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~Anahí~

Cuando despierto desconcertada miro hacia todos lados y me encuentro abrazando una almohada. Está todo oscuro, solo hay una tenue luz que ilumina la lámpara en la mesita de noche. Busco a Alfonso pero no encuentro rastro en la habitación. Estoy desnuda, mi ropa está esparcida en toda la sala y creo que Poncho se ha ido. Me dijo que tenía turno a las diez, miro el reloj y son apenas las nueve. Le queda tiempo ¿Entonces donde está?

—Ya tengo que irme — Está en el umbral de la puerta de la habitación, vestido con su uniforme azul marino de pantalón y chaqueta. Su cabello está húmedo.

—Yo también — Respondo bajando la vista y sosteniendo las sábanas que tapan mis pechos. —Mi ropa... — No termino de hablar, pues él está señalando hacia otro lado. Miro hacia donde apunta y veo toda mi ropa sobre un sillón. Me levanto y la tomo para ponérmela ante su atenta mirada. Sonrío y él niega.

—¿Quieres que te lleve? — Pregunta aún en el mismo lugar. Termino de colocarme los zapatos y ato mi cabello desmarañado de tanto movimiento.

—Tomaré un taxi — Tomo mi bolso y me acerco, intento besarlo pero mi beso aterriza en su mejilla. —Bien. Nos vemos — Salgo de allí sin más. Ninguno de los dos dice nada para frenarnos, no tenemos nada que decir.


Antes de las diez llego a casa, está en silencio y eso me sorprende. Busco a Martita y no está en la cocina, pero hay un exquisito olor que impregna mis sentidos.
Subo a la habitación de Ian, aquella que aún está en preparación, y encuentro a Marta recostando a Ian.

—Se cansó de esperar — Susurra tapando a mi hijo. Lo miro, duerme profundamente y siento un nudo en la garganta.

—Tuve otros inconvenientes. ¿Cómo se ha portado? — Pregunto con el mismo tono bajo.

—Él es un príncipe, lo sabes. No da problemas, pero ha estado un poquito fastidiado las últimas dos horas — Explica.

—Es que esta vez me tardé más — Lo miro una vez más y apago la luz dejándole prendido solo un velador de pecera con imágenes que dan vueltas por toda la habitación celeste. Cuando salimos miro la puerta de la habitación de mis hijas. —¿Están encerradas?

—No han salido en toda la tarde y no quisieron cenar. De hecho, tu cena está lista — Le dedico una sonrisa y le agradezco.

—En unos minutos bajaré. Puedes irte Martita.

—¿Segura Señora?

—Claro Marta, ve. Ya es tarde — Me acerco y la abrazo —Ten cuidado.

—Hasta mañana.

Golpeo la puerta de la habitación de Kayra y no están allí, entonces escucho voces en la habitación de al lado que es la de Bianca. La golpeo y se quedan en silencio, entonces decido entrar.

—Hola — Digo con una sonrisa. Bianca sonríe pero Kayra está como siempre, rara con la mirada hacia abajo. —¿Cómo están? Me dijo Martita que no han salido ni quisieron comer — Entro y espero a que digan nada, pero ambas se quedan calladas. —Bien. ¿Ocurre algo que no me dirán? — Bianca le da una mirada a su hermana y sé que se comunican a través de ella.

—Kayra tiene que hablar contigo mamá — Dice levantándose. Entonces miro a mi otra hija y ocupo el lugar de Bianca.

—Bien, soy todo oídos — Bianca se va de la habitación y me quedo a solas con Kay. —Bien amor ¿Qué tenemos que hablar?

—Puedo confiar en ti ¿verdad?

—Claro princesa, sabes que sí. ¿Qué pasa? — Sujeto sus manos temblorosas. —Estás temblando. ¿Algo con la escuela? ¿O quizás las pesadillas volvieron?

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora