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~Poncho~

Le marco, suena tres veces y me contesta una voz desconocida. Me desconcierto, creyendo que he marcado un número mal, pero no, es el número de Any así lo dice la pantalla.

—Señor ¿Me escucha?

—¿Quién habla allí? Quiero hablar con Anahí — Mascullo.

—¿Es una mujer castaña de cuerpo corporal mediano? — Cuestiona. —Lleva vaqueros azules y abrigo negro.

—¿Qué pasó con mi mujer? — Me desespero. Kayra, Enrique y Abraham se acercan cuando me notan descontrolado. —¡Quiero hablar con mi mujer!

—Cálmese, la señora tuvo un accidente y estamos llevándola al hospital central...

—¡¿Cómo está ella?! — Siento una presión en el pecho. —¡¿Qué ha pasado?!

—¿Es usted su esposo?

—Soy su esposo y soy médico. ¡Dígame!

—Tranquilícese — Me piden, pero ¿Cómo puedo tranquilizarme? Todos a mi alrededor me miran confundidos, sin entender nada. —Estamos llevándola al hospital central de México...

—Allí trabajo yo — Respondo caminando hacia las escaleras. Le hago una seña a Kayra para que no me siga y subo. —Estaré allí en veinte minutos ¿Me puede decir que ocurrió por favor? — Intento mantener la calma y no desesperarme mientras busco ropa en el armario.

—Estamos derivándola, ha sido un choque fatal — Cuando me dice eso mi teléfono cae al piso y me tambaleo. Intento ver con claridad y pensar del mismo modo, automáticamente comienzo a vestirme  con rapidez, terminando en cuestión de cinco minutos.

—¡Papá! — Kayra entra preocupada y cuando me ve, envuelto en pánico, quiere llorar. —Dime que mamá está bien — Pide. Trago grueso y bajo la mirada, busco mi teléfono, lo tomo y niego. —¡Papá! — Kayra se acerca y me toma del brazo. —¿Qué pasó con mamá? — Mi suegro entra a mi habitación y lo miro.

—Tranquilízala.

—¿Qué ocurrió? — Pregunta. Lo miro y entiende que ha ocurrido algo con Any. —Tengo que ir al hospital — Mi suegra escucha el escándalo y se acerca a mi habitación.

—¿Qué ocurre aquí? —Ve llorar a Kayra que es agarrada por su abuelo, me mira a mí y bajo la vista. Tomo un abrigo e intento salir. —¿Qué ocurre?

—Any tuvo un accidente — Digo antes de salir. Bajo las escaleras con rapidez y todos me siguen.

—Yo iré — Mi suegra me frena.

—Quédate con Ian y Kayra — Pido y miro a mi suegro.

—Yo iré con Alfonso. Quédate — Le pide a su esposa que a estas alturas está igual o peor que Kayra.

—¿Cómo está ella que ocurrió?

—No lo sé. En cuanto lo sepa llamo — Mi suegro me sigue y salimos con el auto rumbo al hospital.




¿Cómo puede ser que la vida cambie en tan solo unas horas? Es el destino, claramente, pero ¿Por qué tuvo que pasarle esto a Any? A mi mujer, a la madre de mis hijos, el amor de mi vida, el pilar en mi vida... Ahora ella está en coma, el golpe que ha sufrido ha sido en la cabeza y la ha dejado en ese estado. El médico dice que despertará, que lo hará, pero yo como médico también se que pueden pasar horas, días, semanas, meses y hasta años en ese estado.
El pánico me invade.

Mi suegra, mis hijas, Maite, Dulce y Ucker llegan al hospital inmediatamente luego de avisarles del accidente.
Oh... y también Román y David.

—¿Cómo está mamá? — Bianca se me acerca y me pide casi suplicante que le diga que está bien ¿Pero cómo voy a mentirle? Tienen que saber la gravedad de la situación.

—Cálmate — Le pido tomándola de los brazos cuando quiere ir hacia la UCI.

—No me puedo calmar — Llora. Intenta zafarse y David me ayuda a sostenerla, la abraza y Bianca llora en sus brazos. —Quiero verla — Lloriquea contra el pecho de su novio. Miro a Kayra a un lado que está seria, asustada y... relativamente tranquila, o más que Bianca. Cosa que sorprende.

—Está en coma — Susurro y toda esa pared en Kayra se desmorona sintiendo como si mi propio corazón se rompe junto al suyo. Llega a mis brazos y me abraza intentando encontrar un consuelo que nadie podrá darle, ni siquiera yo que soy su padre.
Ambas lloran, al igual que la madre de Any. Los demás tratan de mantenerse fuertes, pero sé que como yo por dentro están destruidos.

—¿Y el bebé? — Pregunta Kayra. Bajo el rostro y se dan cuenta de lo sucedido, el bebé no ha sobrevivido al golpe y tuvo un aborto.

—Fue un golpe muy fuerte — Explico. Veo llorar a Bianca como nunca antes la había visto llorar, la veo también zafarse de los brazos de David y caminar hacia mí.

—Quiero saber cómo está mamá — Exige.

—Hay que esperar. Está en coma, hija — Intento abrazarla pero ella se corre. —Hay que esperar — Insisto. Intento mantener la calma y no largar ese llanto desgarrador que se me quiere salir, por la situación, por Any y por ver a mi familia tan destruida.

—¡Alfonso! — Siento una voz a mi espalda, mi colega ingresa corriendo y sé que algo está mal. —¡Entró en paro! — Suelto a Kayra y corro lo más fuerte que puedo para ingresar a la UCI.

—¡¡Mamá!! — Es el último grito que escucho, sin distinguir si es Kayra o la desolada Bianca que pide por su madre. Me volteo solo una milésima de segundo, todo pasa en cámara lenta, al tiempo que Bianca atropella a todos y sale corriendo de allí quien sabe a dónde, siendo perseguida por su novio.


~Bianca~

No puedo con esto, no puedo con el dolor que siento ni tampoco puedo quedarme allí viendo como todos sufren y lloran. No puedo y no quiero, necesito aire o moriré.
Corro lo más rápido que puedo intentando que David no me sujete, y lo logro. Por más que mi vida vaya en cámara lenta, corriendo ese maldito hospital que comienza a darme náuseas, logro llegar a la salida.
Corro. Corro. Y corro todo lo que puedo sin mirar hacia ningún lado. Ni siquiera miro a las personas que me ven salir en este estado, ni siquiera miro la compasión con la que algunos me miran, ni siquiera me detengo ante la voz de David que me pide por favor que me detenga. No me importa nada, solo quiero correr y gritar, llorar y largar este dolor que siento en el pecho.
Mi madre. ¿Cuántas posibilidades hay de que salga de esto? En este momento está teniendo un paro cardíaco, y puedo asegurar que su vida está pendiendo de un hilo... y yo no puedo con ese pensamiento, ni puedo con esta angustia que me abunda el alma.

—¡Bianca detente! — No me detendré ni por más que él me lo pida. No puedo, mis piernas corren por sí solas arrastrando mi cuerpo... ¿Y donde quiero llegar? No lo sé, solo me quiero ir lejos donde no vea nada ni escuche nada de lo que hay a mi alrededor. —¡¡Bianca por favor!! — Su mano me logra sujetar con fuerzas haciéndome gemir, pero eso no duele más de lo que mi alma está doliendo. Me quiero zafar y cuánto más lo hago, más me lastimo. Intenta abrazarme pero lo empujo con el brazo sano sin dejar de llorar.

—¡¡Suéltame!! — Le exijo. Lo empujo con todas mis fuerzas y me zafo de su agarre, pero no por mucho tiempo. —¡Suéltame! ¡Déjame! — Sollozo. Estoy ahogada por el llanto, mi garganta me duele por ese maldito nudo que no se suelta por más que grite y solloce. Allí sigue, como el dolor en mi pecho.

—No te soltaré — Sus brazos me rodean de los hombros y me acercan a su cuerpo. —Mírame — Pide. No puedo. —¡Mírame Bianca!

—Mi mamá — Sollozo derrumbándome en el piso. Caigo arrodillada y David me toma del brazo sano levantándome. Mis piernas me fallan, no quieren seguir las órdenes de mi cerebro. —Mi mamá se está muriendo — Peleo contra él y me sostiene de la muñeca. —¡¡Déjame sola!! — Vuelvo a empujarlo, no sé por qué siento tanto rechazo por él en este momento, solo quiero estar sola. —Déjame sola — Vuelvo a pedir.

—No te dejaré sola — Sus manos toman mi rostro y me obliga a mirarlo. —Mírame Bianca — Me niego, no lo miraré. —¡Mírame! — Con los ojos aguados lo miro. —Te amo, y no te dejaré sola nunca.

—Déjame — Suplico.

—No te dejaré. Llora, grita, patalea, pégame, pero no te dejaré — Ante esa afirmación suya me abraza y mi cuerpo se pone rígido.

—Mi mamá — Lloro sin consuelo. —Mi madre — Gimo. —No se puede morir ¡¿Por qué Dios?!

—No se morirá. Bianca mírame — Vuelve a sujetarme de las mejillas —Ella estará bien.

—¡¡Mientes!!

—Confía en mí, ella estará bien — Insiste. Entonces mi único brazo sin yeso se sujeta a su cuerpo y lo abrazo como si mi propia vida dependiera de su agarre. Ya no lo rechazo, ahora lo quiero cerca, lo quiero consolándome... y él lo hace. —Todo estará bien.

—No quiero que se muera — Me siento ahogada, hipando sin poder hablar bien. —Ella es mi vida.

—Lo sé mi amor.

—Tú no sabes — Niego contra su pecho. —Ella es lo mejor que me pasó en la vida, es la mejor madre que Dios me pudo haber dado... No perderé a otra madre — Niego. —Esta maldita vida ya me quitó a una, no podré soportarlo si me arrebata a mi mamá.

—¿Me escuchas? — Hace que lo mire sujetándome la cara. Sus ojos azules están oscuros, sé que está preocupado —Confía. Ten fe.

—No puedo.

—Sí puedes. Tu madre estará bien.

—Me duele.

—Te entiendo perfectamente, puedo ver el dolor que sientes. Puedo ver lo dolida que estás, lo enojada que estás, lo angustiada... puedo ver todo en ti, y quiero que sepas que aquí estoy contigo ¿Entiendes? Estoy aquí, contigo, apoyándote y conteniéndote. Tu madre estará bien.

—¿Cómo pasó todo tan rápido? — Pregunto retóricamente. —Me fui sin saludarla — Aprieto mis dedos contra su espalda rígida. —No me lo perdonaré si algo le pasa.

—Nada le pasará. Entremos y veamos como sigue — Me mira fijamente y yo hipo, mi barbilla tiembla y la angustia sigue. —Te amo. Todo estará bien — Besa mi frente y cierro los ojos. Una brisa acaricia mi rostro y siento un alivio inexplicable, así que tomo aire y me dejo guiar por él que me abraza y me lleva hacia adentro.


~Kayra~

Papá salió hace unos segundos y dijo que mamá estaba estabilizada, pero que aún seguía en ese estado horrendo de coma, donde ella no sabe nada, no escucha ni comprende donde se encuentra. De donde no sabemos cuándo saldrá... y si lo hará alguna vez.
Los brazos de Román a mi alrededor me mantienen calmada en un solo lugar, allí, sentada en una de las tantas sillas que hay en la sala de espera.
Un nudo atraviesa mi garganta, y me sorprendo a mí misma lo calmada que estoy. ¿Por qué? Porque sé que mi madre es fuerte, y que saldrá de allí en poco tiempo y volverá a mirarnos, con esos ojos azules tan profundos y hermosos que posee, a hablarnos con su tierna voz, a regañarme cuando hago algo más. Ella conocerá a su nieto, lo verá la semana que entra en la ecografía... sé que me acompañará. Tengo fe, y no sé de donde la saco, solo sé que se despertará.
Se despertará porque tiene ganas de vivir, porque nos ama, ama a papá, porque Ian la necesita más que nadie... porque su vida tiene que seguir.

Bianca. ¿Por qué está tan destruida, por qué no estoy como ella? Se supone que ella es la madura, la tranquila, la que no se altera y toma las cosas relativamente con más naturalidad y seriedad, con más madurez.
Se acerca a mí y me abraza, o yo la abrazo... o nos abrazamos. Nos consolamos, ella llora, yo no. No me salen las lágrimas, siento que se han secado en estos minutos y se niegan a salir para liberar la angustia que en el fondo siente mi corazón. ¿O será un shock? Dicen que por el shock a veces no lloramos, no hasta que caemos en cuenta lo que sucede. Pero yo se lo que sucede, entonces ¿Por qué no lloro como todos ellos? Estoy tan seria y seca como mi papá, y es que ambos estamos aún shockeados... o será que ambos estamos confiados en que mamá nos hará sentir un peso menos en unos minutos, o en unas horas cuando despierte.

—¿Podemos ver a mamá? — Me pregunta mi hermana. Elevo los hombros, no lo sé. Papá se ha metido otra vez a la Unidad de Cuidados Intensivos y no ha salido. —¿Crees que se salvará?

—Se despertará. Está un poquito cansada, solo quiere dormir un rato — La aprieto más a mi cuerpo sintiéndome una madre protectora, y Bianca llora.

—¿Lo hará?

—Lo hará — Aseguro. —Ella no nos dejará solas, no nos hará eso. Despertará — Beso su frente y ella suspira pesadamente. Solo queda esperar, como dijo papá, no podemos hacer nada más.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora