17. Sacúdete el trasero y ponte de pie

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April.

Despierto en la habitación, sin Bastián por ningún lado. Así que no me queda de otra que volver a tragarme la decepción de no verlo y de ignorar mis irracionales ganas de querer verlo.

Es peligroso que ahora esté queriendo estar cerca de él, que ansíe tener sus ojos caramelos en mi dirección y su presencia a mi lado. Con él me siento en calma. Hasta segura puedo decir.

¿No es una tontería? ¡Claro que lo es!

Lo conozco desde hace como un mes y medio. Y ahora que lo pienso vaya que ha pasado de todo en este periodo de tiempo. Es como si hubiesen metido tres temporadas de mi vida en una sola.

Apuesto que aunque sea a ustedes los mantengo entretenidos, ¿eh?

Voy a la ducha arrastrando los pies, todavía con demasiado sueño para levantarlos como se debe. Como se ha vuelto costumbre no me veo en el espejo al tiempo en que desnudo. He descubierto que de esta forma evito sentirme mal, así que de ahora en adelante intentaré no verme en el espejo.

Mientras el agua cae en mi cuerpo pienso en el beso de ayer con Bastián, del que a juzgar por su acciones me hace llegar a la conclusión de que en efecto, a él no le gustó, a pesar de que a mí me encantó.

No debería de sentirse tan bien besar a alguien. Quizás puede convertirse en una nueva droga y es peligroso.

Los besos deberían ser solo eso; besos. No deberían ser sentimientos, ni esperanza y mucho menos una necesidad. Sin embargo, lo son.

Y que locura la cantidad de cosas que son y no deberían ser y viceversa. Por ejemplo, la vida no debería ser tan dura, y el amor no debería ser tan difícil. Las personas no deberían ser tan crueles, ni el otoño tan corto. El tiempo debería ser suficiente.

Pero no es así.

La vida es tan compleja de comprender que  en ocasiones muchas personas terminan acabando con la suya. El amor es tan difícil que la mitad de las personas en el mundo cargan con un corazón roto. La gente es tan cruel que arruinan a los demás sin ni siquiera darse cuenta, causando un daño irrevocable. Y el tiempo es tan corto que una vida no es considerada suficiente para cumplir con todo lo que queremos.

¿No es eso una total desgracia?

Bufo, cerrando la ducha tras unos cuantos minutos. Envuelta en la toalla salgo del baño, y abro la maleta para ver que me pondré. Extiendo las opciones en la cama, decidiendo cuál quedará mejor con respecto al clima. El sol está brillante, así que opto por un vestido floreado naranja y pongo una cinta del mismo tono en el cabello, y unas zapatillas. E incluso cuando sigue siendo temprano, me pinto los labios de mi tono de rojo favorito, no muy oscuro, pero tampoco claro.

Luego bajo hacia el salón, en donde me consigo con Bastián y sus hermanas.

—Te estábamos esperando —indica Lía, sonriente.

—Vamos a salir a desayunar, y vamos a ir en bicicleta. Es un paseo agradable —dice Eliette.

Oh maldita sea.

—Yo no sé manejar bicicleta —admito, apenada—. Pero vayan ustedes y diviértanse.

—¿Eres loca? Vamos a ir todos, nosotros te vamos a enseñar. ¿Verdad, Bastián?

Bastián está cruzado de brazos, medio recostado de una pared mientras sus ojos se centran en los míos. El corazón se me acelera con los nervios de volverlo a ver, aunque sólo han pasado unas horas.

Un "pequeño" favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora