36. Una confesion, un te quiero y un vestido

50.6K 3K 1.1K
                                    

The wrong place at the right time
And I break down, then he's pullin' me in
In a world of boys, he's a gentleman.

Slut, Taylor Swift.

April.

Los días pasan más rápido de lo que puedo registrar con claridad. Primero fueron dos semanas en el departamento de Bastian, las que se convirtieron en un mes, y aunque ninguno había dicho lo que ambos sabíamos, mi estadía en su hogar parecía más permanente que pasajera. Había traído la mayor parte de mi armario y la había puesto en el espacio que Bas hizo para mi (uno considerable debo destacar, aunque sí lo piensan bien, es entendible teniendo en cuenta que es una habitación completa solo para su ropa, y ahora la mía también).

Mi gato se había acostumbrado sin esfuerzo a estar merodeando a donde fuera Bastián, aunque él no era el más fan de los gatos, aun así, le hacía cariño de vez en cuando y se encargaba de estar al pendiente de su comida y sus cosas en general.

Así que podía decirse que estaba más que adaptada a vivir con Bastián. Y nunca había vivido algo tan bonito como dormir y despertar junto a él, de los besos de los buenos días, de las madrugadas de películas, y de todas esas cosas cotidianas que no tenían tanta emoción como cuando lo he empezado a hacer junto a él.

—¿Cómo estuvo tu día hoy? —pregunta mientras estamos en el baño, ambos parados frente al lavamanos.

Mis ojos van hacia los dos cepillos de dientes en el mismo sitio, el mío rosado y el de él negro, y mis labios se curvan.

—Fue emocionante —admito, agarrando la pasta de dientes—. Hoy fue una excursión de extranjeros al museo, y terminamos todos tomando café que ellos mismos habían hecho. Además, mi jefe me dio las felicitaciones por haber sido, según él, la mejor empleada que ha tenido en varios años.

A decir verdad no lo creí, sabía que habían muchas mejores empleadas que yo, sin embargo, se lo agradecí y me permití alegrarme por eso el resto del día. Incluso ahora, cuando son casi las diez de la noche, mi corazón sigue contento por las felicitaciones.

—Eres buena en tu trabajo, tu jefe sería un idiota si no lo hubiese notado.

Suelto una risita y tomo mi cepillo.

—Gracias —Un ligero calor recorre mi rostro, sus cumplidos teniendo el mismo efecto en mí desde el primer día—. ¿Cómo estuvo el tuyo?

—Tuve una reunión tediosa —confiesa—. El juego en el que estoy trabajando me está tomando más tiempo de lo previsto, y tengo que tenerlo listo antes de fin de año. Mañana tengo otra reunión, y será peor porque será con los inversionistas.

—Lo tendrás. Yo creo en ti —digo con distracción, tomando crema y poniéndome un poco en el rostro.

Pasan unos largos segundos en donde el silencio se espesa alrededor de nosotros y levanto la mirada solo para observar a Bastián y de esa manera saber qué sucede.

Lo encuentro mirándome directo a los ojos, con tanta intensidad que mi pecho se infla y los latidos de mi corazón se aceleran demasiado.

—Bas, ¿estás...?

Él me interrumpe tomándome por la nuca y dándome un beso que me lleva al cielo y luego me estrella contra la tierra en una caída catastrófica.

Uno creería que después de tantos besos que me ha dado, ese sentimiento arrasador iría disminuyendo, pero la pura verdad es que solo aumenta, porque con el tiempo pasando, lo único que hacen mis sentimientos es crecer tanto que apenas entran en mi pecho. 

Un "pequeño" favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora