64

140 15 4
                                    


~Bianca~

Le pedí a David que esta vez si me dejara pensar sola, y lo hizo luego de que le prometí que estaría bien y que solo iba a dar una vuelta por alrededor del hospital. También que lo llamaría cuando lo necesitara.
No salgo del hospital, solo camino unos largos minutos hasta llegar al parque de niños que hay en el mismo hospital, con pasto y juegos para los pequeños.
Una madre juega con su hija, dolorosamente sin cabello por lo que deduzco tiene cáncer, sin quitar ambas la luminosa sonrisa juegan como si nada pasara. Las observo en silencio y cuando la pequeña me mira fugazmente sonrío de lado. Ni siquiera puedo imaginar el dolor con el que viven ambas, quizás más la madre que tiene el constante miedo de que algo puede sucederle a esa niña que hace iluminar sus ojos.
Suspiro. A veces tenemos tanto y somos desagradecidos con la vida... y otros tienen tan poco, y así y todo le agradecen a Dios por tenerlo. No somos justos, no somos racionales... no sabemos apreciar lo que tenemos en la vida.
Aprecio lo que la vida me dio, cada cosa, cada momento, cada persona que estuvo y está en mi vida, pero quizás nunca fui agradecida. Aprecio tener a mi madre en mi vida, pero quizás no la disfruto como debería... y no te das cuenta de esto hasta que estás a punto de perderla. En el momento que esa persona se está por ir de tu vida, es ahí cuando te das cuenta lo que tienes y lo que estás por perder, por eso nunca te vayas sin decir te quiero. Nunca te vayas sin despedirte... y nunca dejes de abrazar y decirles a esas personas cuántos las amas, porque la vida puede cambiar en dos segundos, así como un chasquido de dedos, que en cuestión de segundos te saca de la ilusión para volver a la realidad.

—Un chocolate a cambio de una sonrisa — Una tierna voz me saca de mis pensamientos. Una guapa rubia con el pelo recogido, con uniforme y lentes se sienta a mi lado y me entrega un bombón. Sonrío y lo acepto. —Así está mejor.

—Gracias — Susurro.

—Aimée, mucho gusto — Me tiende su mano y la acepto gustosa, sonriendo ampliamente. —Soy médico de aquí.

—Sí, lo noto — Respondo por su vestimenta. —Bianca.

—Sí, ya se. La hija de Herrera — Alzo mis cejas y afirmo. —¿Estás mal por lo de tu mamá?

—No, no es eso. Ella ya ha despertado — Juego con el envoltorio del chocolate y elevo mis hombros.

—¿Y como está ella?

—Bien — Respondo. —Bueno, físicamente. Emocional, intentándolo — Elevo mis hombros y sonrío cansada.

—¿Y tú? ¿Por qué estás así? — La miro y ella levanta sus manos, disculpándose. —Ok, sí, soy una desconocida. Perdón, es que conozco a tu padre y... Déjalo — Apoya su mano sobre la mía y me aprieta amistosamente. —Sonríe preciosa — Sonrío por su amistosa forma de hablar y ella hace lo mismo. —¿Ves? Tienes una sonrisa hermosa, que no se apague — Palmea mi pierna derecha, cerca de la rodilla.

—Gracias. Es que... ¿Aimée te llamas?

—Aimée Dupont, mucho gusto — Vuelve a tenderme la mano y la acepto gustosa.

—¿Eres francesa acaso? Tienes como un acento...

—Francesa, sí.

—Wow me encanta el idioma, más nunca lo pude aprender. Solo sé algunas cosas.

—¿Cómo que cosas? — Pregunta interesada. Deja la caja de bombones sobre el banco del parque donde estamos sentadas y presta atención.

—Je te trouve très jolie. Et très gentille — Recuerdo que tenía una amiga francesa en la primaria y me había enseñado algunas cosas, que apenas recuerdo y apenas puedo mencionar.

—Merci — Sonríe y agradece. —Pronuncias bastante bien. Cuando quieras puedo enseñarte.

—Me encantaría. ¿Hace mucho vives aquí?

—Bueno, viví algunos años pero hace dos años me regresé a Francia para tener a mi hijo allí. Y regresé a México hace un tiempito.

—Hablas muy bien español, me gusta el tono con el que lo combinas — Confieso. —¿Tienes un hijo?

—Sí, se llama Antoine y tiene dos años.

—C'est Antoine  qui vous envoie — Respondo.

—¡Vaya Bianca! Tu me surprendras toujurs — Expresa haciéndome reír.

—Tú me caes muy bien. ¿Qué cargo tienes aquí?


~Anahí~


Ian duerme en brazos de mi padre, que se sentó en una de las sillas que hay en la habitación, mientras mi madre y Kayra están más cerca hablándome. Poncho acaba de irse a buscar a Bianca, que Kayra no la encontró.

—Está profundamente dormido — Expreso mirando a Ian.

—Hija, Ian no durmió casi nada en estos cinco días. Estuvimos todos desvelados, no solo por él, sino por ti. Pero gracias a Dios, mi niña, estás bien — Su mano me acaricia.

—Pues sí — Susurro haciendo una mueca. —No quería perder a mi bebé.

—Any...

—Ya mamá, es feo perder un bebé con el cuál te haces ilusiones. A ti nunca te pasó, no sabrás lo que es — Digo con la voz rota. Trago grueso y con mis dedos juego con las sábanas que me tapan las piernas.

—Ma... tendrás más si quieres — Explica Kayra.

—No lo sé, tengo 36 años, casi 37. El reloj biológico me apura — Explico angustiada.

—Hija, tienes tres hijos. ¿No es suficiente? Yo tuve dos.

—Sí mamá, pero tú eres tú y yo soy yo. Quiero otro hijo — Digo encaprichada.

—Entonces lo tendrás — Habla mi padre a lo lejos. —Disfruta de este pequeño, luego vendrán otros — Agrega, y yo miro a mi bebé dormido en brazos de su abuelo.

—Tráemelo — Pido estirando mis brazos, y como por arte de magia Ian se despierta y se endereza mirando hacia todos lados. Sonrío al ver su carita marcada por la camisa de mi padre además de tener carita de dormido. Me mira seriamente y luego sonríe estirando sus bracitos. —Ven mi amor — Mi padre me lo acerca y todos nos miran, Ian cuando está en mis brazos rodea mi cuello con sus bracitos y me mira fijamente, sonriendo, haciendo muecas y largando carcajadas. ¿Hay algo más bonito que ver a tu hijo tan feliz? —Sí mi príncipe, sé que me extrañaste muchísimo — Beso sus cachetes, su frente y aspiro su aroma a colonia de bebé. Delicioso. —Que rico hueles — Beso su boquita y él la abre, cruzando sus ojos mirando hacia mi nariz, cosa que me hace reír. —¡Y que rico beso!

—Está feliz — Exclama mi madre, y claro que lo está, tanto como yo.

—¿Cuándo regresaré a casa? — Pregunto jugando con Ian, que se sienta en mis piernas y juega con mi cabello.

—Poncho dijo que no por el momento, quizás estarás dos o tres días más en observación — Me explica.

—No me gustan los hospitales — Miro mi brazo. —Por suerte no estaba consciente cuando me metieron esta vía en el brazo, o ahí si me moría — Hago un mohín y dejo de mirar la vía clavada en mi brazo, que tiene un leve moretón alrededor.

—Tienes que recuperarte completamente. Es increíble que no tengas secuelas, ni siquiera un brazo lastimado — Se sorprende mi padre.

—Bueno tengo moretones, cuando fui al baño me di cuenta. Pero es verdad, nada grave — Suspiro. —Afortunadamente. Oigan ¿Bianca? Caray es que con todo esto la dejé un poco de lado y se sintió mal.

—Yo no la encontré, y David me dijo que ella le pidió que no la siguiera — Comenta Kayra. —Lo dijiste sin intención mamá, no te preocupes. Ya conoces a Bianca, quizás se sintió algo mal o recordó el robo, pero no se enojará contigo.

—Igualmente quisiera hablar con ella — Pido. —No quiero que esté sola tampoco, necesita contención.

—¿Contención? Que vaya al psicólogo con Kayra — Sugiere mi madre. —Quizás le haga bien.

—No necesita un psicólogo — Susurro. Pienso... creo que no. —Además Kay hace rato no vas.

—De ves en cuando voy mamá — Se defiende. —Estoy bien. ¡Oye abuela! — Mi madre se sorprende ante su grito. —Tú y mi abuelo tendrán una bisnieta — Comenta entusiasmada.

—¡¿Bisnieta?! — Se acercan a abrazarla y mi madre acaricia su vientre. —Aún no lo creo que seré bisabuela ¿Me quieres matar joven verdad? — Kayra va a contestar pero mi madre sigue hablando. —Ya, la voy a amar muchísimo — Besa su mejilla y mi padre la felicita.

—¿Y cómo se llamará? — Pregunta mi padre interesado.

—No pues, aún no elegí nombres. A Román le gusta Mila... y la verdad a mi no me gusta.

—¿Qué nombre es ese? — Le pregunta mi padre. Ellos platican y yo los miro sonrientes, jugando con Ian.

—Pregúntale a Román. Luego le gusta Inna... ¿A caso entiendes los nombres horribles que le gustan? No, mi hija no se llamará ni Mila ni Inna — Chasquea —Le elegiré un bonito nombre.


~Poncho~

Busco a Bianca, Any me ha dicho que se ha ido algo consternada y no la encuentro por ningún lado. Su novio me dijo que estaría dando una vuelta, pero no sé si se habrá salido o qué.
Luego de llamarla por teléfono y que no me atendiera, y buscar por fuera del hospital, me rendí y me dirigí al elevador para subir a ver a mi mujer.
Las puertas se abren y me encuentro a Aimée.

—Dupont — La saludo.

—Herrera — Responde con su habitual sonrisa. —Hace segundos estuve con tu hija.

—¿Bianca?

—Ella misma, un encanto esa muchachita. Aunque estaba algo triste — Explica. Toco el botón para subir al cuarto piso y ella mete las manos en los bolsillos de su delantal.

—Justamente la estaba buscando ¿Sabes a donde fue?

—Quiso subir por las escaleras, me dijo necesitaba distraerse — Suspira. —Subía a donde está tu mujer.

—Ok la veré ahí — Llegamos al cuarto piso y salimos del elevador.

—Poncho — Me frena. La miro y camina a mi lado. —Emma ¿Te dijeron que ha despertado?

—¿Qué?

—Si, hoy mismo al igual que tu mujer — Explica. Me quedo estupefacto y una alegría me invade. Emma ha salido del coma, al igual que Any. —¿La verás?

—Claro, pero primero iré a ver a Any — Advierto. —¿Ella está bien?

—Algo confundida, pero creo que bien. Iré a verla ahorita — Me palmea la espalda y se va. Yo me dirijo hacia la habitación donde Any está.

Me sorprendo cuando encuentro a Bianca que justamente se sienta en el borde de la cama. Ambas me miran al verme entrar.

—¿Se fueron todos?

—Si — Responde Any bostezando.

—¿Y tú hija? — Miro a Bianca y corro la silla para sentarme allí.

—David está en la cafetería de abajo, él me llevará a casa — Responde mi hija. La miro con desconfianza achinando los ojos, ella hace una mueca y sacude la cabeza.

—¿A casa? Quiero que te devuelva y me llames apenas llegas — La acuso con el dedo.

—David es un hombre responsable, que no te extrañe que tenga la educación de devolverme a casa a la hora que dictes — Exclama un tanto enojada. —¿Tú tienes guardia hoy?

—Sí, hasta las once de la mañana — Resoplo. —Cuiden de Ian, igual tu abuela se encarga de ello.

—No te preocupes — Asegura. A todo esto Any miraba algo cansada como en un partido de tenis siguiendo la pelota.

—Me dijo Aimée que te vio algo triste — Es instantáneo, cuando nombro a Aimée Any se endereza y me mira con los ojos achinados, frunciendo el entrecejo.

—¿Aimée? ¿Estabas con Aimée? — Le cuestiona a Bianca. Mi hija afirma sin dilemas.

—Es encantadora. Me regaló un chocolate —Confiesa. —¿Qué tiene?

—Nada — Susurra Any. Yo la miro y la tranquilizo con la mirada. Aimée es una amiga ¿Es difícil de entender?

—No cambiemos de tema ¿Estás bien tú? — Le vuelvo a preguntar a Bianca. Ella afirma levemente. —No te creo ¿Por qué traes esa cara?

—¿Qué cara papá? Es mi cara — Me evade mirando sus uñas.

—Te noto triste. ¿Verdad Any?

—Sí, y de eso quería hablar — Se endereza y mira a Bianca. —Sé que te pusiste mal porque me puse a recordar cuando Kayra era bebé — Comienza. Miro a ambas sin comprender. —Pasa que, como vamos a tener una nieta, me puse a recordar a Kayra cuando nació — Me explica y comprendo, Bianca sintió algo de nostalgia o quizás recordó el intercambio de bebés. —Bianca, no fue con intención.

—Yo lo sé ma — Explica suspirando. —No dije que fue con intensión, ni tampoco lo sentí así solo que... me trajo recuerdos, y estaba sensible. Ya sabes — Vuelve a suspirar.

—Bianca, neta lo siento.

—Lo sé — Afirma.

—¿Te sentiste desplazada, quizás? — Pregunto.

—Para nada, ustedes jamás me hacen sentir desplazada. Es más, siento que nos dan a Kayra y a mí el mismo amor, que no hacen diferencias — Confirma. —No quiero que se sientan culpables, porque es algo que... que es solo mío, que son recuerdos que me vienen de repente — Su nariz suena y baja la vista. —Y me acuerdo que fui robada, y que ustedes no tuvieron la misma posibilidad conmigo que con Kayra... y luego me hubiese gustado crecer con ustedes y que tú, mamá, hables de mí del mismo modo que hablas de Kayra cuando bebé, con ese amor incondicional... con ese brillo al recordarla. Y me agarran celos, y recuerdos, y nostalgia y todo se mezcla — Escucho su relato tan atento como Any y un nudo me atraviesa la garganta. Miro a Any y ella ya está llorando. —Ya. La cuestión no era hacerlos llorar — Dice llevando su mano a su rostro y secando sus lágrimas —Ni llorar yo tampoco — Suspira larga y pesadamente.

—Tú no tienes la culpa Bianca — Comienzo a decir —Y lo sabes. Solo que, obviamente son recuerdos y a veces no pensamos que te harán mal.

—Y los entiendo. No quiero que se preocupen.

—Pero lo hacemos porque eres nuestra hija — Añade Any. —Y no queremos que estés así.

—No volveré a estarlo — Promete y se acerca. Abraza a su madre y yo me sumo, haciendo un abrazo familiar. —Con ustedes soy feliz, y no me cansaré de repetirlo ni agradecerles, hacen de mi vida un sueño. Los amo mucho — Susurra sin soltarnos.

—Y nosotros te amamos a ti — Respondemos ambos. Any besa su mejilla y luego lo hago yo, que además seco sus lágrimas.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora