50. Alive in my head.

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What died didn't stay dead
You're alive, you're alive in my head.

Marjorie, Taylor Swift.

🌷

April.

Duelo.

Parece ser una palabra tan simple, de un hecho tan inevitable como es la muerte. O al menos eso piensas hasta que lo vives. He visto a muchas personas perder a seres queridos, y nunca pude entender el grado de dolor con el que tenían que cargar.

Alguien se muere, y esa muerte solo afecta a los que la querían, pero el mundo sigue de la misma manera que antes. Sigue girando, las personas siguen caminando y riendo, no se cae el cielo para acompañarte en tu dolor. Todo sigue su curso.

La vida sigue, aunque otros la hayan perdido.

Ahora sé lo que es un duelo, y deseo a diario no estarlo viviendo. Es como si hubiesen metido una mano en mi pecho, arracando mi corazón, dejándome rodeada de agonía y desolación, y luego me obligan a sentarme frente a esa mano, viendo cómo mi corazón se desangra. Las gotas de sangre caen hasta la tierra, en donde está la tumba con la persona que amaba y que ahora no está.

Desde que Winter murió siento que estoy remando en un barco varado en el océano, remando con mis propias manos, y viendo el agua entrar por la madera, inundándome.

Estoy en un bucle infernal en donde revivo cada conversación, cada risa que compartimos y el arrepentimiento se niega a dejarme ir. Y cada mañana me despierto creyendo que todo fue en sueño, pero entonces veo su cama vacía, veo sus cosas sin moverse, y lo que más me duele, es que no la veo a ella.

No la veo.

Y duermo, para poder encontrarla, pero tampoco lo logro. No la encuentro, ni siquiera en sueños.

Mis ojos se cierran, mientras mis lágrimas siguen rodando en un llanto ensordecedor. Abrazo uno de sus peluches, necesitando, necesitando... que todo sea una mentira. Mi respiración se calma, y el sueño comienza a enredarme en una bruma, hasta que termino durmiéndome.

Camino en un campo llenos de flores de todos los colores, el sol encima de mí es despejado y a lo lejos puedo escuchar una melodía vivaz. Intento descubrir en donde estoy, pero nunca he visitado este lugar. Es demasiado hermoso, demasiado perfecto para ser real.

Mis ojos se estrechan, mirando a la persona qué hay a unos metros de mi. Alza su mano, llamándome para que me acerque, y aunque es difícil saber quién es debido a lo lejos que estamos, avanzo hacia ella porque sé que debo hacerlo, sé que quiero, sé que debo.

Mi corazón comienza a latir desbocado mientras corro hacia ella. Pronto todo se vuelve más y más claro, y corro con más fuerza, comenzando a llorar.

Porque frente a mi está ella. Está Winter.

Me detengo, mirándola. Su cabello es igual de oscuro, y lleva unas flores blancas, se ve más brilloso, al igual que su rostro. Su rostro es igual al de una muñeca, su piel lisa y sus mejillas sonrojadas. Lleva un vestido largo color azul, y me sonríe como nunca la vi sonreír.

—Tú... Tú... Estás aquí —susurro con la voz rota, sintiendo tanto que apenas puedo seguir de pie.

Winter se lanza hacia mi, abrazándome antes de que yo pueda abrazarla a ella. Es la primera bocanada de aire que tomo en lo que se sienten como siglos de ahogamiento.

Lloro en sus brazos, y ella hace lo mismo.

—Te extrañé —dice, su voz sonando tan afectada como la mía—. Ven, ya casi viene el atardecer y hay que ver esto.

Un "pequeño" favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora