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~Bianca~

Kayra me ha dejado sola por fin, entonces tengo el tiempo necesario para sumirme en mis pensamientos. Entiendo a mis padres, en realidad puedo entender que me sobreprotejan por miedo a que David me lastime... pero ¿Qué con eso? Me lastimarán mucho en toda mi vida, y ellos no estarán siempre para protegerme. Tengo que aprender, y si tengo que golpearme la cabeza contra la pared pues lo haré. Dicen que de los errores se aprende ¿verdad?
Me siento en mi cama y le mando un mensaje a David, que seguramente está en su departamento.

Mis padres saben que tenemos algo.

Envío y espero a que me conteste, pero en vez de responderme me llama a mi teléfono. Suspiro y contesto.

—Hola nena ¿Qué pasó exactamente? — Pregunta preocupado. Me tiro a la cama y me tapo los ojos con el brazo.

—Mi padre, me hizo un pancho enorme porque se enteró que me traes hasta aquí, que tienes más años que yo y no sé que más. Creo que habló con Martínez, el de seguridad.

—Sí lo recuerdo — Dice pensativo. —¿Qué harás?

—No lo sé. No saben que eres exactamente tú, mi profesor ¿Entiendes? Pero me prohibieron que te vea — Explico.

—¿Entonces?

—Entonces nada. Te veré igual, eres mi profesor ¿No? Además no tienen por qué enterarse — Bufo sentándome. Me viene de golpe un dolor de cabeza y me quejo. —Auch.

—¿Qué tienes Bianca?

—Un dolor de cabeza, una punzada de golpe. Nada grave, es que entre tanto llore y llore me causó dolor, ya sabes. No diré nada David, no pondré en peligro tu carrera ni tu puesto en el colegio.

—Es lo que menos importa Bianca, a mi me importas tú. Y hablaremos de esto con más tranquilidad — Explica.

—Si pero tampoco pondré en peligro tu puesto — Suspiro. —Estoy sola en esto, bueno mi hermana me entiende pero me temo que la tendré difícil.

—Chiquita, estoy contigo pase lo que pase ¿si?


~Anahí~

—¿Y tú que Any? — Me pregunta Alfonso. ¿Yo? Ok.

—Pues que eres un insensible. Entiendo que quieras protegerla, pero deberías actuar con más tranquilidad para hablar con ella ¿No crees? De veras que tratar a tu hija así no me gustó para nada — Se acerca para abrazarme pero lo quito. —¿Por qué tienes que reaccionar así?

—¿Cómo quieres que reaccione? ¿Así tan normal como tú? Claro que no — Exclama cabreándose. Suspiro. No hay caso con él.

—Soy más comprensiva, eso es todo. Tengo más tacto que tú — Lo reprimo enojada. —Son mis hijas, soy su madre y tengo que comprenderlas y apoyarlas. ¿Quieres ser duro con ellas? Ok, pero no pienses que lo seré yo. En estos momentos Bianca no necesita reprimendas, necesita que la comprendamos ¿Por qué? Porque está enamorada ¿No eres capaz de comprender eso? Por más que hagamos lo que hagamos no le quitaremos el amor que siente.

—¡Anahí escúchate! ¿Cómo puede ser amor si ni siquiera es su novio? ¡¿Me jo.des?! — Grita exasperado. Achino los ojos y aprieto la mandíbula.

—¡No me grites! Pensamos diferentes, y eso es todo. ¿Sabes qué? Si mi hija me pide consejos le aconsejaré lo mejor para ella — Afirmo. Alfonso me mira incrédulo y se acerca.

—O sea que me harás quedar como el malo de la película — Gruñe.

—No Alfonso, ni tampoco quiero quedar como una mamá cool ¿Ok? Solo quiero lo mejor para mis hijas, y no estoy dispuesta a verlas sufrir. Así que sal, toma aire y piensa un poco antes de volver a hablar con Bianca — Paso por su lado y voy hacia arriba. Cuando subo Ian está llorando en su cuna, parado y agarrado de los barrotes. —Ya mi amor, perdón por no escucharte — Lo tomo y seco sus lagrimitas con besos. —¿Quieres que vayamos a ver a tu hermana? Necesita de apapachos — Lo beso y, antes de ir con Bianca, le cambio el pañal. —Ahora sí — Salimos y caminamos hacia la puerta de Bianca.

Golpeo y su voz me hace ingresar. Le sonrío y cuando Ian la ve le dedica una sonrisa muy grande haciendo notar los pequeños dientecitos que le están saliendo. Bianca sonríe y estira sus brazos, aún sentada sobre su cama, para tomar a Ian.

—Ian quería apapacharte, sabemos que lo necesitas — Miro a Ian que juega con la cadenita que cuelga del cuello de Bianca, y yo me siento en su cama. —Bianca ¿Podemos hablar bien?

—Claro — Asiente. Sienta a Ian en medio de la cama y le da una cajita de adorno para que se distraiga.

—¿Puedes contarme como son las cosas? Detalladamente, y quiero saber de ese chico — Pido. Ella baja la vista, juega con Ian unos segundos hasta que vuelve a mirarme.

—¿Te pondrás como papá? — Pregunta. Niego inmediatamente.

—No. Sé que no reaccioné abajo, pero es que me dejó impactada. Digo, tiene veintisiete años y tú apenas dieciséis. Es un hombre y tú eres una adolescente, es mayor y tú aún eres menor de edad. Todo me dejo shockeada ¿Entiendes? — Explico aún un poco desconcertada. —Es que me cuesta entender que estás atraída por un hombre tan grande.

—Sé que es grande, pero te juro que es todo real y bonito mamá. Él... bueno quizás no conozco mucho de él, pero me hace sentir muy bien, jamás en toda mi vida me sentí así. Es tan... tierno conmigo. Y te prometo mamá que si tú lo quieres conocer te lo presentaré si así te quedas más tranquila.

—La verdad que quisiera saber a ver que onda ese chico eh — Sonrío de lado. —Pero entiéndenos, no queremos que te lastime. Son personas muy diferentes, la diferencia de edad se nota muchísimo y tu padre y yo solo queremos protegerte — Explico. —Tu padre reacciona como todo padre ¿Entiendes? Ok, se que se ha pasado en gritarte. Pero él es impulsivo, todos lo conocemos.

—Si sé — Baja la vista.

—¿Estás segura de lo que ese chico siente por ti? ¿No es un juego? Bianca, tienes dieciséis años, no es broma. Eres chica aún, no sabes todas las cosas que pueden pasar — Ian gatea hacia mí y lo siento entre mis piernas, luego vuelvo a dirigirme hacia mi hija. —Hablé con tu papá, irá a tomar aire, se calmará y volverá a hablar contigo tranquilamente.

—Mamá yo no tengo nada más que decir. Estoy con David en algo, ni siquiera es noviazgo. Tiene once años más que yo pero conozco sus sentimientos, y lo quiero ¿Entiendes? Así como tú te sientes cuando estás cerca de Poncho, lo mismo siento yo por él. Es muy, muy fuerte y de verdad lamento que no lo entiendan — Expresa abatida. Toma a Ian y lo acerca a su cuerpo, le deja un beso en la frente e Ian la abraza. Lo mantiene contra su cuerpo, Ian apoya la cabeza en el hombro de su hermana y así se quedan por largos minutos, como si Ian comprendiera que su hermana necesita de esa contención tan pura y sincera.

—Bianca ¿Es un profesor? — Ella abre los ojos y me mira con una expresión que no sé descifrar.

—No — Niega. Entonces me quedo más tranquila. —¿Quién es?

—Un... amigo de una amiga — Dice con voz trémula. La miro con desconfianza y ella baja la vista.


—¿Me puedes decir la verdad? Bien, seré comprensiva contigo, trataré de dejarte ser feliz de cierto modo, pero si me mientes las cosas no irán bien.

—Ma... en serio, no es un profesor — La miro achinando los ojos y muevo la cabeza asintiendo.

—Ok, mucho mejor. Eso ya sería muy grave ¿Lo entiendes?

—Si — Susurra.

—Bianca, queremos que estés bien. Tampoco te tendremos encerrada aquí prohibiéndote verlo... bueno creo que tu padre sí, pero yo no. Pero tampoco quiero que te lastimen y luego decirte que te lo dijimos.

—Ya sé mamá pero ¿No creen que tienen que dejarme ser? Al fin y al cabo la que aprenderá soy yo — Expresa queriéndome hacer entender, y es que sí. Así como mis padres me dejaron crecer en libertad y aprender de los errores, creo que debería darles chance a mis hijas.

—Quisiera evitar que rompan tu corazón — Mis ojos se humedecen y mi voz comienza a fallarme.

—¿Y si no me lo rompen? ¿Si él siente de verdad algo sincero por mí? — Sus manos llegan hacia las mía e Ian las mira, luego sonríe. —Tengo que aprender, y con ustedes protegiéndome de todo no podré — Inevitablemente unas lágrimas se me escapan, pero termino asintiendo.

—Por mi parte trataré de darte chance, pero quiero conocer a ese tipo y saber sus intenciones. No te entregaré a sus manos así porque sí ¿Comprendes? Y tu padre... yo hablaré con él — Advierto tomando a Ian.

—Papá no accederá, él es diferente a ti — Farfulla con un mohín.

—¿Cómo crees que reaccionaría otro padre? — La hago pensar, y ella hace un gesto de comprender. —Es un padre más, se preocupa por ti ¿Si? Así como él te dará chance de hablar, tú déjalo que se preocupe como todo padre.

—Ok — Acepta suspirando. Me acerco y junto a Ian la abrazamos. Mi bebé larga un gritito haciéndonos reír. —Él me apoya — Bromea Bianca.

—Bian, nosotros nos preocupamos por ti — Soplo. —Te amo mucho hija — Beso su frente y me levanto con el niño en brazos.



~Poncho~

Salgo a tomar un poco de aire como me pidió Anahí, hace frío pero quizás la helada me congele las malas ideas que le tomé a ese tipo sin conocerlo. Pero... ¿Qué padre no se preocuparía por su hija de dieciséis años? Tiene dieciséis, no veinte. Es muy diferente a que sea mayor. Pero Bianca está a mi cuidado, tanto como al de su madre, es menor y lo será por un año y medio más.
En cuanto a Kayra, con esa niña no hay remedio. Está cada día más insolente y ya no sé como tratarla, porque si la trato como todo un padre duro Anahí se enoja conmigo. Pero si la trato normal me toma por estú.pi.do y me pisotea como si yo fuera un amigo o un hermano suyo. Ya no tiene respeto, y cree que porque está embarazada tiene derecho a tratarnos así. Es menor así esté embarazada, pero está muy subida a una nube y la bajaré de una sacudida si es posible. ¡Maldición! Estas gemelas me van a matar antes de los cuarenta... y... ¿Quién dijo que sería fácil? Es ahora, en la rebeldía de mis hijas, que entiendo a mis padres.

—¿Pensando? — Volteo y veo a Maite bajando de su auto. Se acerca al banco de aquella nombrada plaza, yo me encojo de hombros y le hago un gesto para que se siente a mi lado.

—Tratando de enfriar mis ideas — Respondo mirando hacia al frente. La noche está fresca, aunque no sean ni las nueve aún. —¿Tú que haces aquí?

—Tengo que platicar con Any personalmente, algo sobre Cian y además vine a traerle algo que me pidió. Pero cuéntame ¿Pasa algo? — Se interesa.

—Pensaba en lo difícil que es ser padre — Suspiro.

—¡Las gemelas! ¿Qué hicieron esta vez? ¿Kayra? — Sonrío de lado, bien Kayra es la rebelde de las gemelas, pero esta vez es Bianca.

—Bianca, más que nada.

—¿Bianca? — Se sorprende. —¿Bianca neta? ¿Qué hizo?

—Sale con un tipo once años más grande que ella ¿Puedes creer? — La miro y veo como lentamente Maite abre la boca en modo de sorpresa. —¡Once años Maite!

—Woah ¿Once? — Hace un mohín y se queda pensativa.

—Si, once. Y no entiende la gravedad de la situación, piensa que todo es fácil y color de rosa. Pero no pensará eso cuando le rompan el corazón y la hayan solo utilizado.

—Espera Poncho — Me frena mi amiga —¿No crees que te estás adelantando?

—¿Tú también la defenderás? Estás como Any — Me quejo.

—Any es la madre, además es mujer y entiendo que quiera entenderla. Sé que es demasiado. De hecho no me parece que esa relación esté bien. Pero... no conozco al chavo ¿Tu lo conoces?

—No Maite — Niego.

—¿Y estás juzgándolo sin conocerlo? — Cuestiona.

—Y además porque es un tipo de casi treinta años que quiere con una niña ¿No te parece que tengo que pensar mal? — Gruño incómodo y furioso. Pensé que se me iba a pasar un poco, pero cuando recuerdo la situación mi rabia regresa una y otra vez.

—Bueno, tienes razón en ponerte así — Ambos nos quedamos callados unos minutos, el viento y el ruido de las copas de los árboles son lo único que se escucha. —Aunque... estoy seguro que le gritaste bien feo a Bianca.

—Sí lo hice, y a Any no le gustó por eso me mandó a reflexionar — Mascullo. —Pero no entienden que cualquier padre reaccionaría así — Explico. Mai me toma las manos y afirma.

—Cualquier padre que ama a sus hijas reaccionaría así. Es entendible, pero debes pensar en frío. ¿Hablaron de esto? ¿Qué siente Bianca?

—No lo sé Mai — Niego. —Tengo que hablar tranquilamente con ella, pero eso no quiere decir que acepte que salga con un tipo tan grande.

—Entiendo — Afirma. —¿Entonces que harás?

—¿Tú entiendes que no puedo aceptar una relación así? — Cuestiono queriendo que alguien me entienda.

—Poncho, todo está en hablar con tu hija. Cuando sepas los sentimientos de ella te darás cuenta. Digo... Si ella te demuestra que lo quiere ¿Qué puedes hacer ante eso? No puedes arrancarles los sentimientos.

—Lo mismo me dijo Any — Farfullo entre dientes. —Pero quizás sea un capricho.

—¿Y si es un capricho que? Déjala que aprenda.

—No puedo, no quiero que la lastimen. Mucho menos un tipo tan grande.

—¿Y si conoces al chico antes que decidir todo? Quizás te das cuenta de sus intensiones, sean buenas o malas, y ahí tomas la decisión.

—Si pido conocerlo le estaría dando falsas ilusiones a Bianca, y la verdad no quiero que siga con esto — Digo decidido.

—Ok, yo no puedo meterme tanto. Si fuera de parte de Kayra iría yo mismo a conocerlo, y de hecho no conozco a su novio. Me contó Any que apareció.

—Bueno, ese es otro caso. Kayra está bien, contenta... aunque muy maleducada. Tiene apenas dieciséis años y piensa que porque tiene un bebé en su vientre puede comportarse como una adulta — Me quejo. Maite frunce el entrecejo.

—¿No le pediste que se comporte como una persona madura? — Cuestiona confundida.

—Sí, pero que sea educada. ¿Has visto como nos trata? Le daría unas nalgadas, pero si lo hago Anahí me castra — Refunfuño. Maite niega con un movimiento leve de cabeza.

—No es la solución.

—Lo sé, pero se me van de las manos. ¿Por qué las mujeres tienen que ser tan complicadas? — Miro el cielo estrellado y suspiro largando humo por mi boca. —Creo que nunca las entenderé.

—¡Oye! — Se queja dándome un golpecito. La abrazo y acaricio sus brazos dándole calor.

—Bueno, tú eres distinta porque piensas como psicóloga — Me río —Y además eres mi hermana. Pero entre mi mujer y mis hijas me volverán loco.

—Deberías hacer algo para descargar y así evitar descargar toda la furia con tus mujeres. Mira, puedes ir al gym, o hacer natación ¿No te parece? — La miro incrédulo y me carcajeo.

—Podría hacer algo así como practicar tiros ¿No te parece? O cazar — Me burlo.

—Cazar es malo.

—Cazar aprovechadores — Remato. Maite ríe y vuelve a pegarme en el brazo.

—Entonces practica béisbol — Sugiere entre risas. Tendré que hacerle caso y practicar algo para liberar el estrés o mis mujeres me matarán de disgustos.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora