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~Poncho~

Luego de darle calmantes a Bianca, salgo para tranquilizar a mi familia. Al primero que veo es a aquel tipo que vino acompañándola, y que deduzco es el hombre por el cual ha perdido la cabeza. A su lado está Román. Paso de él y me dirijo hacia mi mujer y mi hija que están acompañadas por Maite y Dulce.

—Poncho como está Bianca — Anahí, desesperada, se acerca a mí y me toma de las manos. Se las acaricio, luego acaricio sus brazos y la calmo.

—Está consciente y fuera de peligro — Miro hacia un costado y miro a ese tal David. Sé que es él. Está preocupado y dejo la tensión de lado. —Tiene una costilla fracturada, al igual que el brazo, hematomas y el labio cortado. No necesitó sutura, así que eso es bueno — Suspiro. —¿Cómo pasó todo? — Pregunto a Kayra.

—Estábamos lo más bien, almorzando Bianca, David, Román y yo. A Bianca la llamó su tía, estaba feliz porque iría a verla. Salimos del restaurante, pero Bianca se apresuró en cruzar la calle. El semáforo estaba en rojo, así que ese auto no debió pasar. Pero venía descontrolado y... pasó todo en dos segundos — Solloza.

—El hombre está grave, tuvo un paro cardíaco mientras conducía y eso explica que pasó en rojo — Explico.

—¿Cuándo podemos verla? — Pregunta Dulce.

—Está adolorida, el sedante se ha ido y ahora le di unos calmantes. En un rato podrán verla — Miro hacia mi lado otra vez y el muchacho escucha atento cada palabra. Suspiro y bajo la mirada.

—Alfonso, él es David — Presenta Any. Él se acerca y acepta mi mano, apretándola.

—Lamento conocerlo en estas circunstancias. David, mucho gusto — Se presenta. Lo miro fijamente, serio, descifrando su mirada y su comportamiento. —¿Ella estará bien?

—Alfonso Herrera — Respondo. —Estará bien. Gracias a Dios no es nada grave, en unas semanas estará como nueva — Lo veo afirmar y quedarse callado, quizás no quiere parecer pesado o entrometido.

—Quiero pasar a verla — Pide Kayra, y acepto. Le digo a Any y a ella que me sigan, así pasan a ver a Bianca. Me siguen e ingresamos a la sala donde la han derivado, una habitación para ella sola donde está cómoda.


~Kayra~

Cuando ingreso a esa habitación la veo allí, con un camisón de hospital celeste, el brazo enyesado e inmóvil. Tiene un cuello ortopédico y su ojo, su boca y su pómulo están morados por el golpe. Además presenta un raspón notable en la frente, cerca del cabello. Su brazo izquierdo, el que no está enyesado, está también raspado y cuando asciendo a su cara noto un gesto de dolor.

—Mi amor — Mi madre se acerca y trata de no tocarla, solo acaricia su cabeza sobre su cabello. —¿Te duele?

—Todo mi cuerpo — Gime. —Tengo una venda aquí — Mira su vientre y señala su costilla con la mano izquierda.

—Estarás bien. Afortunadamente no ha sido nada grave y te repondrás pronto — Mamá se acerca y besa su frente, luego yo me acerco.

—Ay Bian, casi me muero. ¿Estás bien? ¿Qué te duele? ¿Necesitas algo? ¡Caray maldito conductor ese! — Me quejo. Toco su mano raspada con suavidad y juego con sus dedos. —Maldito presentimiento también.

—Por lo menos no te ha pasado nada — Gime haciendo esfuerzo para no respirar abruptamente, pues si lo hace estoy segura le dolerá todo el interior ya que tiene una costilla fracturada. —¿David? ¿Dónde está él? Quiero verlo. ¿Lo han visto ya? — Mira a papá que está a un lado. —¿Le has dicho algo?

—Papá se ha portado educadamente — Lo defiendo. —Mamá también. Él está afuera, preocupado.

—Quiero que entre luego ¿Puede ser?

—Claro — Acepta nuestro padre. —Así que ese es tu novio.

—Aún no es mi novio — Habla moviendo solo la boca y los ojos. —Pero lo quiero, y me gustaría que lo traten como se merece.

—Lo hemos hecho — Afirma mi madre. —Tú tranquila, tienes que mejorarte ¿ok?

—¿Cuánto me llevará esta recuperación? — Pregunta. Miramos todos a mi padre y él explica.

—Lo de la costilla más de un mes, quizás dos meses nada más. Y lo del brazo en cuatro semanas o cinco estará bien.

—Uf. Serán meses complicados — Rodea los ojos. —Pasar navidad así, neta no está bueno.

—Lo bueno es que estás fuera de peligro y esto es, dentro de todo, mejor que cualquier otro traumatismo.

—Si — Susurra. —Tenemos que hacerle mucho caso a nuestros presentimientos — Añade mi hermana. Y coincido con ella, y sé que nuestra madre también. El que no entiende nada es papá, porque quizás solo nos pasa a nosotras y quien sabe por qué motivo.



Días después...

~Bianca~

—¿Qué? No, esto no es cierto — Intento no moverme mucho. No he vuelto a clases, de hecho estoy haciendo mis trabajos desde casa, pero hoy tuve que ir a clase de teatro porque es el día que tengo que cantar con mi madre. Y David me ha dado una noticia que no me esperaba. —¿Por qué? No puedes hacer esto.

—Bianca, quiero estar contigo. ¿Sabes cómo me he sentido cuando tuviste ese accidente? Casi me muero — Se me acerca y lo dejo. —Me he dado cuenta que quiero estar contigo, que seas mi novia, que seas mi niña, poder protegerte y cuidarte — Me toma de las mejillas y acaricia mis labios. —Tenía que hacerlo. No puedo seguir siendo profesor, porque hoy vendrán tus padres y si se enteran que soy tu profesor será más complicado que me acepten — Explica. Bajo la vista, él tiene razón.

—No quería que lo hicieras. Es tu profesión, no puedes dejarla por mí — Farfullo.

—Puedo, sí. Y quiero, por ti, porque quiero esto. Te quiero — Sus labios acarician la pu.nta de mi nariz y cierro los ojos.

—¿Entonces? ¿Dejaste de ser el profesor de teatro el viernes pasado? — Susurro. —¿De que vivirás?

—Así es. Tengo otro trabajo, ya te mostraré cual. Y lamento no poder acompañarte este día como tu profesor, pero me agrada acompañarte este día como tu novio. ¿Puede ser? — Abro los ojos ampliamente, miro sus ojos y siento ganas de llorar. —Sé que no es el lugar, pero quiero saber lo antes posible si aceptas ser mi novia, nena — Sonrío ante sus palabras y me sujeto de sus bíceps.

—Claro que quiero. Es lo que más deseo — Sonrío y me acerco a sus labios. —Sí quiero ser tu novia — Él sonríe contra mis labios y luego me besa, suave, delicado y decidido. Es el hombre perfecto, el hombre que quiero en mi vida sin importar la edad. Lo quiero, es lo que importa.



~Anahí~

Kayra y yo llegamos a la escuela antes de lo acordado, pues tenemos que ensayar antes de la presentación. Kayra le manda un whatsapp a su hermana y nos dice que se encuentra en la sala de teatros con la profesora que dirigirá todo ese día. Así que allí vamos.
Las chicas están todas acompañadas por sus madres, saludo a algunas conocidas y luego sujeto la guitarra que Kay me entrega.

—¿Listas para ensayar lo suyo? — Pregunta.

—Bueno, me hubiese gustado no tener este yeso ni esta faja apretándome el pecho, pero sí. Afortunadamente el cuello ortopédico ya no lo llevo y es un alivio — Suspira.

—Mi amor, lo importante es que puedes cantar.

—No sabes lo que me cuesta mamá, pero Kayra no me quiso reemplazar así que pues lo hago igual — Abrazo a mi gemelita enyesada y Kayra ríe. —Lo bueno es que en tres meses habrá otro festival, y allí sí podre bailar mi danza de los siete velos.

—Tú lo harás mejor. Y el bailecito, estarás recuperada para ese entonces ¡Venga a ensayar!


Ensayamos durante una hora entera, entre tandas pues algunas madres tomaban el escenario para practicar una escena con sus hijas. Nos divertimos mucho, pero ya era hora de comenzar. La gente fue llegando, todos los familiares de los alumnos, directoras y profesoras. La sala de teatro se llenó y Bianca y yo buscamos a Alfonso y David en la multitud. Allí estaban ellos, David parado cerca de la puerta, Poncho sentado en una de las butacas de la tercera fila con Ian en brazos junto a Kayra, Román, Christian y Dulce. Maite no ha podido venir.

¿Hace cuanto que no pisaba un escenario? ¿Hace cuánto no canto delante de cientos de personas? Porque allí hay más de doscientas personas, en total. No estoy nerviosa, estoy más que nada entusiasmada y alegre de poder compartir algo que quiero no solo con los demás, sino con mi hija. Cantar acompañada de ella, para ayudarla y, si se puede, ganar el primer puesto. Lo importante no es ganar, pero creo que estaría muy bueno.


Esperamos detrás del escenario nuestro turno mientras escuchamos a otras compañeras de Bianca cantar con sus madres.

—Ay mamá, no quiero ser presumida, pero creo que ganaremos. ¿Escuchas como cantan? — Se burla Bianca. Me rio con ella y niego mirando hacia todos lados.

—Shuuuu que hacen lo posible. No tienen la culpa que cantemos tan bien — Digo con chulería.

—El jurado nos elegirá — Me guiña el ojo y quien sabe y tiene razón.

—No hay que competir, lo hacemos para divertirnos ¿Ok? — Ella afirma. —Ha venido David a verte.

—Si — Responde con una felicidad que se le sale por los poros. —Ya es mi novio — Confiesa tomándome de las manos con su mano desocupada, la que no tiene el yeso. Festejo con ella y la abrazo con cuidado.

—¡¿Ya?! Increíble, mis felicitaciones princesa.

—Gracias. ¿Te cae bien David? — Quiere saber.

—Claro, me ha demostrado mucho el tiempo que estuviste internada. Te quiere puramente, se le nota y por eso me convenció — Confieso acariciándole la mejilla. La he maquillado lo mejor posible para que no se le notara los moratones y raspones, y ha quedado perfecta. —Además te hace feliz, y es lo que importa — Beso su mejilla y me separo cuando nos nombras. — Llegó el momento. ¿Preparada?

—Preparadísima — Afirma abrazándome con un brazo. Chocamos las manos y salimos hacia el escenario.

Dado a que Bianca tiene un brazo malo, la que tiene que tocar la guitarra soy yo. Así que cuando nos presentamos, nos sentamos en las banquetas altas y ajustamos los micrófonos.

—Hola a todos — Saludamos ambas. —Soy Bianca y ella es mi madre Anahí.

—Un gusto estar aquí y participar de este festival. Yo he participado, como seguramente todos ustedes, cuando era adolescente... pero ahora es momento de acompañar a nuestros hijos. Y es una forma de divertirnos y pasar un agradable día familiar. Así que, ahorita cantaremos una canción que ha escrito mi otra hija.

—Kayra, mi gemela — Agrega Bianca y le dedica una miradita a su hermana. —Espero les guste y... ¡Disfruten!


Carraspeo y comienzo a tocar los acordes. Bianca sigue el sonido con un movimiento de mano sobre su muslo y comienzo a cantar.

Puede que no sea yo lo que buscabas
Ni que seas tú mi otra mitad.
Hace tiempo que el amor se fue de esta casa.
No nos queda nada de que hablar.

Bianca sigue, su voz es bastante parecida a la mía aunque ella la tiene más aguda.

Deja la ropa, junto a la cama
Solo quédate un poco más

El tema que Kayra ha escrito describe perfectamente lo que hemos pasado Alfonso y yo este último tiempo. El coro lo hacemos ambas, juntas, al unísono.

Y no digas nada
Todo está en calma.
Por una vez no digas nada.
No digas nada
Todo está en calma.
Por esta vez apaga la luz
Y no digas nada.


No dejo de tocar la guitarra, y aunque no la había tomado en mucho tiempo, no me costó nada volver a hacerlo. Imágenes se me vinieron a la mente, momentos de mi adolescencia, de mis tiempos de cantante en la prepa.
Escucho a Bianca con su hermosa y suave voz cantar con toda la pasión posible y me enorgullezco.

Hoy las nubes no se van de mi ventana
Y no sé si quiero despertar.
Dejaré mi corazón bajo la almohada,
Por si un día quieres regresar.

Su voz es perfecta, con una mezcla de ternura y pasión. Con todo lo que esa canción tiene que tener, pasión.

Deja la ropa junto a la cama
Solo quédate un poco más.
Y no digas nada todo está en calma
Por una vez no digas nada.
No digas nada todo está en calma.
Por esta vez apaga la luz y no digas nada

Bianca deja que cante mi parte sola y lo hago, decidida, mirando a Poncho y poniendo toda mi voz.

Y no sé si podré arrancar de mi piel
Esos besos prohibidos que me diste ayer.

Finalizamos con un estribillo compartido y me emociono. Sin duda quedará guardado en mi memoria para siempre como uno de los mejores momentos de mi vida.


~Kayra~

De más está decir que mamá y Bianca fueron las mejores, y es obvio que obtuvieron el primer puesto. Todos estuvieron de acuerdo, no solo el jurado, y es que han sido más que profesionales y disfrutaron de ambas cantando.

—Kay ¿Puedes buscar agua para Ian? — Me pide mi padre mientras mamá toma a mi pequeño hermano en brazos. Tomo el biberón vacío y voy en busca de un poco de agua. Llego a un lugar alejado, es una cocina improvisada donde en una mesada hay un dispensador de agua purificada. Cargo un poco en el biberón de mi hermano y, cuando lo estoy cerrando, siento unas manos en mis caderas. Me tenso y sujeto el biberón con fuerzas pasando saliva, no son las manos de Román. Oh my...

—Felicitaciones nena, estuviste increíble — ¿Es Da... David? — Cierro los ojos y me volteo.

—Eh... te... confundiste — Farfullo. Él se aleja de mí como si mi cuerpo quemara. Me mira, yo no tengo el yeso, así que eso lo hace maldecir.

—Lo siento — Se pasa las manos por la cabeza y lo veo enojado con sí mismo. —Pensé que eras... Maldición lo siento Kayra — Se disculpa.

—No. Entiendo que te hayas confundido.

—Es que Bianca está... vestida como tú, casi. Que tonto soy, si Bianca tiene el yeso. Es que al estar de espaldas no...

—Lo sé. Es parecido, sí — Sujeto el biberón, juego con él mirando a mi cuñado que está maldiciendo en silencio.

—En serio, lo siento. No fue mi intención. Discúlpame.

—David lo sé. Somos gemelas, te puedes confundir. No te culpo — Paso por su lado aún sosteniendo el biberón de mi hermano, y antes de salir me volteo. —Quita esa cara, no es nada grave — Le sonrío para que se tranquilice y él asiente con un movimiento de cabeza. Cuando salgo de allí largo el aire contenido y me destenso. —Ay caray ¿Qué tenía allí? — Suspiro fuerte largando un audible uff! y sigo mi camino.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora