuro, en sus largas y espesas pestañas, que sombreaban sus mejillas, en la fortaleza de sus músculos, en el contorno de su cuerpo bajo las mantas. Quiso tocarlo, pero se contuvo…, no fuera a despertarlo y que Mew lo interpretara como una petición de juego amoroso. Había tenido suficiente.

Enric adivinó su inquietud y lo condujo hasta la estancia que le habían asignado. A puerta cerrada, tomó su rostro entre sus grandes manos.

—Gulf, ¿qué ha ocurrido? Esperaba verte anoche.

Gulf se le abrazó, tratando de controlarse.

—Abuelo, estoy hecho un lío.

—Siéntate y cuenta. Fréderic se alarmó cuando llegó con mi mensaje y te vio. Esperaba encontrar al chico que yo le describí. Ese descarado pelirrojo que tienes por amigo me contó que Mew descubrió que eras un doncel.

—Más bien descubrió que era un doncel campesino. Sólo un doncel campesino, abuelo.

—Entonces, nuestro secreto sigue a salvo.

—No podría decir por cuánto tiempo.

Ambos se acomodaron frente al ventanal. Tomándole de las manos, trató de mostrar una confianza que no sentía.

—¿Crees que el Rey aceptará tu petición, abuelo?

—Tendrá que estudiarla, al menos. Si desea la unión de Kellinword y Lynch, deberá tenerla en cuenta.

—Tuve que hablar con Kaownah.

—¿Te ha visto? —se alarmó.

—No había más remedio. Le expliqué que Mew me cree un campesino y que no deseo casarme con él. Guardará el secreto, puedes estar seguro.

Enric asintió.

—¿Cómo te han ido las cosas?

Hizo un recorrido mental por las etapas que le había tocado vivir últimamente.

—Podríamos decir que he ganado en
experiencia. Ahora sé cocinar mejor que antes, servir mesas, limpiar cerdos y manejar una espada corta.

Gulf le puso al tanto de que Mew les había descubierto en las almenas, confundiendo su punto de vista con una traición. Le contó también su destierro a las porquerizas y su posterior envío a las cocinas.

Cuando finalizó, Enric se incorporó, paseó y esperó. Esperó a que Gulf dijera algo más, bramando por dentro por los abusos cometidos sobre su nieto, pero Gulf guardó silencio.

—¿Nada más?

Quitó importancia a lo que venía después.

—Conseguí escapar en un carro, pero él envió cuadrillas de soldados. Kamon recibió algunos latigazos como escarmiento por ayudarme, aunque su castigo no fue demasiado duro.

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