16. Apuesta.

45.9K 3.6K 539
                                    

Bastián.

Por más que lo intento no puedo sacarme de la bendita cabeza el beso de April. Me irrita completamente. No ella, ella solo me irrita de vez en cuando, sino saber que darle relevancia no tienen ningún sentido.

Y aunque lo sé, estoy reviviendo en mi mente él cómo se sintió besarla. Mierda, daría lo que fuera para sentirla tan cerca otra vez. Y sus labios, enviaría todo lo que tengo al carajo solo si eso significa besarla de nuevo. Incluso si está en contra de lo correcto.

April es mi novia falsa. No puedo darle relevancia a un simple beso, incluso si me gustó, o incluso si quiero repetirlo. Eso solo complicaría las cosas entre nosotros, y dudo que alguno quiera ese tipo de rollo. Ciertamente yo no lo hago.

Sumándole que April está enamorada de otro, de un imbécil que necesitaba volver a la barriga de su mamá a ver si esta vez sale con algún cerebro.

De vuelta en el presente me concentro en el ordenador frente a mi. En el videojuego en el que he estado trabajando las últimas semanas, y que debo tener listo en menos de un mes. Es una idea que podría generar mucho dinero si sale como lo tengo planeado. Y si dejo de encontrar distracciones. O una distracción.

Solo que es imposible no distraerse cuando dicha distracción luce como April.

¿A ella le habrá gustado el beso? ¿Se sintió incómoda?

Jesus cristo, ¿por qué si quiera me importa? La noche en que nos besamos por primera vez me hice las mismas preguntas y hasta ahora no tengo ni idea de nada.

La mayoría del tiempo April parece tolerarme, pero sé que no me ve más que el hombre con el que tiene un trato. Ni siquiera somos amigos. Somos socios. Parece un término idóneo. Socios.

La cruda verdad es que tampoco soportaría ser solo amigo.

¿Cómo diablos eres amigo de alguien que solo quieres besar?

¿Y por qué quiero besarla con tantas ganas?

En toda mi vida nunca me había pasado. Tuve novias, no duraderas o serias, pero las tuve. Mujeres hermosas, inteligentes y carismáticas. Que tenían todo lo que busco. Y con ninguna tuve la maniática necesidad de besarlas hasta que me hartara.

¿Por qué de pronto, beso a una desconocida en un bar, y me encuentro casi obsesionado? ¿Qué demonios?

April es desordenada. Me irritan ciertas cosas de su personalidad: que deje toda la ropa tirada en la cama, su positivismo, su tonta idea de lo romántico y el amor, que no tenga filtros a la hora de hablar, y que sea tan ingenua. Y luego tolero unas cuantas: su risa, lo amable que es, que encuentre lo bueno en lo malo, que parece ser la fan número uno de las cosas más mínimas que uno se pueda imaginar, y su transparencia.

Es tan transparente que uno puede verla dos segundos y deducir su estado de ánimo.

A excepción de ciertos momentos. Como lo fue cuando llegamos a casa. April estaba en silencio, ella casi nunca está en silencio, y eso me inquietó, sigo inquieto por eso. Razón por la que busqué una excusa para poner distancia entre nosotros, y por algo más inquietante aún: estaba nervioso. Yo. Un hombre adulto. Alguien que se supone que le importa una mierda ese tipo de cosas. Tuve las manos sudadas todo el camino a casa.

¿Entienden lo patético que es eso?

La puerta de mi estudio se abre de golpe, revelando a una Lía con una ceja alzada y la sonrisa traviesa que nunca deja de portar.

—¿Sabes que las puertas están para que se toquen antes de entrar, verdad? —digo, dándole un vistazo.

—¿Qué haces? —pregunta, entrando mientras da saltitos y se pone a mi lado.

Un "pequeño" favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora