31

185 18 3
                                    

~Anahí~

Termino de hablar con Guzmán que me dio la gran noticia del desfile a beneficio, con ello podré volver a promocionar mi empresa y mis prendas y Cian volverá a lo de antes.
Dulce entra en mi despacho luego de golpear.

—¿Que hubo Anita? — Se sienta frente a mí con una amplia sonrisa.

—¿Y tú? ¿Qué es esa cara?

—¿Te arreglaste con Poncho? — Suelta. Me acuerdo de él y sonrío como boba, luego miro las flores a un lado.

—Se puede decir que sí.

—¿Cómo? ¿Aún...?

—¡Si Dul! — Expreso emocionada, me levanto de mi silla y camino por mi oficina. —Creo que este mes me ha demostrado que yo sin él no puedo vivir. Lo necesito en mi vida, lo necesito a mi lado, lo necesito en mi cama — Cierro los ojos y escucho a Dul.

—¡Uy Anita! ¿Vuelve a tu vida y a tu cama?

—A nuestra casa. Lo decidí, no quiero estar más lejos de él — Explico.

—Me parece bien, es algo que de un principio tenías que hacer, pero entiendo que necesitabas tu tiempo. Por lo menos sirvió para algo ¿No? — Expresa Dul.

—De mucho Dul, me sirvió de mucho — Afirmo.

—Así que ahora a preparar ese cuerpecito eh! — Se burla —Mira que entre tu tensión y las descargas que te dará Ponchito... ¡¡Uf!! Prepárate — Añade muy suelta. Yo abro mi boca y mis ojos en modo de sorpresa, es increíble como mi amiga de toda la vida aún me hace poner de color carmín. Trago grueso, incómoda por la situación, y ella se levanta. —Y luego me pregunto a quien salió Bianca tan... vergonzosa — Ríe y camina hacia la puerta. —Y ya me voy, iré a ver a Kayra.

—¿A Kay? — Pregunto asombrada, Kayra es más unida a Maite que a Dulce...

—Estuvimos hablando por Whatsapp, está solita, abandonada por sus padres y su hermana... y dije que iría a verla ¿Me das permiso de salir? — Me sorprendo más ante esas palabras, creo que no debería sentirse abandonada, solo la dejamos cuando nos vamos a trabajar. Aquí, creo, la abandonada es Bianca por todo lo que está sucediendo. Pero trato de despejarme un poco y afirmo la salida de Dulce.

—Claro. Dile que hablaré con ella en cuanto regrese — Dul asiente y sale de mi oficina. Tomo mi teléfono y le marco a mi otra hija. —Hola amor.

—Hola ma — Responde.

—¿Cómo estás cariño? — Pregunto dando vueltas.

—Pues, precisamente ahora en clase de teatro. ¿Ocurrió algo? — Pregunta preocupada.

—No, claro que no. Solo llamaba para saber cómo estabas — Expreso. —Perdóname.

—¿Perdón por qué? ¿Por llamarme? No te preocupes ma, el profe deja que atienda mis llamadas — Dice despreocupada.

—No Bianca, perdóname por tenerte tan abandonada. Es que... con todo esto que pasó con tu padre y con Kayra no te presto la atención suficiente, ni la que debería prestarte. Uno de estos días saldremos tú y yo solas ¿te parece? A pasar un día completo para platicar, o hacer lo que tú quieras — La escucho sonreír del otro lado.

—Me encantaría, pero sabes que yo no siento que me abandonas. Entiendo que Kayra necesita mucha contención y me parece bueno que estén con ella todo el tiempo — Sé que lo dice para tranquilizarme, para que yo no me sienta culpable... pero igualmente me queda esa culpa. Ella al igual que Kayra me necesita, es apenas una adolescente que quizás tiene muchas cosas que contarme o preguntarme, pero que yo no escucho por estar con Kayra, en el trabajo o preocupada por mis problemas.

—De todos modos, mañana puedo dejar a Maite a cargo e irme contigo — Digo con un tono de entusiasmo. —¿A dónde quieres ir?

—Lo que tú quieras está bien — Susurra. No la veo entusiasmada, así que dejo de insistir.

—Bien. Te dejo seguir con tus clases — Respondo resignada. —Suerte hija.

—Gracias. Nos vemos luego — Me cuelga antes de que yo pueda decirle un "te quiero".


~Kayra~

Estoy acostada en mi cama, con la mirada fija en ningún punto exacto porque mi mente está en otro lado. Así se pasan mis días, yo tirada en esa cama sin ganas de nada esperando alguna milagrosa llamada de Román, sin embargo los días pasan, mi vientre crece y las esperanzas desaparecen.
Golpean mi puerta y sin ganas hablo.

—¿Quién?

—¡Dulce! — Me volteo y le digo que ingrese. —¿Cómo anda mi sobrinita? — Me siento en la cama y sonrío de lado, ella se sienta a mi lado en mi cama y me dedica una de esas sonrisas que son únicas de ella. Entonces me acerco y la abrazo.

—¿Te dignaste a visitar a tu sobrina? — Le reclamo abrazada a su cuerpo. —Te extrañaba.

—Siempre me acuerdo de mis sobrinos, niña — Ríe y nos separamos. —¿Qué haces aquí encerrada? ¡Hay que salir a ventilar! Anda, levanta ese cuerpecito que tienes y vamos a dar un paseo.

—No tengo ganas — Digo haciendo un mohín. No tengo ánimos, y al no tener ánimos el cuerpo se revela ante cualquier ejercicio.

—¡Tienes dieciséis años caray! Si a esta edad no tienes ganas, no me quiero imaginar en veinte años — Tira de mi mano y logra levantarme. —Estoy segura que tienes ganas de tomar un chocolate caliente con unos bollitos ¿verdad? Anda — Ante esa descripción mi estómago o mis antojos me hicieron sonreír entusiasmada y caminar hacia mi closet.

—Buen punto Dul — Río.

Bajamos luego y, mientras Martita pasa la aspiradora, Ian está sentado en su sillita mordiendo su juguete. Dul me mira, levanta una de sus cejas y yo le hago una afirmación.

—Bien príncipe, hoy pasará una par de horas con las intensas de su tía y su hermana — Lo toma en brazos y Ian, tan simpático como siempre, le dedica una sonrisita. Luego de esto Dulce lo besa y él se pone más tímido, apoyando su cabecita sobre el hombro de ella. —Timidez Puente — Expresa Dulce haciéndome reír. Subimos en busca de un abrigo para Ian, le ponemos su gorrito y lo sentamos en su cochecito. Todos abrigados nos despedimos de Martita y salimos.

Mientras caminamos hacia uno de esos Cafés donde preparan deliciosas meriendas, Dulce empuja el cochecito de Ian que juega con una jirafa de goma y platicamos.

—¿Cómo va eso? — Pregunta. La miro sin entender. —El embarazo — Aclara. —Tu bebito. ¿Lo has visto?

—No — Susurro mirando hacia al frente. Ella piensa unos momentos antes de abrir la boca, sin embargo hablo antes. —La única ecografía que me hice fue hace un mes para saber más o menos el tiempo, me metieron algo horrible dentro para verlo — Me quejo —Pero no distinguí nada.

—Verás que cuando lo veas mediante una ecografía sentirás la mayor satisfacción y felicidad del mundo — Afirma con una sonrisa. Me quedo callada, quizás verlo y escuchar su corazón me haga cambiar esa idea que ronda mi cabeza. —¿Cuánto tiempo tienes?

—Casi tres meses — Respondo.

—¿Y que quieres que sea? — Pregunta.

—Me da lo mismo — Respondo sin ganas. Ella me mira asombrada y seria.

—¿Te da lo mismo que sea niño o niña o te da lo mismo porque no deseas a este bebé? — Pregunta con seriedad. Alzo mis hombros y guardo mis manos en mis bolsillos.

—No deseo nada de lo que me está pasando — Respondo —Pero lo acepto, claro que lo acepto.

—No te entiendo.

—A lo que voy es que, no es mi sueño ser mamá justamente ahora... pero ya, estoy embarazada y es lo que me tocó — Explico. Entramos al Café y tomamos una de las mesas que están al lado de las ventanas. El clima allí es cálido, así que nos sacamos los abrigos. Pedimos una merienda completa, incluida leche caliente para Ian y esperamos.

—Es algo hermoso Kayra. Sé que a tu edad no es lo que deseas, pero piensa; tienes un ser en tu vientre, un bebé que crece día a día dentro de ti, al cual proteges y alimentas ¿No te parece maravilloso? — Intenta hacerme repensar.

—Pues sí — Miro hacia la calle y Dul deja de insistir.

—Bien, cambiemos de tema ¿No? No quiero presionarte ni hacerte sentir incómoda, salimos para platicar y pasarla bonito. Cuéntame algo ¿No? — Pide. Sonrío satisfactoriamente y pienso que contarle, entonces nombro a Bianca.

—A que no sabes que pasa con mi gemelita — Alzo mis cejas y Dulce me presta toda su atención.


~Bianca~

Cuando termina la clase Anette me espera, pero David vuelve a llamarme así que con un gesto le pido que se vaya. Anette no lo hace, al contrario me llama y decido bajar del escenario.

—¿Y todavía te queda la duda? Hoy no te espero — Alza sus cejas y me da un golpecito en la espalda. —Ojo con lo que hagas, ve despacio.

—¿Qué? ¿Qué dices Anette? Obvio no, solo quiere hablar conmigo — Me defiendo. Ella hace un gesto de "no manches" y se ríe.

—Igual no te espero, quizás si ve que te vas sola te lleva a tu casa — Canturrea y yo trago grueso. —Nos vemos Bianquita — La veo irse y me quedo estancada en el piso mirando hacia la salida. David carraspea y yo me volteo, volviendo a donde está él.

—Has estado distraída toda la clase ¿Pasó algo? Quizás con alguna de esas dos llamadas...

—No. Perdón, la próxima pondré más atención — Me disculpo.

—¿Estás bien? — Pregunta acercándose. Ahí va de nuevo mi corazón volviéndose loco por su mirada, la suave voz que pone cuando se dirige a mí, por su cercanía... por todo. Mi rebelde corazón que lo único que sabe hacer es latir con desenfreno cuando David está a centímetros de mí.
El suelo... el suelo comienza a girar, su voz es distorsionada, su cara está en todas partes... y me pierdo en ese azul de sus ojos. Inmediatamente el color azul cambia al negro, me invade un estado de soledad y me pierdo ahora en un lugar oscuro del cual no recuerdo nada.

No sé cuánto tiempo pasa, creo que dos segundos. Pero cuando abro los ojos vuelve a invadirme ese nerviosismo al chocar con ese azul... ese azul que será siempre mi color preferido. Miro hacia todos lados y estoy sentada en una de las butacas con David haciéndome aire con una de las hojas del guión.

—¿Qué...?

—Te desmayaste — Explica. Intento sentarme mejor pero me mareo más. —Quieta nena — Me sujeta de las mejillas y me mira. —¿Estás mareada?

—Un poco — Susurro confundida. Está arrodillado frente a mí con cara de preocupación, siento el cuerpo húmedo y por un momento frío.

—¿Sabes a que puede deberse esto? — Cuestiona. No, no tengo la menor idea. —¿Estrés? ¿Nerviosismo? — Me quedo mirándolo ¿Nos podemos desmayar por simple nerviosismo? No sabía.

—No sé — Respondo con confusión. Me acomodo mejor en la butaca y él, aún de cuclillas, se sostiene de ambos apoyabrazos. Estoy entre él y la butaca, sentada, confundida, mareada.

—Ok ¿Cómo te sientes ahora?

—Mejor — Respondo. Él se levanta y va por un vaso de agua, me lo entrega y bebo de él.

—Tienes que ir al médico, checarte — Propone.

—Mi... mi papá es médico — Me tomo de la cabeza y trato de calmar el mareo que vuelve.

—Bueno, dime donde trabaja y te llevaré — Decide. Lo miro y niego.

—No quiero preocuparlo, es solo un desmayo... No he comido bien — Explico.

—Entonces es eso y debes alimentarte mejor ¿mhm? — Asiento y él echa mi cabello húmedo de la frente hacia atrás. —Si no te alimentas bien sucede esto, te baja la tensión — Asiento una vez más ante su explicación. —Igual tu padre debería checarte. Ahora déjame llevarte a tu casa — Como por arte de magia me siento mejor, lo miro y recuerdo las palabras de Anette.

—No es ne...

—Sí es necesario, no te irás sola así... Además supongo que tus padres no pueden venir a buscarte ¿no? — Tiene razón, aunque si le avisara a mi madre ella no dudaría en venir... pero no quiero preocuparla. Además me gusta la idea de que me lleve hasta mi casa. —El problema es que hoy vine en moto — Abro los ojos. ¿Motocicleta? ¿Moto? ¿Automotor? Sí, moto. —No me digas que le tienes miedo.

—Algo — Respondo. Intento parecer segura, pero me da algo de pánico subirme a una moto. —¿Es muy grande?

—Bastante, pero no tengas miedo. Manejo desde que tengo quince años, soy un experto — Sonríe y estira su mano, la tomo y me levanto. —Sujétate bien porque no quiero que te desmayes — Bromea. Sonrío y afirmo.

—Lo haré.


~Poncho~

—Te tomas una de esta cada ocho horas y verás como desaparece el dolor — Firmo y sello la receta y se la entrego a la paciente.

—Gracias doctor — La mujer se va y me siento sobre la camilla. Dos minutos después vuelven a tocar la puerta y me preparo para recibir al siguiente paciente.

—Adelante — Miro la planilla y la puerta se abre y se cierra a mis espaldas. —¿Qué le su...? — Me volteo y me encuentro a Anahí parada con una pícara sonrisa. —¿Any? ¿Qué haces aquí?

—Verá Doctor, es que... me duele la garganta — Se quita el abrigo y la miro.

—Bueno... a ver siéntate en la camilla — Ella lo hace y me mira, estoy preocupado. Igual un dolor de garganta no es grave, pero no me había dicho que le dolía. —Abre la boca y di "Ah" — Ella hace lo que le pido y examino. —¿Te duele cuando tragas?

—Ajá — Responde con la boca abierta, me acerco más y no veo nada.

—No tienes nada Any, ni siquiera está inflamada — La miro cuando ella sonríe. —¡Eres una mentirosa! — Me río y ella me abraza.

—Es que quería verte — Explica contra mi pecho. La abrazo y sostengo su rostro sobre mi pecho, acariciándola. Me mira y sujeto sus mejillas, sonriéndole con cariño. Me acerco y beso su frente, pero ella me toma de la nuca y me besa en la boca. Bajo mis manos por su cuello, sus hombros, sus brazos, acaricio su cintura y sus muslos. Me acomodo entre sus piernas y siento sus manos ahora adentrarse en la chaqueta del uniforme. Beso su boca con voracidad y muerdo sus labios antes de separarme.

—Espera ¿Te das cuenta dónde estamos? — Pregunto divertido. Ella mueve la cabeza afirmando abriendo los primeros botones de su blusa, meneo la cabeza sin creerme lo que vamos a hacer y voy hacia la puerta para poner seguro.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora