52

61 13 2
                                    

~Bianca~

Voy hacia el teatro, y cuando ingreso al gran salón, me encuentro a David platicando con una de mis compañeras. Él me ve y me hace un gesto que solo yo reconozco, y vuelve a hablar con la chica. Entonces dejo mi mochila y me siento en una de las butacas a esperarlo.
Jessica, la porrista de sexto ¿Qué hace platicando con David? Si ella nunca se interesó por el teatro. No creo que ahora le interese... quizás le interesa el profesor, puedo notarlo por cómo se mueve o actúa, y como apoya su mano en el brazo de él. Maldita, suéltalo.
Nunca en mi vida fui celosa, no lo soy ni siquiera de mi hermana o de mis padres ¿Por qué ahora sí? ¿Por qué me revienta tanto que esa güera desabrida de Jessica toque así a David?
Quito la vista de allí y busco mi celular para mandarle un Whatsapp a Kayra. Me dice que está bien, que Román y ella están por ir a almorzar, así que me quedo más tranquila.
Cuando vuelvo la vista hacia aquellos dos David está con cara de no aguantar más a Jessica, sin embargo le sonríe para no ser descortés. Ruedo los ojos y me muerdo el labio para no llamar la atención de David. Pero creo que éste le dice algo de mí, porque luego Jessica me mira y hace un mohín de desagrado, alzando sus cejas y mirándome de arriba abajo. Me siento inhibida pero no se lo demuestro. Seguidamente Jessica sonríe falsamente, se acerca y le deja un descarado beso en la mejilla a David y yo siento ganas de saltarle a la yugular, pero me contengo. Nadie se tiene que enterar. Nadie se tiene que enterar. Repito.
Cuando se va, agitando su cabello tanto como sus caderas, me levanto y la sigo. Cierro la puerta con la traba interior y me dirijo hacia el escenario. Subo y miro a David como si quisiera asesinar a alguien. Entre el presentimiento y Jessica estoy de mal humor.
Me siento en el pequeño banco tapizado del piano y apoyo mi cabeza en las teclas haciendo que suenen sórdidamente.

—Me choca — Gruño. No lo estoy viendo, es más, tengo los ojos cerrados, pero sé que me está mirando confundido. —Jessica.

—¿Por qué?

—Es una... zorra — Expreso mirándolo.

—¿Bianca hablando de esa forma? — Sonríe por la sorpresa. Extiende su mano y la tomo, entonces él tira de mí incorporándome.

—Las cosas como son — Mascullo. Él me acerca más a su cuerpo y me aprieta contra su pecho. Sus manos suben a mis hombros y aprieta allí haciéndome gemir.

—Estás tensa — Rodea mi cuerpo ubicándose detrás, corre mi cabello hacia al costado y sigue con sus suaves masajes.

—Todo esto del mal presentimiento me puso así — Y lo de la güera aquella también, pienso. Cierro los ojos, inhalo y exhalo con tranquilidad mientras los dedos de David hacen un excelente trabajo. Cuando acaba deja un beso en mi clavícula y me voltea.

—Relájate. ¿Quieres que vayamos a almorzar? Así te distraes — Son apenas dos segundos lo que lo pienso, porque termino aceptando. Él sonríe, sus ojos azules me miran con intensidad y su mano izquierda echa mi cabello hacia atrás dejándome el cuello al descubierto por donde pasa las yemas de sus dedos apenas rozándome, pero erizándome la piel.
Miro su boca, abro la mía levemente para respirar con normalidad, pues siento que se me corta el aire y todo se hace denso aquí. La mueca que hace con los labios me hace acercarme y chocar mis labios con los suyos con decisión. Lo tomo del cuello con mis manos y abro mi boca para que él pueda profundizar el beso, como siempre, haciéndome perder la noción del tiempo y del espacio.



~Anahí~

La puerta de mi oficina se abre, pero no sé quién es, solo escucho el ruido de ésta abrirse y cerrarse. Estoy concentrada en mis pensamientos con una angustia que me corroe el cuerpo.

—Jefa — Escucho la divertida voz de Christian así que alzo la vista. Tiene un oso de felpa color amarillo, muy bonito. Junto a él una rosa. —¡Felicidades! — Lo miro e inmediatamente mis ojos se ponen como dos mares. Me levanto y Chris se acerca a mí. —Ay güera ¿Estás sensible? Los bebés te ponen así ¿Verdad? Mi hermana se pasó la mitad del embarazo llorando — Bromea abrazándome.

—Nunca he estado tan sensible, es más, comencé apenas hoy — Sollozo. Acepto su oso y lo abrazo. —Gracias, es hermoso — Me entrega la rosa y la llevo hacia un pequeño florero que tengo allí.

—No te noto contenta — Dice una vez que vuelvo a mi asiento. Él se sienta en el otro extremo del escritorio, del lado del visitante.

—Sí lo estoy — Digo en voz baja. —Neta que estoy contenta, es que me cuesta asimilarlo porque no busqué este bebé. En realidad ninguno de mis hijos fueron buscados, y ya ves como son las cosas en mi vida — Suspiro. —¿Te confieso algo? Quería esperar a que Ian tuviera por lo menos año y medio, y que naciera el bebé de Kayra y luego buscar otro hijo. Pero todo se adelanta, rompe mis esquemas, rompe con mis planes.

—¿Sientes que este bebé llega en un momento no indicado? — Cuestiona como si fuera un psicólogo, jugando con un bolígrafo. Yo miro el oso de felpa, suavecito y bonito, y elevo mis hombros.

—Exacto, pero es bienvenido — Finalizo largando el aire contenido. Dejo el peluche al lado de mi computador y lo miro. —Tenemos que trabajar mucho, porque mi barriga crecerá y mucho — Bromeo sonriente. Él sonríe y niega.

—Te tienes que cuidar, no puedes estresarte mucho.

—Con Ian estuve casi todo el embarazo de ama de casa, esta vez será distinta. Me hará bien distraerme, así se me pasarán más rápido los meses — Explico tomando unas carpetas.

—Pero tienes un bebé de ocho meses, no lo olvides — Me recuerda. Recuerdo a Ian, el tiempo que pasa con Martita, más de lo que pasa conmigo o con su padre. —Maite está capacitada para llevar el mando de esta empresa — Voy a hablar pero él me detiene —Y sé que quieres encargarte tú, pero debes bajarle la intensidad. No es bueno que te estreses estando embarazada.

—Sé que Maite junto con Dulce y tú llevarán muy bien la empresa, los tengo en cuenta para cuando me tenga que ir por un tiempo. Pero ahora que puedo seguiré al mando — Señalo las carpetas. —Nos queda poco tiempo para el desfile ¿Cómo van las cosas?

—Perfectas. Casi todo listo.

—Bien — Me tomo la cabeza, me levanto y voy en busca de un poco de agua. —Sigamos.

Nos dedicamos a buscar más modelos para diseñar, ese desfile es uno de los más importantes y allí habrá muchas personas que nos verán, personas importantes, personajes del mundo del espectáculo y hasta de la realeza y es un buen momento para lucirnos.

—El desfile se llevará a cabo en Roma ¿Podrás viajar?

—Tengo que hacerlo — Afirmo. —Tú también, así que me acompañarás. Eres el diseñador junto conmigo así que, muchachote, te vienes conmigo.

—Claro jefa — Ríe. —Dile a tu maridito que te cuidaré. Oye ¿No se pondrá celoso? La última vez lo vi así.

—No creo. Sabe que eres un amigo — Explico.

—¿Sabe que soy gay?

—No — Niego con media sonrisa mirándolo divertida. —No se lo he dicho.

—Muy mal tú. Quizás así se siente más seguro de que no le robaré a la tremenda mujer que tiene — Dice haciéndome largar una carcajada.

—No se lo diré para dejarlo más tranquilo, Christian. Que piense lo que quiera. Además estoy embarazada. Si tú no fueras gay, ni fueras mi amigo ¿Crees que podría hacer en mi estado? — Señalo. —No. Y no porque no pueda, sino porque lo amo y ya me equivoqué dos veces. No habrá una tercera.

—Bien Giovanna, así se habla.

—¡No me digas así caray! — Le lanzo un papelito por la cabeza y nos echamos a reír.

—Ok Anahí — Ríe. —Lo que no me cierra es como no se acuerda de mí. Si íbamos al mismo colegio, hasta yo cantaba contigo ¿Cómo es que no se da cuenta?

—No sé — Río. —Creo que es muy malo con las caras, además tú estás muy distinto. Has cambiado mucho.

—Bueno, creo que es más porque estaba de babas contigo, mirándote, que por eso no me registraba bien y hoy no se acuerda de mí — Bufonea haciendo un mohín de empalago. Alzo la vista de los papeles y lo miro achinando los ojos. —¿Qué? Nunca vi un chavo tan embobado y enamorado como Poncho. ¡Y mira que yo sí me acuerdo como le dicen!


—Pasa que te tenía hasta la coronilla con él, hablándote en los ensayos.

—De todos modos, tú me nombrabas ¿Cierto? Por más que no iba al mismo curso que ustedes, es raro que no me recuerde. ¿Será que tiene memoria selectiva? O precoz quizás.

—Bueno, si le diríamos que tú eres justamente ese Chris mal vestido de cabellos de colores, quizás se acuerda.

—JA-JA-JA güera — Achina sus ojos.

—No es cierto, te vestías muy bien pero algo raro. Cambiaste tus gustos.

—La gente cambia — Expresa. —Ya ves, todos pensaban que me iba a dedicar a la música y aquí estoy diseñando ropa. Igual que tú, te imaginaba cantando.

—Cuando quedé embarazada las cosas cambiaron, era un hobbie cantar. Tenía que buscar una carrera donde pudiera dedicarles tiempo a mis hijas y darles estabilidad económica. Quizás la música sí me hubiese dado esa estabilidad monetaria, pero no el tiempo que yo tendría que dedicarles ¿Entiendes? Hubiese sido interponer la música ante todo, ante mis hijas, y no quería eso. No quería tener que viajar con ellas, que vivieran en diferentes países, estar un día en un país y al otro en la otra pun.ta, que no tuvieran un país fijo donde estudiar, donde tener amigos y alejadas de su padre. Era mi sueño, no el de ellas. Y yo tenía que pensar en ellas. Es por eso que abandoné la música cuando acabé la prepa y me dediqué a esto, que era lo que amaba también — Me acuerdo de aquellos tiempos en lo que solo me tenía que preocupar en tener buenas calificaciones, así mis padres me permitían seguir en la banda del colegio que era integrada por Chris, Dulce, Ucker y yo. Pero luego mis responsabilidades pasaron a ser otras cuando quedé embarazada, y mi sueño de ser cantante lo dejé en el camino.

—¿No pensaste en retomar?

—¿Qué? — Lo miro incrédula pero luego me echo a reír. —No Chris, ahora mucho menos. Primero que estoy bien así, segundo; tengo hijos de los que ocuparme, tercero; estoy embarazada otra vez y cuarto; estoy vieja para eso ya.

—¡¿Vieja?! — Dramatiza tocándose el pecho, del lado del corazón. —Me has dado un puñal directo al corazón, tengo casi dos años más que tú. Así que, soy viejo.

—¡No wey! No quise decir eso — Me disculpo e intento explicarme. —A lo que me refiero es que ya no tengo edad, tengo treinta y seis, no podría volver a cantar. Pero ¿Sabes una cosa? El domingo cantaré en un festival que harán en el colegio de mis hijas, estás invitado — Le guiño el ojo.

—Será bueno volver a escucharte. A ver si me despeinas con esa voz como lo hacías de adolescente.

—Quien sabe. Obviamente mi voz cambió, además no la estuve preparando ni cuidando, así que quizás no es lo que esperas. Pero es bueno, de cierto modo, volver al pasado. Y ahora puedo cantar y lo aprovecharé. Además será para ayudar a Bianca.

—¿Dónde queda ese colegio? Muero por verlas. ¿Tus hijas cantan como tú? — Pregunta interesado.

—Las dos cantan, sí. Luego te paso la dirección, la fecha y la hora — Tomo aire. —Bueno, mucha plática por hoy. Ahora trabajemos, uno de estos días te vienes a casa y recordamos viejos tiempo. Así conoces a mis hijos y hacemos recordar a Ponchito.

—Te tomo la palabra — Nos disponemos a trabajar volviendo a los papeles pero mi secretaria interrumpe llegando con un ramo hermoso de rosas blancas. Me levanto al verlas, y cuando me las entrega puedo ver cuatro de ellas de un color rosa pastel. Un detalle perfecto, adornado con un moño. Mi secretaria se retira y Christian espera a que lea la tarjeta.

"Por la maravillosa bendición que Dios nos ha ofrecido una vez más, yo estoy agradecido. Te amo cada día más. Mi vida está llena de alegría que jamás podría llorar. Eres el amor de mi vida por toda la eternidad, y siempre te protegeré a ti y a nuestros hijos. Gracias por hacerme tan feliz, cuida a mi pequeñito, pero más cuídate tú. Te amo, nos vemos al rato"


Sujeto la tarjeta con cariño contra mi pecho y largo una lágrima. Luego miro a Christian y éste se da cuenta.

—¡Cuánto amor! — Canturrea. Sin duda elegí bien a mis escasos diecisiete años, porque Alfonso es el hombre que siempre quise y querré, el que me hará feliz por muchos años más, y el mejor padre para mis hijos.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora