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~Poncho~

Kayra está pegada a su madre, no la suelta del brazo y puedo notar cómo, cada cinco minutos, Anahí la abraza y le susurra cosas en el oído.
Yo voy con Ian en brazos, puedo hacerme el desentendido pero sé que algo pasa. Pero como estamos en medio del centro comercial no puedo ponerme interrogativo con ninguna de las dos.

—¡Oww mira que bonito esto! — Any tira de la mano de nuestra hija e ingresan a un negocio de ropa de bebés. Estudio cada gesto de mi hija, que intenta darle una sonrisa a su madre pero no le sale. Any le muestra entusiasmada una prenda de bebé, pero Kayra no parece emocionarse. —¿Qué crees que será? — Pregunta mirando otras cosas.

—Niña — Susurra Kayra. La miro y me sonríe, quizás para tranquilizarme o para que no sospeche que hay algo que la atormenta, que no la deja estar tranquila este día familiar.

—Ian, si llega otra niña estamos perdidos hijo — Hablo con mi bebé haciendo voltear a las dos, Any se carcajea y Kayra ríe divertida por primera vez en todo el día.

—¿Por qué dices eso? ¡Lo más hermoso del mundo es la mujer! Ustedes sin nosotros no vivirían — Responde Any con chulería. No le discuto porque tiene razón, aunque yo no viviría sin ella. Las demás mujeres no me importan salvo ella... o en otro caso mis hijas y mi madre. —¿Entonces crees que es niña? — Sigue.

—No creo, quiero que sea niña — Kayra se interesa más en la pequeña ropa, ojeándola y aceptando las cosas que su madre le pone en la mano.

—No vendría mal un niño ¿no? — Me interpongo. Kayra alza los hombros y hace un gesto de no saber.

—No me veo criando a un niño, no podría entender a un niño. Ian no es muy amoroso conmigo, así que no tengo afinidad con los niños. Así que mejor una niña — Explica. Es verdad, Ian desde que Kayra está embarazada la esquiva demasiado y se nota.

—Pero eso porque este niñito es muy celoso — Advierte Any apretándole los cachetitos. Ian ríe e inmediatamente estira sus brazos para que su mamá lo tome.

Compramos no solo las decoraciones navideñas, sino algunos que otros regalos para mi futuro nieto, mis hijos y toda la familia.

—Bien campeón — Tomo a Ian en brazos cuando Kayra y Any se ponen a buscar ropa de mujer. No entiendo por qué, si Anahí diseña cada una de sus ropas. Pero allá ellas, quien las entiende. —Nos vamos a pasar un rato por ahí.

Llevo a Ian en brazos porque su cochecito de bebé está cargado de bolsas, así que dejo el carro y me voy con él.
Ingreso a la joyería donde ya me conocen y me propongo hacerles un regalo a mis hijas. ¿Hace cuánto tiempo no lo hago? Muchísimo, ni hablar de Bianca.


~Bianca~

Cuando íbamos por la mitad de camino hacia mi casa comenzó a llover como si se fuera a caer el cielo. David me entregó un piloto que tenía en su mochila y me lo puso, y así viajamos hasta mi casa. Él quiso que tomáramos un taxi, pero me negué. Quería ir en su moto, no me importaba si me mojaba.


Cuando llegamos a la puerta de mi barrio Martínez nos recibió con una seña de saludo, entonces nos bajamos de la moto y nos protegimos del agua bajo el techo de la entrada, pero en vano porque él ya estaba todo mojado.

—Debí traer otro piloto de repuesto — Dice corriéndome el cabello de la cara hacia atrás. Ante ese gesto mi cuerpo reacciona tanto como mi corazón, disparando todos mis sentidos. Echo un vistazo hacia donde está Martínez sin quitarnos la vista y me siento incómoda.
Esperamos platicando diez minutos hasta que la lluvia cesó y solo caía una llovizna finita, entonces él me tomó de la mano.

—Vamos, te acompaño hasta la puerta de tu casa — Sonrío y vuelvo a mirar al metiche de Martínez.

—Me estoy congelando — Tirito de frío y él me abraza, así caminamos hasta la puerta de mi casa. Me siento una tonta enamorada, y más segura porque sé lo que siente él por mí. —Que horrible día — Miro el cielo gris unos instantes antes de chocar con su mirada azul.

—Para mí ha sido un día perfecto — Confiesa frenándonos en la puerta de mi casa. Le echa un vistazo a mi residencia antes de mirarme. —Señorita, sana y salva — Sonrío sin saber que hacer o que decir, me siento nerviosa y no sé el motivo... Bueno sí lo sé, él me mantiene nerviosa todo el tiempo que está cerca de mí.

—Quieres... ¿entrar? Estás todo mojado y... te puedes enfermar — Farfullo. Él niega y sujeta mi cara con sus manos.

—No te preocupes. Además tus padres me llegan a ver y me matan — Sonrío con él y pienso en mis padres ¿Estarán en casa? ¿Qué pensarán de lo que siento por David, un hombre diez años mayor que yo? —¿Qué harás mañana? — Pregunta de súbito.

—No tengo planes — Respondo. —¿Por qué?

—Porque quiero hablar tranquilo contigo — Expresa. —¿Quieres?

—Si. ¿Pasas por mí? — Indago con voz trémula, nerviosa porque sus manos aún sostienen mis mejillas. Mi corazón martilla como nunca, siento que me voy a desmayar otra vez. Como si notara mi nerviosismo me suelta y señala la puerta.

—Paso por ti por la tarde, te llamaré antes — Afirmo y él se acerca más a mí, con su dedo índice toca la pun.ta de mi nariz y me mira divertido. —Entra antes de que vuelva a llover con más fuerza — Vuelvo a asentir y me doy la vuelta para entrar a mi casa. —Bianca... — Me llama la atención y cuando me volteo está mucho más cerca. Me toma de las mejillas y mis manos inmediatamente se aferran de sus brazos. Lo miro con cariño y miedo a la vez, con anticipación y deseo, y él me mira cada vez más de cerca. No puedo evitar cerrar los ojos cuando siento su aliento contra mi boca y... sucede. El mundo se detiene y me besa. Nuestras bocas se encuentran y luchan suavemente, con un movimiento lento y cariñoso. Mis manos sueltan sus brazos y buscan hundirse en su pelo para acariciarlo lentamente mientras nos besamos con movimientos vivos, deseosos y tiernos. Apoya apenas su lengua en mis dientes y siento que esta es una de las muertes más bellas. Me besa como nadie ma ha besado. No es bruto, no busca poseerme sino hacerme disfrutar tanto como él. Y vaya que lo disfruto, es el beso que toda chica desea experimentar, digno de película romántica que te hace latir violentamente el corazón. David sabe cómo hacerlo, y sabe como dejarme sin aire con su beso. Acaricia mi rostro mientras me besa, con suaves movimientos de sus pulgares en mis mejillas.
Cuando se separa de mí con lentitud siento un vacío inexplicable. Mi corazón se ha acompasado a mi respiración por primera vez, ya no tengo vergüenza ni miedo, mucho menos timidez. Es lo que deseo, quiero que lo vuelva a hacer. Tomo aire, sonrío y acaricio sus labios con mis dedos, delineándolos con todo el cariño posible, mirándolos de cerca, viendo de cerca la sonrisa que se le forma cuando lo hago. Asciendo la vista hacia sus ojos y me muerdo el labio antes de besarlo yo.


~Poncho~

—Es un buen regalo, usted dice que son gemelas ¿verdad? Pero que son de diferentes personalidades — Le quito a Ian el folleto que ha agarrado mientras escucho atento a la dependienta de la joyería.

—Sí. Ellas tienen, cada una, una pulsera con sus nombres. Quiero algo igual para ellas, sin hacer diferencia, pero quizás una cadenita — Ojeo cada alhaja que me muestra la mujer. —No sé nada de esto ¿Usted cree que deba regalarles esas hadas? — Pregunto indeciso. Son dos hadas idénticas que si tú las juntas se toman de la mano, es un detalle muy bonito y cada dije tiene su cadena. Una para cada una.

—Si quiere algo único sí — Habla.

—Me gustan — Decido —Quisiera grabarles sus nombres y fechas de nacimiento atrás ¿Para cuándo me lo pueden hacer?

—Señor, si usted se da una vuelta mañana por la tarde se las tendremos listas — Me da una sonrisa y juega con Ian que le sonríe simpático.

—Bien. Pasaré mañana — Le entrego mi tarjeta de crédito y hago el pago.

—Podríamos enviárselas si deja su dirección — Pero eso sería correr el riesgo de que lleguen justo cuando yo no estaré, y que la sorpresa deje de ser sorpresa. Al final confirmo que pasaré yo mismo por ellas, que me las envuelvan en diferentes cajitas y además les doy los nombres y las fechas para que lo graben.


Cuando busco a Any y a Kayra están tomando un Frappé cada una, ¡y con el frío que hace! Luego se quejan que les duele la garganta ¡Mujeres!

—Señoritas — Me acerco con Ian en un brazo y con el otro detrás de mi espalda. —Cierren los ojos — Ambas sonríen sorprendidas pero lo hacen. —Ahora ábranlos — Lo hacen y abren la boca a la par de sus ojos.

—¡Mi amor! — Expresa Any. Se encuentran con Ian que tiene dos rosas (sin espinas cabe aclarar) en sus manitas. Lo acerco a Any y hago que le entregue la rosa, luego voy hacia Kayra y hago lo mismo. —¡Que bellos son mis dos hombres! — Me siento al lado de Any que me agradece con un beso en la boca antes de besar a Ian en la frente. —Gracias amor.

—Muy bonito detalle papá — Kayra estira su mano y acaricia la mía.

—Se lo merecen mi reina y mi princesa — Le devuelvo la caricia a mi hija. Dejo la tercera rosa para Bianca sobre la mesa y las miro a ambas. —¿Entonces? ¿Me dirán que sucede? — Any saca el biberón de Ian y lo toma en brazos para dárselo, ambas se miran y Any va a hablar, pero Kayra se adelanta.

—Te lo diré, pero prométeme que lo tomarás con calma y sabrás esperar — Pide mi hija. Me pongo en alerta inmediatamente antes de que me diga cualquier cosa.

—Está bien — Prometo.

—Papá dime "te lo prometo Kayra". Porque te conozco y querrás salir corriendo de aquí a hacer cualquier cosa — Apoya sus brazos sobre la mesa, miro a Any que me mira en silencio reprochándome al igual que mi hija. Suspiro y asiento.

—Te lo prometo Kayra, lo tomaré con la mayor naturalidad posible ¿Qué es?

—Román llegó a México, está aquí y sabe de mi embarazo — ¿Así que el chiquito se dignó a aparecer?

—¿Y?

—Sí se hará cargo ¿Ok? — Su voz es trémula. Sus ojos buscan los de su madre.

—¿Qué te ha hecho? — Me enfurezco y golpeo la mesa asustándola.

—¡Nada! ¿No puedes tomar todo con tranquilidad papá? ¡No me ha hecho nada! ¿Ok? Solo quería que sepas que estará, que se hará cargo según él — Confirma queriendo llorar.

—¿Entonces por qué estás así? ¿Se hará cargo solo del niño? ¿No quiere saber nada de ti? — Pregunto ofuscado. Ella se muerde el labio para no llorar.

—No lo sé — Farfulla. Tomo sus manos y las acaricio. —Es una noticia que lo ha dejado en shock, que necesita pensar ¿Entiendes? No quiero mal interpretar nada, ni que tú te mal interpretes su tiempo — Asiento en silencio, no es momento de regañarla pues está muy sensible. —Necesita unas horas para pensar, pero mañana irá a casa para platicar contigo y con mamá.

—Bien, lo estaré esperando para decirle algunas cosas — Decido. Kay me mira suplicante con los ojos llorosos.

—Papá, por favor. No lo espantes, no te lo perdonaría nunca — Hace un puchero, jamás podría meterme en su relación por más que Kayra sea mi chiquita, pero no está nada mal que un padre de a veces algunos consejos ¿No? Ese chico me escuchará.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora