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~Kayra~

Paso el día amargada en la escuela, el vientre se me comienza a notar pero afortunadamente como hace frío, llevo el abrigo del uniforme y me permite camuflar el embarazo.
Bianca no ha venido a la escuela, se sentía mal y me dijo que tenía algo de fiebre, por lo que tuve que venir sola. Yo tampoco me siento tan bien que digamos, estas malditas náuseas me van a sacar de quicio... lo bueno es que los profesores me dejan salir cada vez que algún aroma en el salón me descompone. Cosas simples, como el aroma a perfume de alguna compañera, o el de algún compañero... o esos perfumes de abuela de la Miss de inglés... o el olor a alguna comida que comen mis compañeros. Todo eso me hace querer desmayarme del disgusto y ruego que se me pase pronto.

Estoy sentada sin hacer nada, pues ya acabé mis ejercicios, cuando veo ingresar al bendito profesor de teatro por la puerta. Sonrío y lo miro, está guapo y sexy el condenado y entiendo la baba que se le cae a mi hermana. Él mira a todos los alumnos, nos saluda y comienza a hablar.

—Bueno, como sabrán las inscripciones para clases de teatro se reabrieron y quería informarles que, aquellos que quieran anotarse, pueden hacerlo hoy por la tarde en el horario de las cinco — Miro sus ojos que apuntan hacia mí cuando me descubre y... vaya, tiene unos ojazos que te podrían hacer elevar en el aire de tan intensos que son. Azules, muy azules como el mar.
Me mira, me mira y me mira tan intensamente, aunque con disimulo, y esto cien por ciento segura que piensa que soy Bianca. ¿Sabrá que tiene una gemela? No lo sé, pero tengo que ayudar a mi hermana ¿Cómo? Haciendo lo que todo gemelo hace... ¡sí! Eso mismo, hacerme pasar por ella.

—Profesor, yo... tengo que hablar con usted — Me paro de mi asiento y le sonrío con timidez, tomando el aspecto de Bianca. Él asiente con la cabeza levemente y sé que está disimulando la sonrisa que se le quiere escapar. ¡Dios, Bianca es tan ciega! El tipo se muere por ella, con solo mirarlo y ver como la busca con la mirada, como la mira –supuestamente, porque me está mirando a mí- y como sonríe se tendría que dar cuenta.

—Ok alumna Herrera — Camino hacia el frente y él le dice algo a la profesora antes de darme paso para salir. Cuando salimos lo miro imitando a Bianca, sabiendo cómo se pondría o como actuaría ella en una situación de éstas. —¿Te parece ir a la sala de ensayos? ¿O por aquí está bien?

—Mejor vamos a... la sala ¿no? — Afirma y me pide que lo siga. Camino a su lado mostrándome tímida hasta que llegamos a la sala de ensayos. Me señala una de las butacas, pero no quiero sentarme y se lo hago saber, así que él se queda parado frente a mí.

—¿Cómo estás? — Me pregunta. Sonrío y contesto.

—Bien ¿Usted? — Él me mira frunciendo el entrecejo y sonriendo a la vez.

—¿Qué dijimos de eso Bianca? — Me quedo callada y pálida ¿De eso que? —Que me ibas a llamar por mi nombre.

—Ah si, es... la costumbre — Carraspeo. Piensa. Piensa. ¿Cómo se llamaba? Ay si, David.

—Nos tenemos bastante confianza ¿Cierto? — Sonrío ampliamente y afirmo. —¿Entonces Tú dirás. ¿Tienes que platicarme de algo del teatro?

—No — Niego.

—¿Del desmayo? — Cuestiona. ¿Eh? ¿Qué desmayo? ¿Qué hizo Bianca?

—Este... no. No es eso, en realidad es algo de... mi vida personal — Explico más suelta pero siempre tomando los gestos de Bianca. —Y creo que... no tiene nada que ver con... el teatro. Pero sí contigo — Mis palabras lo sorprenden, porque se pone más serio y cruza sus brazos sobre su pecho.

—¿Qué ocurre conmigo? — Pregunta interesado, su mirada se clava en mí como si con ello quisiera leerme la mente.

—Pasa que... por más que trate de ocultarlo ya no puedo más — Doy un paso hacia adelante. Perdóname Bianca, pero si no te ayudo nunca avanzarás.

—¿Con qué no puedes?

—Con lo que siento. Quizás... es solo de mi parte, quizás usted me vea como una alumna y sé que es así — Carraspeo y miro hacia otro lado. Vaya que sí es difícil ¿Qué pensará Bianca cuando se entere? ¡Me matará caray! —Pero es que... — Sigo —Siento algo que no se basa solo en relación alumna-profesor ¿Entiendes? — Él se sorprende y toma aire, entonces sonríe. Sonríe, sí, sonríe y me siento aliviada.

—¿Es lo que estoy pensando? — Pregunta divertido. Bueno, no sé que es lo que estará pensando... ni siquiera lo conozco lo suficiente para saberlo. —Si es eso que creo... Sabes que no conocemos nada el uno del otro ¿verdad?

—Sí — Susurro.

—Pero podríamos tomarnos el tiempo de conocernos mejor ¿No crees? — Añade. ¡Yeah! Yo sabía que sentía algo ¡caray! Si con todo lo que mi hermana me cuenta no hace falta que lo mire ni lo conozca. Siente algo por Bianca, se nota en su respuesta. Está queriendo darse el tiempo de conocerse.

—Pero... — Hablo —Soy alumna y tú...

—Lo sé, y créeme que no me importa. Tú... — Se acerca a mí y con sus dedos roza mi mejilla, en ese momento escuchamos la puerta del teatro abrirse y nos separamos. Gracias a Dios, ahora lo dejaré aquí y lo demás lo hará Bianca.

—Tengo que irme — Digo avasallada por el nerviosismo.

—¿Podemos hablar más tranquilos esta tarde? Te espero aquí a las seis, luego de las inscripciones.

—Bien — Afirmo. —Te dejo mi número de teléfono por si pasa algo ¿Me das el tuyo? — Pido con descaro. Él accede y me anota su número en un papel al ver que no tengo el mío encima. Yo, por supuesto, anoto el de Bianca en su celular. —Ok, nos vemos — Le sonrío y me retiro, es entonces que cuando salgo tomo aire. ¡Guau! Demasiado por hoy.


~Bianca~

—¡¡Román!! — Lo reconozco entre la multitud, con su cabello rubio corto y su forma de caminar, lleva dos maletas con él. —¡Aquí! — Agito mi mano y me ve, entonces comienza a acercarse. Kayra debe creer que estoy en cama, con fiebre y enferma, pero fue una excusa que puse para poder buscar a Román.
Cuando llega hacia mí me abraza y le correspondo.

—¿Qué onda cuñada? — Río ante su chulería y lo invito a que me siga.

—¡Al fin apareces! Prepárate Romancito eh — Me burlo.

—¿Está enojada?

—Enojada es poco — Explico —Sobre todo por lo que tiene que decirte.

—¿Qué cosa? — Pregunta confundido.

—Ella te lo dirá, no me corresponde. Pero... Kay está en el colegio ¿Has desayunado?

—Algo, en el avión. Pero igual muero de hambre.

—Bueno, te invito a desayunar y de paso te voy preparando para lo que te espera de mi gemela — Nos dirigimos a un bar en el aeropuerto para desayunar y platicar. —¿Dónde te quedarás a vivir?

—Bueno, tengo un primo aquí y me ofreció quedarme allí con él hasta que consiga un trabajo y pueda rentar algo, ya sabes.

—Que bien. Bueno, cuéntame donde andabas y por qué no le respondías a la intensa de mi hermana — Ordenamos un buen desayuno y espero a que él me cuente todo con detalles.


~Poncho~

Miro a Ian chupar el bombón que vino en la cajita Scrapbook, disfrutando mientras Any sacude la cabeza.

—Le hará mal, luego si le duele la panza lo aguantas tú — Se queja sonriendo, sé que en el fondo le agrada que Ian disfrute de su primer chocolate.

—Solo lo chupa amor, luego se lo quitamos — Me acerco y beso su mejilla —Estás hermosa ¿Sabes? Extrañaba verte así por las mañanas.

—Estoy horrible — Hace un puchero jugando con los piecitos de Ian que está sentado frente a nosotros, en el medio de ambos, aún en la cama y la sujeto del mentón para que me mire.

—Eres la mujer más perfecta que conozco en el mundo — Advierto —Any llevo años viéndote así, y siempre te dije que me gustas al despertar, con esa belleza natural que posees, esos ojos que cuando no los maquillas son azules muy claros como el cielo. Eres hermosa y eres mía. Te amo — Se me acerca con una sonrisita y nos besamos lentamente. Ian lanza un quejido y nos mira serio.

—Ya, es que este niño es muy celoso. Creo que no quiere que me beses — Bromea. Ian vuelve a chupar el bombón que tiene en su mano izquierda, creo que será zurdo como Any. Su cara está llena de chocolate, tanto como su ropa y hasta las sábanas blancas.

—¿No quieres que bese a tu madre? — Le pregunto. Ian me mira chupando el chocolate y con una sonrisa pícara me acerco para besar a Any una vez más. Me concentro tanto en besarla, en disfrutar su boca, que no nos damos cuenta que Ian ha gateado hacia nosotros.

—Ay no mira que desastre — Exclama Any mirando las sábanas más manchadas que antes, pero luego mira a Ian y se ríe. —Alguien necesitará un baño urgente, y creo que papá lo hará muy bien ¿Verdad príncipe?

—¿Quién yo? — Pregunto mirándolo.

—No, Brad Pitt. ¿Sabes? Él es el padre, solo que bueno... como tú te encariñaste con el niño no podía decírtelo — Sigue bromeando. Así que tiene ganas de bromear. Me levanto de la cama y camino hacia su lado, no lo hago sobre la cama porque Ian está justo en el medio. Cuando me acerco a ella peligrosamente... —Ni se te ocurra — Me señala con un dedo casi retándome, me acerco más y, por suerte, la bandeja del desayuno ya no está en la cama.

—¿Qué cosa? — Pregunto haciéndome el desentendido, subiéndome otra vez a la cama.

—Poncho no te hagas. Sé que me quieres hacer... ¡¡No, no, no por favor!! — Suplica una vez que comienzo a hacerle cosquillas en su vientre. Ahogada por la risa se recuesta sobre la cama y sigo con mi tortura. —¡¡Ya Poncho ya!! ¡Tregua por favor! — Pide entre risas, doblándose. Miro a Ian que mira sin importancia comiendo su chocolate.

—¿Entonces? ¿Qué decías? Ah ya, que el padre de ese guapo niño es Brad... ¿cómo se llama? — Sigo con las cosquillas y ella intenta zafarse sin lograrlo.

—No... tú... tú eres... por supuesto... jajajaja ¡Espera! Tre... tregua por favor — La dejo y toma bocanadas de aire. —Tú eres el creador de esa belleza — Dice entrecortadamente divertida. —Ni Brad Pitt podría hacer un hijo tan lindo como el nuestro — Sus manos se aferran a mis brazos e intenta normalizar su respiración. —Es que tú haces... preguntas tan... obvias — Suspira y me pellizca. La miro con cara de "lo vuelves a hacer y te las verás", entonces acaricia mi brazo pellizcado. —Ya mi amor, se me saldrán las costillas en cualquier momento — Ladea la cabeza y mira a nuestro hijo. —Sí que es perfecto ¿ah?

—Como su madre — Me inclino y dejo un beso en la pun.ta de su nariz. —Está cada día más parecido a ti.

—Pero con tu color de ojos y tu cabello. Es realmente guapo como tú, romperá corazones como el padre — Me mira y alza una de sus cejas, yo sigo sobre ella aprisionándola entre mis piernas.

—Yo no rompo corazones — Me defiendo.

—Es lo que tú crees.

—¿Por qué lo dices? ¿He roto tu corazón? — Pregunto pero sé la respuesta, sé que si. El ambiente se torna tenso, pero ella cambia el rumbo de cualquier respuesta que tenga que ver con los momentos de "corazones rotos".

—Me refiero a que has dejado a muchas mujeres suspirando por ti — Sus manos acarician mis brazos.

—No es cierto — Advierto. Bajo mi rostro y, cuando mis labios rozan su boca, cierro los ojos.

—Sí es cierto —Susurra —Si nombrara tu historial, comenzando con la chica esa de la prepa, no terminaríamos nunca. Es que tengo el hombre más precioso a mi lado.

—Bueno eso es verdad — Afirmo con chulería. Ella ríe y rodea mi cuello con sus brazos para acercarme a su rostro y besarme. —Ya, no creo que sea bueno hacer una escena por.no delante de nuestro bebé — Me separo y me quito de encima de ella, Ian está concentrado en su chocolate y ni atención nos presta. —Neta ya fue suficiente, quítale ese chocolate que le hará mal — Me regaña, entonces me acerco a Ian y se lo quito, inmediatamente el niño hace un puchero e intenta tomar el bombón con manos torpes, pero no lo logra y llora.

—La culpable es tu madre, campeón — Any me fulmina con la mirada y se dirige a nuestro hijo.

—Mamá te dará algo más rico, un baño. Porque si esperamos de tu padre... — Lo toma en brazos y sale de la cama —...tendría que viajar desde Hollywood y tú necesitas un baño ahorita mismo — Riéndose corre con nuestro niño hacia la puerta de salida. Cuando lo hace me siento en la cama, miro las sábanas manchadas y el desayuno ya terminado... y la caja/carta Scrapbook cuidadosamente apoyada en la mesita de noche de su lado. Suspiro con felicidad, afortunadamente todo vuelve a la normalidad y haré lo posible para que sigamos así siempre.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora