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~Bianca~

—Si me sigues besando así no me podré ir — Susurra David contra mis labios. Abro los ojos, estoy aún aferrando mis manos a su cuello, sonrío embriagada por miles de sensaciones y mantengo mi mirada sobre la tuya.

—Entonces no te vayas — Sigue lloviznando, caen pequeñas y suaves gotitas pero no nos importa nada, solo quiero sentir lo que siento, disfrutarlo y nada más. No me interesa si llueve, relampaguea o estén a punto de llegar mis padres.
Él, como siempre, sonríe con esa mueca que me hace querer desmayar y deja un suave beso en mis labios antes de soltarme.

—Te vas a enfermar y no quiero que faltes a la escuela, sino no podré verte — Acaricia mi mejilla con su pulgar y luego mi labio inferior. —Deberías entrar, mañana hablaremos de todo.

—¿De todo? — Pregunto cómo bo.ba.

—De todo, sí — Se acerca y me besa una vez más con intensidad, dejándome beoda de amor. Siento miles de esas benditas mariposas en mi estómago cuando aferra mi cara con sus grandes y suaves manos para acercarme a su rostro y besarme.

—Bien, y voy a entrar solo porque si mis padres nos ven aquí me matan — Él hace un mohín que me hace reír y abrazarlo. —Es todo muy loco ¿Sabes?

—Créeme que yo lo sé más que nadie nena — Deja un pequeño beso en mi cuello y se separa. —Mañana hablaremos de esta locura, pero ahora hazme el favor de entrar, quitarte esta ropa mojada y tomar algo caliente ¿Si? — Asiento y tomo mis llaves, antes me quito el piloto y se lo entrego.

—Nos vemos mañana.

—Esperaré ansioso — Ríe mientras me ve entrar a mi casa. Siento que estoy caminando sobre una nube súper suavecita, al tal punto de sentirme flotando en el aire.




Un tiempo después mis padres y mis hermanos ingresan a la sala. Estoy sentada en el sofá con un pijama, el cabello húmedo y tomándome un té.

—¡¡Hola mi chiquitita!! — Mi madre deja las bolsas y se acerca para apretujarme y besarme.

—Hola ¿A dónde fueron? ¿Salida familiar? — Pregunto, pues veo muchas bolsas y a todos contentos. Bueno, todo es un decir, lo de Kayra ya es habitual que esté con una cara de dos metros.

—Te llamamos y no contestaste — Dice mi mamá —No te pongas celosa que te trajimos cosas. Además... — Baja la voz —¿Recuerdas que nos debemos una salida? — Afirmo levemente, se me había pasado... me había olvidado. —La haremos pronto — Hace un gesto de silencio y se levanta para acercarse a las bolsas. Papá deja a Ian en el piso que inmediatamente gatea para tomar una bolsa y jugar con ella, Kayra se sienta en el sofá a mi lado y me quita la taza de té.

—Claro que puedes — Digo irónica. Ella me mira con una carita de cachorro y le sonrío. —Tiene miel y limón, a ver si lo tomas — Añado.

—¡¡Que asco!! — Me entrega la taza y todos reímos. —Neta que asco ¿Por qué tomas esas infusiones asquerosas?

—Es que me mojé y no quiero enfermarme — Explico mirando todo lo que mi madre saca con ayuda de papá.

—Bien, estas son para ti — Me entrega algunas bolsas —Esto de Kayra, de Ian... De papá y mío — Mientras Any hace todo el chequeo mi papá se acerca y me entrega una rosa.

—Para mi flor más bella — Creo que me voy a derretir cuando me la entrega. Acepto la rosa y lo abrazo, Kayra se corre hacia un costado y papá se sienta en el medio de nosotras.

—¡Es hermosa! Gracias papi — Me apoyo contra su pecho y él me mantiene abrazada.

—Y esto de mi bello nietecito — Ante las palabras de mi mamá me inclino para ver y saca de una bolsa varios conjuntitos amarillos.

—Su primer regalo — Dice Kay tomando las prendas, la miramos todos con cariño y ella acaricia su pequeño vientre. Inmediatamente vemos que recuerda algo y se pone triste.

—Kayra, ya hablamos de esto — Mi mamá se acerca, corre a papá y se sienta al lado de Kayra. Estamos los cuatro en un sillón todos apretujados, pero atentos a la plática.

—¿Qué pasó? — Quiero saber. Mi hermana me mira y veo que una lágrima se le escapa. —¿Es sobre Román?

—Es que... estoy sensible — Reconoce —Mañana vendrá y aclararemos las cosas — Intenta sonreír. —Me hicieron pasar un hermoso día, muchas gracias. Y... también por esto — Señala la ropa del bebé. —En serio gracias — Se seca las lágrimas y esta vez si sonríe de verdad. —Tengo hambre — Se queja. Nos aliviamos, pues como de costumbre su estado de ánimo cambia como si fuera un camaleón, de repente. Entonces me levanto y tiro de su mano.

—Sé de un postre rápido que sé que te va a gustar — La llevo hacia la cocina dejando a nuestros padres en la sala.


~Anahí~

Me acurruco en el sofá contra Poncho y apoyo mi rostro en su pecho. Sus manos me mantienen aferrada.

—Fue un bonito día ¿No crees? — Platico.

—Precioso. Solo nos faltó Bianca, pero ya tendremos una salida con la familia completa — Siento sus labios besar mi cabello e inclino mi rostro para que me bese en la boca. Lo hace, besándome con pasión mientras uno de sus brazos aún me rodea el cuello y su mano derecha me acaricia el vientre por debajo de la blusa. Su móvil interrumpe nuestro beso. —Aimée — Responde. Inmediatamente me separo de su cuerpo y lo miro con una mezcla de incredulidad y molestia. —Mi turno es por la noche — Dice sin ganas. —No, ya teníamos planeado eso. No me ha llamado a mí — Espera y escucha lo que le dice Aimée del otro lado de la línea y frunce el entrecejo. —Ok, en dos horas estaré allí. Gracias por avisarme. Besos — Alzo mis cejas.

—Besos — Me burlo disgustada. Él me mira divertido y yo me levanto del sofá. —¿Ya te vas?

—Tengo que hacer doble turno — Explica. ¿Es broma? ¿Doble turno? —Ignacio tuvo un problema de presión, lo están atendiendo y me toca a mi suplirlo — Se levanta detrás de mí.

—Así que, hasta mañana por la tarde no te veré — Me quejo cruzándome de brazos. Miro a Ian que gatea por toda la sala y vuelvo la vista hacia él.

—El trabajo — Explica.

—Lo sé — Hago un puchero y me abrazo a él —Te voy a extrañar, dormir contigo, abrazarte...

—Yo también mi amor — Besa mi boca y, cuando escuchamos un quejido, miramos hacia abajo. Ian está prendido de mi pierna, sentado en el piso y mirando hacia arriba. —Ya pequeño celosito, papá se va y te deja a esta mujer para ti solito. Me la cuidas eh — Lo toma en brazos pero mi bebé me busca a mí, así que lo sujeto.

—Mi compañero de cama esta noche será más pequeño ¿Eh? — Me acerco y beso cada frente.

—Me daré una ducha antes — Dice antes de besar mi boca. Alargo más el beso sin intensión de soltarlo, pero Ian nos obliga.

—Ya Ian, eres muy celoso — Me quejo. Él me hace un puchero y lo abrazo antes de que llore. —Mentira mi rey, mamá te ama así celosito y todo — Sus bracitos aferran mi cuello y Poncho nos acaricia antes de retirarse.


~Kayra~

—Conocemos a Román, tú más que nadie Kay, no te dejará sola — Me tranquiliza mi hermana batiendo el postre. Miro con ansias ese chocolate y me muerdo el labio.

—Es que tengo miedo — Confieso aterrada. No soportaría que Román me deje sola en el mundo con este bebé, no seré capaz de afrontarlo sin él.

—No tengas miedo ¿Si? Estamos contigo Kayra, pase lo que pase. Y a ti te costó asumir todo esto más de un mes ¿Por qué él tiene que asumirlo todo en una hora? Dale tiempo.

—Se lo di — Refunfuño. —Se lo estoy dando.

—Paciencia — Me pide. Ruedo los ojos, suspiro y la miro.

—Mañana, según él, vendrá a hablar con mamá y papá — Comento.

—¿Entonces? ¿Por qué esos miedos? Quítalos, conoces a Román no te abandonará — Termina de batir el postre y me lo entrega. En ese momento mi mamá entra con Ian en brazos.

—¿Quién me ayuda? — Pregunta sentando a Ian en su sillita. Mientras como mi postre Bianca se ofrece —Prepárale un poco de su papilla, al rato regreso — Está por salir pero la frenamos.

—¿A dónde vas? — Preguntamos al unísono.

—A darme una larga ducha, no me busquen — Sin decir más sale y yo miro a Bianca elevando los hombros.

—¿Tú que crees? — Le pregunto. Bianca no entiende a que me refiero. —Eres cerrada, me cae. Ese "no me busquen" fue un "no interrumpan mi baño con su padre" — Como un poco más e Ian protesta, así que me acerco y le convido un poco con la cuchara. Mi hermoso bebé se desespera comiendo el postre de chocolate, y mamá me matará, pero un poco de dulce no le viene mal.

—¿Tú crees? — Pregunta quedada mi hermana. Yo le confirmo con una risa pervertida. —Ok, entonces como no interrumpirán te contaré algo de David — Me siento al lado de la silla de Ian y comemos mientras Bianca toma asiento frente a nosotras.

—¡Cuenta! — Exijo poniendo toda mi atención.


~Anahí~

Entro a la habitación sigilosamente para que Poncho no me escuche y cierro la puerta con llave antes de dirigirme a la puerta del baño. Me freno antes de tomar el picaporte y doy media vueltita para quitarme la ropa. Comienzo con los zapatos, sigo con mi pantalón, mi blusa y por último el suéter. Llevo las manos hacia mi espalda y desabrocho los corchetes del brasier para quitármelo. Los pezones se me endurecen al instante de sentirse desprotegidos y largo un pequeño suspiro, seguidamente bajo lentamente mis bragas y quedo totalmente desnuda frente a la puerta. Tomo un listón que veo sobre el tocador y sujeto todo mi cabello.
Cuando entro el baño está nublado por el vapor del agua caliente, los vidrios empañados y siento un calor distinto. Me dirijo hacia la ducha, abro la mampara de vidrio e ingreso sorprendiendo a Alfonso.

—Any — Sorprendido se pasa las manos por la cara para quitar el agua de ella, yo me sujeto de sus brazos y pego mi cuerpo al suyo.

—Shhh — Es el único sonido que emito antes de besarlo. Mantengo su labio inferior entre los míos unos segundos hasta que él abre la boca para profundizar el beso. Penetra mi boca con su lengua, acariciando mis dientes y uniéndose con mi lengua suave y delicadamente al tiempo que sus manos acarician mi espalda. A medida que el beso se va haciendo más intenso sus manos bajan con más rapidez hasta que llega a mi trasero. Lo masajea y lo aprieta con sus dedos haciéndome gemir. Largo un gemido que incontrolablemente se me sale de la boca y muere en la suya. Siento su miembro más que duro contra mi vientre, cada vez más pujante a medida que la cosa se va poniendo más ardiente.
Su boca suelta la mía y pasa sus labios por mi mentón bajando hacia mi cuello para besarlo con suavidad. Siento la calidez y humedad de su lengua en mi punto más débil del cuello y me separo un poco de su él, lo suficiente para que mi mano quede entre nuestros dos cuerpos. Sujeto su miembro con mi mano y lo siento gemir. Succiona mi cuello con fuerzas cuando comienzo a acariciarlo, tomándolo con toda mi mano y haciendo presión mientras lo froto.

—Joder Any — Gruñe. Sus manos aún me tienen del trasero, mi boca besa cada parte de su cuerpo y gemidos incontrolables salen de su boca.
Baja una de sus manos hacia la mía que hace su trabajo y me frena. Me obliga a retroceder hasta quedar contra la pared, entonces toma su pene y lo refriega contra mi húmedo sexo. El capullo de su potente miembro acaricia mi abultado clítoris y mis piernas flaquean. Intento sujetarme de donde sea, así que rodeo su cuello con mis brazos y lo beso mientras él me tortura de esa manera tan exquisita que sabe hacerlo. Jadeo, gimo, respiro, tomo aire, inhalo, exhalo... y miles de cosas más cuando se frota con más rapidez, hinchando cada vez más mi nudo de nervios. Siento que la garganta se me cierra por contener lo imposible, mi frente está contra la suya pero mantengo los ojos cerrados, disfrutando ese toque tan mortal.

—Abre los ojos — Su voz es autoritaria, así que lo hago. Intento mantener los ojos abiertos mientras sigue su labor de hacerme perder el control, besa mi boca con intensidad y acelera más sus movimientos. El aire desaparece de mis pulmones, mi garganta se cierra por completo y mis uñas se clavan en su espalda. Estoy por llegar, me correré con unos frotes más. Deja de besarme y me toma de las piernas con rapidez apoyando mi espalda contra los fríos azulejos de la ducha. Mi espalda se arquea instintivamente ante el frío contacto y mis brazos se aferran más a su cuello. —Sujétate — Exige antes de separarse un poco y guiar su pene a mi entrada. Entra en mí atravesándome por completo y largo un grito ahogado.

—¡Oh Dios! Poncho — Mantengo los ojos cerrados, su movimiento se acelera y comienzo a sentir pequeñas descargas en mi centro. Me aferro a su cuerpo como si la vida se me fuera en ello e intento postergar ese fusilamiento lento que me romperá en mil pedazos en cuestión de segundos.
Mi cuerpo choca contra la pared de esa bendita ducha, mi boca muerde su hombro y mis uñas se incrustan más en su piel, pero siento que ya no puedo controlar lo inevitable. Alfonso toma mi boca con la suya, muerde mis labios y su lengua lucha con la mía. Necesito aire, necesito gritar y gemir, descargar la tensión que mantiene mi cuerpo, más precisamente la tensión que mantengo en mi centro. Y entonces me dejo ir. Me arqueo como si estuviese poseída, gimo con descaro hasta el punto que parece confundirse un grito de placer con un grito de dolor... y entonces él se suelta y se descarga. Se corre en mi interior con furia, gruñendo y apretando los dientes mientras descansa su frente en mi hombro. Siento cada chorro de su secreción en mi interior y su boca buscar la mía. Me besa con suavidad, con apenas un casto beso donde sujeta mi labio con su boca y respira con brutalidad.

—Por el amor de Dios mujer — Abrimos los ojos y sonrío satisfecha. —Te amo — Su respiración aún es irregular y mi centro aún sigue palpitando aprisionando su pene. —Tanto... — Añade. Acaricio su cara y lo beso una vez más.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora