Un "pequeño" favor

3. Si fuera otra persona

Siempre hay ese alguien que nos hace suspirar e idealizar cada mínimo detalle. Incluso imaginarnos una vida entera en donde nunca estaríamos separados. Cuándo nos casaríamos , cuántos hijos tendríamos, de qué color pintarían la casa. Ese tipo de cosas.
El detalle está en que algunas veces no somos correspondidos por más que lo deseemos. No hay nada que uno pueda hacer para lograr que sea distinto, ni siquiera intentando cambiar, porque cuando no estás en el corazón de alguien, no puedes hacerte un lugar en él solo porque esa persona tiene un lugar en el tuyo. Tienes que aceptarlo, aunque te queme.

Yo lo sé, de verdad que lo sé, sin embargo nunca lo entendí. No entendía por qué tiene que ser así. Por qué no podía estar con quien yo quería.

Conozco a Tristan desde que tenemos doce años, lo que significa que sabemos casi todo del otro. Sus padres adoptivos viven el casa junto a la de los míos y por ende nos veíamos todos los días, y debido a que íbamos al mismo colegio, logramos crear una amistad.

Eso fue hasta que a mi tonto corazón se le ocurrió empezar a desarrollar sentimientos amorosos por él.

Me prometí llevármelo hasta la mismísima tumba, y lo mantuve. Excepto por el hecho de que de alguna manera, gracias a mi hermana, se enteró. La mañana del día de ayer recibí su llamada, al principio estaba tan entusiasmada que se me había resbalado el celular dos veces, pensé en que se había acordado que al día siguiente (es decir hoy) sería mi cumpleaños y me invitaría a celebrarlo juntos. No iba a ser una cita, por supuesto, pero sería lo más cercano que tendría a una con él, lo que me contentó.

Hasta que contesté, y luego de saludarlos, escuché su suspiro. Un suspiro que me indicaba que lo siguiente que diría no sería nada a cómo yo había pensado.

—Me caes muy bien, April, pero no eres mi tipo. Es mejor que sepamos que solo hay una amistad entre nosotros. Es por nuestro bien.

Decir que sus palabras se clavaron dentro de mi es poco. Y la única solución que tuve en ese momento fue irme a beber, a ver si el desastre de mis pensamientos se aminoraba considerablemente. Entonces resultó ser que me había acostado con un desconocido, quien esta noche era mi novio falso.

Maldito destino, y sus retorcidas jugadas.

Una vez escuché que la vida es como un cubo de rubik. Y justo eso se ajusta perfecto a la mía, porque mientras yo intento arreglar un lado, el otro se desordena.

—Gracias, Tristan —respondo, parpadeando con lentitud.

Él se acerca, dándome una sonrisa torcida. Esa sonrisa que me había hecho babear en mis años en plena pubertad. Para ser justos, puede considerarse que es atractivo, sus ojos negros y su cabello oscuro, y su cuerpo ágil, producto de años en atletismo. Ha tenido muchas novias a lo largo del tiempo, pero según él nada serio. Eso había sido una esperanza para mi, hasta su llamada.

Se detiene, y se agacha lo suficiente para darme un beso en la mejilla. Contengo la respiración mientras sus labios se posan en mi piel, y cuando sus ojos se centran en Bastián, me tenso.

—Él es Bastián —Lo presento, y él se pone de pie para estrechar su mano.

—Es su novio —apunta Olive, dando saltitos en su sitio.

Tristan levanta las cejas, en estado de shock. Mi boca se seca repentinamente. El cosquilleo que sentí al tenerlo tan cerca, pronto se evapora, reemplazado por un nudo en mi interior.

—No sabía que tenías novio —murmura, y sé que no es todo lo que quiere decir.

Lo conozco y sé cuando deja una frase inconclusa. Esta vez lo hace porque estamos frente a todos y sin duda guardará eso que piensa para cuando estemos solos.