Un "pequeño" favor

29. Real.

April y Bastián.

🧡

April.

—¿Mamá? —pregunto contestando la llamada, al tiempo en que me meto en el baño del bar en donde estamos celebrando la despedida de soltera de Simone.

Verifico el nombre en la pantalla dos veces, creyendo que me estoy equivocando.

—April —masculla—. Acabo de hablar con tu hermana, y no puedo creer lo que le hiciste.

—No le hice nada —espeto, perdida.

Hasta donde yo sé, no le he hecho nada a mi hermana.

—No seas mentirosa —vocifera, y trago saliva—. ¿Por qué te cuesta tanto estar feliz por los demás? Desde niña has sido así con Olive, no toleraré más ese comportamiento.

—No le dije nada, lo juro. Estoy feliz por ella, de verdad.

—Discúlpate con ella, y acepta su invitación a ser su dama de honor, April.

Mi boca se convierte en un desierto y mi piel arde. Por más que quiera a Olive, sé que no le dije nada malo, y antes de que se fuera casi le rogué que no lo hiciera.

Sé lo que deben estar pensando, lo mismo que Bastián me hizo saber qué opina. Que soy una idiota por seguir aferrada a mi familia, rogando migajas de amor y aceptación, y recibiendo un trato que cada vez amenaza más con destruirme. La cosa es que, ellos son lo único que tengo y a pesar de todo los amo, los amo demasiado y pensar en no tenerlos, así sea de vez en cuando en mi vida, me duele. Porque entonces, sí ellos son lo único que tengo, y los pierdo, estaré sola.

—Mamá, en ningún momento le dije que no quería ser su dama de honor —le informo, mi estómago revuelto y mi visión borrosa—. Amo a Olive.

—Entonces discúlpate con ella. Es lo mínimo que puedes hacer. Invita a tu novio a la boda, será en dos meses, y tienes que probarte el vestido, así para que te pueda servir uno bonito haz una dieta o lo que quieras para no estar tan gorda.

Abro la boca, y mi mamá tranca. Por primera vez me trago el amargo y pegajoso dolor, y salgo corriendo del baño. Mis piernas me duelen, el corazón me duele como nunca. Si había creído que antes de esa conversación sentí dolor, no sabía que eso podía ser solo una probada.

Lía me ve, y su ceño se frunce, observando el cambio en mi expresión, sin embargo le doy una sonrisa, o el intento de una y le pido al mesero un trago. Al principio había decidido no tomar, pero al demonio, quizás es mejor idea, quizás así puedo distraer mi mente un rato.

El alcohol quema mi garganta cuando traen mi bebida, y escucho la conversación que tiene Simone con Eliette sobre las fotos que quiere tomarse mañana.

Poco después pido mi segundo vaso, y de repente todo es más divertido, y la punzada en mi corazón pasa a ser un dolor olvidado, aunque sigue estando ahí ya no me aplasta, solo está dentro de mi.

—April, ¿te digo algo? —Lía pregunta, abrazándome.

—Sí, por favor —Me echo a reír.

Dos tragos no son tanto si te los tomas con algo en el estómago, pero mi última comida fue... ¿ayer en la noche? Hasta donde recuerdo lo único que he ingerido hoy es agua.