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~Poncho~

Ian llora como si estuviera desgarrado, como si algo le doliera interiormente, algo que yo no puedo curar. Ni yo ni otros médicos, porque a él le duele lo mismo que a mí y que a toda nuestra familia. A él le duele la ausencia de su madre, le duele su corazón y su alma.
Lo mezo sujetándolo contra mi pecho, pero no está dispuesto a calmarse. No ha querido su leche, está limpio y no hay nada que pueda dolerle, solo extraña a su madre.
Debido a que no lo puedo calmar, salgo de su habitación y voy hacia la de Kayra.
Llegué hace apenas media hora del hospital luego de pasar toda la noche de guardia allí, me di una ducha y fui a despertar a Kayra en lo que alistaba a Ian.
Vuelvo a la habitación de mi hija y sigue acostada, hecha un ovillo, en su cama.

—Kayra. Anda, levántate que tienes la cita con el médico.

—No quiero — Se niega. Entro, cierro la puerta y ella se voltea al escuchar a Ian gritar sin consuelo.

—No la hagas difícil, levántate y vamos.

—No quiero — Vuelve a repetir.

—¡Kayra por favor! — Me descontrolo y me siento en su cama. Siento a Ian en mi regazo y él patalea, tirándose hacia atrás y dándome un cabezazo en la boca. —Román está abajo esperándote. Levántate o te levantaré yo mismo — Tiro de su edredón y la dejo en pijamas, se encoje más y se tapa el rostro con la almohada. —¿Crees que yo no estoy como tú? ¿Crees que a Ian no le duele también esto? Has el esfuerzo y levántate. Vamos al hospital, verás a tu hijo y luego a tu madre. Anda — Acaricio su pierna y ella me mira, tiene los ojos hinchados y húmedos. Ian sigue con su ensordecedor llanto. —No doy más, estoy cansado pero sigo aquí. Ayúdame por favor — Ella afirma luego de un largo rato, se levanta, busca ropa y se encierra en el baño de su habitación. —¿Te calmas? — Le susurro a mi hijo. Pero no, no funcionará.


Bajo y en la cocina están los padres de Any y Román. Bianca no ha salido de su habitación, y a ella no voy a molestarla. No irá al colegio ni tampoco la obligaré a que lo haga.
Mi suegra toma a Ian, pero ni por milagro se calma.

—¿No crees que debas llevarlo a ver a Any? — Sugiere mi suegra. —Quizás sentirla le hará bien, o no se calmará.

—No sé — Susurro.

—Lleva una semana con este llanto, solo duerme por cansancio. Necesita a su mamá — Insiste.

—Lo sé, todos la necesitamos no solo él — Digo con furia.

—No seas cruel con Ian por favor Poncho, llévalo. Se calmará por lo menos un poquito — Pide. Bianca baja corriendo las escaleras y llega a la cocina.

—Iré con ustedes.

—Bien — Acepto. Creo que ninguno de nosotros tenemos ganas de desayunar, así que el desayuno ni se toca.
Kayra baja media hora después, bañada y cambiada, con una carpeta en sus manos y su bolso colgado de su hombro.

—Ya — Román llega a ella y la ayuda con las cosas. Bianca toma a Ian y yo las llaves. Mis suegros irán por la tarde a ver a Any, así nos turnamos dado a que mucho no podemos hacer. Soy el médico, pero debo cumplir con las reglas y Any no puede recibir visitas a toda hora.



Durante el viaje Ian no paró de llorar, iba sentado en su sillita y pataleando, con la cara roja y empapada. Kayra que iba a su lado comenzaba a desesperarse, intentaba distraerlo pero nada podía hacer. Y así fue el viaje camino al hospital.


~Kayra~

Llegamos al hospital en el momento justo, me tocaba a las ocho en punto la ecografía con mi obstetra. Solo quise que Román me acompañara, y así fue.

—¿Cómo estás Kayra? — Mi obstetra me saluda pero yo muchos ánimos no tengo, y sé que sabe lo que le ha ocurrido a mi madre porque ella es colega de mi papá. —¿Cómo te has sentido este último mes? — Me siento frente a ella y alzo los hombros. —Kayra, sé por lo que estás pasando pero necesito que colabores y hables. Necesito saber cómo has estado.

—Bien, con algo de náuseas pero nada más.

—Me dijo tu padre que tuviste dolores abdominales.

—Sí — Afirmo. —Pero solo fue una vez.

—¿No han vuelto a surgir?

—No — Ella mira a Román.

—¿Ha comido bien?

—Últimamente no — Responde él.

—Tienes que comer — Insiste. —¿Puedes poner un poco de atención Kayra? — Me regaña. Siento ganas de llorar, solo pienso en mi mamá, pero la miro. —Tienes que darte cuenta que tienes un bebé allí dentro, que tiene que alimentarse ¿Entiendes? Y depende de ti.

—Sí — Afirmo.

—No querrás que nada le pase a tu hijo.

—No. Claro que no — Respondo.

—Bien, haremos los chequeos y luego veremos a tu bebé — Me dejo hacer, me guía hacia el servicio dándome una bata y entro para desvestirme.
Cuando salgo solo en bata me espera al lado de la balanza, y cuando me pesa se da cuenta que he subido apenas 300 gramos, un treinta por ciento de los cien esperados.

—Estamos muy mal — Dice algo seria. —Tienes que comer y alimentar a tu hijo, tienes que aumentar un kilo... y no llegas ni a los trescientos gramos. ¿Sabes la gravedad de esto? — No digo nada, solo largo una que otra lágrima y me bajo de la balanza. Me hace otros chequeos y luego me guía hasta la camilla, donde me obliga a acostarme. —Veamos — Me pone un gel extremadamente frío en el vientre y comienza a pasar el aparato por él, checando a mi bebé. Escucho los latidos inmediatamente, fuertes y rápidos. Hace todo en silencio, ni Román ni yo hablamos.

—¿Cómo está? — Cuestiona Román. Ella se queda en silencio, midiendo a nuestro bebé y suspira luego que acaba.

—Kayra, debes poner algo de ti porque el niño no está creciendo como se debe — Me tenso y me preocupo, la miro con ganas de llorar y su mirada retadora me pone sensible. —No tiene el tamaño ni el peso de un bebé normal de veinte semanas de gestación — Vuelve a mirar el aparato. —¿Harás las cosas mejor? Quiero que para el siguiente mes tengas un kilo más.

—Lo haré.

—Esto es serio Kayra — Me reprocha.

—Lo sé, lo haré, lo prometo — Me siento y ella me da un paño para limpiarme el vientre.

—¿Algo que tenga que saber? — Pregunta Román.

—Dentro de todo la niña está bien — Sonríe mirando a Román. ¿Niña ha dicho?

—¿Niña? — Cuestionamos ambos anonadados.

—Es niña. Y está relativamente bien, solo que es un poco pequeña y te tienes que encargar de alimentarla y mantenerla bien ¿Lo prometes?

—Lo prometo — Respondo. Román besa mi sien y me ayuda a bajarme de la camilla.

—La próxima cita será el viernes 7 de febrero — Acuerda. Hace algunas recetas y me recomienda algunas vitaminas y dietas mientras yo me visto.
Tomaré más conciencia e intentaré que a mi bebé no le pase nada. La quiero, quiero que llegue a término, solo que lo que pasa con mi madre me quita las ganas de todo.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora