37

105 15 2
                                    

Bianca

—Bien, despejado. Mamá no está, papá menos... ni siquiera Ian. Supongo que habrán salido a disfrutar el día porque creo que mamá no trabajaba hoy — Le explico a Román dejándolo pasar. Lo tuve que acompañar a la casa de su primo porque no conocía ni una pizca de México, allí dejó las maletas y luego de platicar con su primo y ponerse al día vinimos a casa. Son casi las dos de la tarde y en un momento llegará Kayra de la escuela. —Puedes esperarla aquí, llegará en unos minutos ¿Quieres algo de tomar o comer?

—Ya comimos Bianca — Responde.

—Ya, es que me dio nervios y los nervios me dan hambre — Muerdo mis labios y mi móvil suena. Número desconocido. —¿Diga?

—¡Bianca soy Kayra! — Al escuchar su voz me quedo estática, Román me mira y me hace gestos de querer saber, entonces le hago una seña de silencio. —Hola Kay ¿Cómo estás? ¿De dónde me llamas?

—De un teléfono público ¡Ni siquiera sabía cómo usarlo wey! Ya sabes, mi perfecta idea de estrellar mi móvil y que ni mamá ni papá me quieran comprar uno — Explica —Ya. Te llamaba porque tengo que confesarte algo, y no quiero llegar y que me mates — Su voz me da miedo, hasta sus palabras me alertan. —Así que prefiero decírtelo por teléfono.

—¿Qué hiciste? — Pregunto aterrada.

—Hablé con... tu profe — Larga sin respirar.

—¿Qué?

—Con tu profe... el guapo ese, David — Explica.

—¿Qué hiciste?

—Me... hice pasar por ti y tienes una cita esta tarde a las seis en el teatro— Siento que el aire desaparece y que mis pulmones se niegan a recibir oxígeno. Román se me acerca y le hago un gesto de que estoy bien.

—¡Kayra te voy a matar! — Grito desesperada. —¡¿Por qué cara.jos hiciste eso?! ¡¡No iré!! — Me niego apoyándome contra la pared. Mi cuñado me mira confundido, sin entender nada.

—¿Cómo que no irás?

—No, no iré. Ni loca

—Pero no puedes dejarlo plant...

—¿Hola? — Miro el teléfono y vuelvo a ponérmelo en la oreja. —¿Kayra?

—¿Pasó algo? — Quiere saber Román.

—Nada, cosas de gemelas. Tu noviecita que quiere hacer de Cupido — Mascullo. Mi teléfono vuelve a sonar.

—Caray, no sabía que se acababan tan rápido las monedas — Me da risa, Kayra es tan especial. —Bueno, lo que te decía ¡¡Te di mucha ayuda!! Así que no puedes tirar todo el esfuerzo que hice por la borda.

—¿Y de qué esfuerzo hablas? — Comienzo a temer.

—Te lo hice fácil ¿Ok? Agradéceme, y créeme que el profe está coladísimo por ti — Siento mi garganta secarse. ¿Con que cara miraré al profesor ahora? ¿Neta Kayra le ha insinuado algo?

—Kayra, dime por favor que estás bromeando. Por favor — Suplico.

—No, le dije lo que sentías, obviamente haciéndome pasar por ti, y él ha dicho algo así como "Podríamos tomarnos el tiempo de conocernos" — Imita su voz y no me causa risa, es más, siento que moriré en cualquier momento. Román se acerca un poco más, preocupado.

—¡¡Maldición Kayra!! Te mataré, juro que te mataré — Gruño enfurecida. No tendré cara para mirarlo a los ojos luego de esto.

—Hazme caso, le gustas. Tú ve a esa cita, además solo hablarán y se conocerán mejor. ¡No harán nada caray! Dramatizas mucho Bianca. Te hice el favor — Cada vez que avanza con su confesión mi corazón se hace más chiquito y mis mejillas se ponen más rojas.

—Moriré. Maldita — Me quejo. Siento una impotencia indescriptible, lo hizo sin mi permiso y es algo que me molesta y mucho.

—No hagas tanto drama. Y... otra cosa, le di tu número así que si te llama no te desmayes — Mis ojos se abren como dos platos, de par en par, y cuando tomo aire para reclamarle ha cortado.

—¿Kayra? ¡¡Kayra!! ¡Maldición!! — Aprieto mi mandíbula y me controlo. Ok... ¿Qué haré? Me ha metido en un gran problema la muy... condenada. —La mataré — Miro mi teléfono y espero que vuelva a llamar, esperanzada que la llamada se cortó porque se le acabó el tiempo, pero no lo hace.

—¿Qué hizo ahora? — Román se ríe y suspiro resignada. —Te contaré hasta que llegue — Lo invito un café y nos sentamos en el sillón de la sala, donde comienzo a contarle todo lo de David.



~Anahí~

—¿Qué se te ha dado por traerme aquí? — Pregunto dejando el bolso y mi abrigo en el sofá. Estamos en aquella nombrada cabaña, esa donde pasamos tantas cosas juntos. Anteriormente Alfonso había hablado con su hermano y su cuñada y ellos encantados aceptaron cuidar a Ian unas horas.

—Pues... que hace mucho tiempo no venimos aquí. Estuve arreglando unas cosas mientras estuvimos separados y... quise traerte — Tira de mi mano hacia la habitación y mi corazón comienza a sentir eso que él solo me hace sentir, precipitación hacia lo que sé que sucederá.
Llegamos a la habitación y me mira con los ojos desbordados de amor, no hace falta decir nada... con su mano acaricia mi rostro y luego mi boca antes de capturarla. Me sujeto de su cuello y profundizo el beso, disfrutando la conexión de nuestras bocas y nuestras lenguas encontrarse. Sus manos suben mi blusa quitándomela y luego baja hacia el botón de mi jean. Lo ayudo a quitármelo, y una vez que me quito también los zapatos lo ayudo con su ropa, quitándosela una a una. Ambos quedamos desnudos.
El beso es cada vez más intenso, mi respiración se agita cada vez más mientras dejo escapar un suspiro. Doy un paso hacia atrás con él siguiéndome y choco contra la pared, él me voltea y descanso mis manos en ella. Su boca recorre mi cuello, besándome con delicadeza y cierro mis ojos, excitada.
Permanezco en silencio con las manos contra la pared, él recorre mi espalda de arriba abajo. Mi piel se eriza ante cada beso mientras siento mis pezones endurecerse poco a poco. Mi respiración, como de costumbre, se entre corta mientras me besa una y otra vez. El tiempo es nuestro, no hay prisas. Mis latidos se aceleran y una exquisita humedad recorre mis entrañas.
Con manos delicadas pero firmes toma mis senos y, en movimientos lentos y pausados, los masajea. Estoy segura que puede sentir mi pecho latir y mis senos a punto de estallar.
Su pecho contra mi espalda y sus labios recorriendo mi cuello, mi cuerpo vibra de placer. El recorrer de sus manos eriza mi piel cada vez más... y siento su miembro palpitar contra mi trasero. No puede más, y yo tampoco. De pronto recarga por completo su pecho contra mi espalda, me inclino apoyando los codos y los brazos en la cómoda de la habitación. Levanta su cabeza tomándome de las caderas firmemente con ambas manos y acerca su cuerpo más al mío, pegándonos, pareciendo un solo cuerpo.
Se abre paso lentamente en mí entrando en mi cuerpo. Siento esa parte suya, ardiente y palpitante... y me muerdo los labios mientras su miembro va abriendo paso en mis entrañas lentamente. Siento mi cuerpo hervir por dentro, mis pechos se endurecen cada vez más. Su vientre, fundido en mis caderas, su lengua recorriendo mi espalda. Con movimientos lentos entra y sale de mi cuerpo, una y otra vez haciendo que mi respiración se vuelta incontrolable y mis gemidos excitantes incitándolo a más. Mi cuerpo, ardiente y excitante, recibe todo de él que golpea sus caderas contra las mías sin importarnos nada. Es nuestro mundo, esta cabaña es nuestro mundo aparte donde podemos amarnos sin límites sin que nada importe y sea cual sea la posición Alfonso siempre me trata con toda la suavidad del mundo, como queriendo evitar que me rompa ante un movimiento brusco. Es lo que amo de él, su protección y su delicadeza, esa forma de hacerme el amor y no el sexo.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora