30. Merecer más y una casi confesión.

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🧡

April.

Me despierto con un dolor de cabeza infernal. Gimo, rodando sobre la cama y pensando en estupida que fue al pensar que embriagarme fue una buena idea. ¿Si ya había vivido algo similar el día en mi cumpleaños para que lo había vuelto a hacer?

Por la llamada de tu madre. Por Olive.

Cierto. Eso. Abro los ojos con dificultad e intento parpadear sin sentir que estoy muriéndome en vida. Giro hacia el otro lado de la cama y siento algo duro a mi lado, levanto la cabeza de golpe y chillo con fuerza y con el corazón acelerado en cuanto veo a Bastián sentado en la cama.

Me quejo, agarrando mi cabeza con fuerza, mi chillido causó muchas punzadas. Hundo mi cabeza de nuevo en la almohada y mi cuerpo se ablanda cuando Bastián acaricia mi cabello con sus dedos. La presión baja un poco y respiro con tranquilidad. Un rato más tarde pongo mi mejilla en las sabanas, para de esa manera poder tenerlo en mi campo de visión.

Lleva puesta una de esas camisas de ejercicio y mangas largas, que deberían ser ilegales por el bien de la humanidad y de los corazones acelerados, porque se amoldan a su cuerpo de una forma que hacen que el aire abandone mi sistema.

—Hola —susurra tan bajo como puede y hace una seña a la mesita de noche que está de mi lado.

Giro mi cabeza, todavía sin mover mi cabeza, y capto una botella de agua y pastillas. Me obligo a levantarme y a sentarme y cada parte de mí duele horrible, hasta mi garganta duele. Posiciono mi espalda en el espaldar de la cama y me bebo el agua y la pastilla.

—Gracias —mascullo, dándole toda mi atención.

Bastián asiente, y pone una mano en mi pierna, dándole un apretón reconfortante. Su toque cumple su función, y mis extremidades se relajan con el hecho de que él está aquí, a mi lado, y que todavía puedo disfrutar su compañía durante unos días más. Tres a decir verdad. Hoy, que es la boda de Simone, mañana que es nuestro primer día completo en Bora Bora y pasado mañana que será el último allí. Con él.

—Necesitamos hablar —dice y mi pulso se detiene por un milisegundo.

Esa frase nunca era una buena señal.

—¿Hice algo estupido anoche? ¿Te dije algo malo? —inquiero sin poder quitarme el temor de que la respuesta sea afirmativa de encima.

Como si de una premonición, una señal del destino, del universo o de Dios, todo llega a mi cabeza como una avalancha. Mis tripas se revuelven y mi boca se seca, recordando todo. Absolutamente todo. Lo que dije en el auto, el incidente del bar, dormirme encima de Bastián, contarle lo más oscuro de mi alma, que guardo en un cajón con llave.

—Oh Dios —Me llevo las manos a la boca.

No. No. No. Tonta. Tonta. Tonta.

—No hiciste nada malo, April —suelta sin mucha preocupación—. Solo quiero hablar contigo sobre nosotros.

Sobre nosotros.

¿Acaso iba a terminar nuestra relación falsa? Porque todos sabemos que cuando te dicen "tenemos que hablar sobre nosotros" es solo para romper. Aunque técnicamente nosotros no podemos romper algo que es falso, pero igual es aterrador.

—Hablemos entonces —Trago saliva.

—¡Tienen una hora para estar listos! —grita Lía desde el otro lado de la puerta.

—¿Por qué carajo tiene que interrumpirnos siempre? —Bastián se queja, rodando los ojos.

Mientras tanto solo puedo pensar en que ella ha dicho que tenemos una hora para arreglarnos. La boda no empieza hasta las dos de la tarde, maldita sea, pero nosotros debemos estar una hora antes para ayudar a Simone con lo que necesite.

Un "pequeño" favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora