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~Anahí~

Alfonso entra a la habitación cuando estoy cambiando a Ian cierra bruscamente la puerta.

—¿Qué le has dicho a Bianca? — Pregunta en un tono mordaz. Lo miro, frunzo el entrecejo en modo de "¿Qué está pasando?" y termino de colocarle la ropa a Ian. —¿Te vas a ir? ¿Te vas a llevar a nuestros hijos? — Pregunta con la vena hinchada. Ah, es eso.

—Le dije la verdad, no pude ocultárselo más — Respondo con tranquilidad tomando a Ian en brazos. —Y, de eso quería hablarte.

—¿Por qué le dijiste que nos vamos a separar? — Pregunta tomándome del brazo. Miro ahí, donde está su mano y lo fulmino con una mirada fría.

—Suéltame — Me suelta y me mira fijamente por largos segundos desafiándonos con la mirada. Me alejo y dejo a nuestro hijo en su cuna y salgo de la habitación. Poncho me sigue, y me doy cuenta que las chicas no están.

—Se fueron — Confirma. Intento ir hacia la cocina pero me detiene tomándome del brazo. —¿Te quieres divorciar? — Me pregunta acercándome a su cuerpo. Una de sus manos me sostiene de la cintura y la otra mi mentón para que lo mire.

—Suéltame — Exijo haciendo movimientos exagerados para zafarme de sus brazos, pero sin embargo mi intento es en vano. Ahora su mano izquierda se aferran más a mi cuerpo y su mano derecha me toma con firmeza de la nuca acercando mi boca a la suya.

—No quieres que te suelte — Susurra contra mis labios. Estoy agitada por los movimientos para intentar que me suelte, así que mi aliento choca contra el suyo.

—Suéltame — Farfullo una vez más, pero mi voz me abandona porque apenas se escucha mi súplica. Mis ojos están fijos en su boca y mis manos se aferran de su camisa con fuerzas.
Él me mira a los ojos, luego baja hacia mi boca y se humedece los labios. Sé que es lo que va a hacer, y no quiero que lo haga. Pero hay una fuerza superior a mí que no me deja soltarme, que me acerca más a su cuerpo, que acerca mi cara más a la suya y hace que mis manos se aferren más a su camisa.
Y entonces sucede. Me besa, me besa con firmeza, con furia, con voracidad dejándome sin aire. Sus manos ahora me aferran la cara. No recuerdo que me haya besado alguna vez así, tan brutal, sin sentimiento. Sin embargo mis manos sueltan su camisa y viajan hacia su espalda, colándose dentro de la camisa para acariciarlo y arañarlo. Con un movimiento me toma en brazos y mis piernas se enredan alrededor de su cintura sin dejar de besarnos. Llegamos a la habitación y mi cuerpo choca contra la puerta, donde me baja y abre la puerta sin separarse de mí. Estamos en la habitación, me quita con desespero la blusa y yo abro su camisa haciendo volar algunos botones.
Muerde con sus dientes mi labio inferior haciéndome gemir, de dolor y de placer, y luego suelta mis labios. Estoy perdida con los besos que me está dando en el cuello, no tengo mente para pensar en nada solo quiero disfrutar, descargar esa carga de placer que tengo dentro desde hace tiempo, necesito fuego, pasión... necesito un buen...
"Polvo". Mi voz interior nuevamente me interrumpe, pero tiene razón.
Poncho me apoya sobre la cama y vuele a besarme. Me aferro a su cuerpo porque cada beso me hace estremecer el cuerpo, me hace cosquillas allí donde más lo deseo y me hace dejar de recapacitar. Su boca viaja por todo mi cuerpo, besa mi pecho, mis senos por encima del brasier mientras sus manos buscan el broche de mi pantalón. Lo beso cuando siento sus dedos en mi intimidad acariciando ese punto lleno de nervios placenteros. Me aferro a su cuello con mis manos y gimo, gimo fuertemente contra su oído.

—¡Papá! — La voz de una de nuestras hijas nos saca de nuestra nube de placer, lo miro, mi respiración está más que acelerada. Lo quito de encima de mí empujándolo por el pecho y me levanto de la cama.

—Any...

—Kayra te llama — Digo levantando la blusa del piso. Me la coloco y abrocho mi pantalón.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora