21. Sentir.

63.1K 4.1K 1.1K
                                    

April y Bastián

🧡

April.

La urgencia que se desliza sobre mi voz es casi tan vergonzosa como mis ganas de que no me deje sola esta noche. Porque la pura verdad es no quiero estar sola, y quiero, quiero más que nada estar con él. Ni siquiera necesitamos hablar. Ni siquiera necesitamos besarnos o tratarnos como novios o incluso amigos. Solo sé que su presencia aleja la voz destructiva en mi mente y cuando estoy con él en mi pecho no me aprisiona, el nudo qué hay dentro de mí finalmente se suelta mientras lo miro a él.

¿Qué se supone que significa eso?

Oh dios, Bastián sigue sin moverse y mucho menos decir algo y ahora el nudo se mueve a mi garganta, cerrándose cada vez más, y siento un miedo aterrador ante...

—Me quedaré contigo —responde, quitándome la mano de su brazo y poniéndola en mi cintura para guiarme hacia la habitación.

El corazón se me acelera a no sé cuántos kilómetros por segundos, rápido, abrumante. Me muerdo el labio, conteniéndome de decir algo para llenar el silencio, de hacer alguna pregunta o cualquier cosa en general. Silencio, April. Silencio, April.

Bastián cierra la puerta con un suave click y me mantengo en mi sitio, desde el centro de la habitación, tan solo mirándolo, o mejor dicho; admirándolo.

—¿Tienes sueño? —le pregunto, mi boca se opone a quedarse cerrada mucho tiempo.

—No mucho, ¿y tú? —responde.

—Tampoco —Vuelvo a morderme el labio—. ¿Podemos jugar?

—¿Jugar? —El alza ambas cejas, estrechando los ojos poco después.

—Sí —Señalo su consola y la pantalla enorme del otro lado.

—Ah, jugar —repite, pensativo y me da la ligera atención de que no pensó que me refería a eso—. Claro, ven.

Bastián prende todo lo necesario mientras me quedo pasando mi peso de un lado a otro, nerviosa y expectante y ni siquiera sé a qué se debe el revoltijo en mi estómago.

Él se sienta en la silla acolchada y grande y gira para mirarme.

—¿Dónde me siento yo?

—Aquí.

—¿Cómo que "aquí"? —resoplo—. Solo hay una silla.

—Te vas a sentar aquí —sostiene, recostando los brazos de los lados y se recuesta ligeramente.

—Entendido, supongo que te refieres a que me sentaré en el piso —Me cruzo de brazos, a punto de doblar las piernas.

—Aquí. Te sientas aquí —Él señala su regazo, en un tono que no supone diferir.

Una carcajada nerviosa sube por mi garganta.

—Buena broma.

—Hay una sola silla. Y no te vas a sentar en el piso, así que ven aquí y siéntante encima de mi.

Un "pequeño" favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora