34

158 14 4
                                    


~Bianca~

Mi madre se acomoda mejor en la cama, toma un cojín y lo pone entre sus piernas.

—¿De un compañerito? — Pregunta con entusiasmo. Ruedo los ojos y la miro con cara de "¿Neta dijiste compañerito?"

—¿Compañerito mamá? Sonó a niña de Kínder — Protesto. —Es del colegio — Explico, pero no le digo si es un compañero, un amigo, un profesor, nada.

—Es que para mí eres mi chiquitita — Expresa con voz de bebé. Me muero de ternura y me sonrío, entonces me arrodillo y la abrazo.

—Eres hermosa mami.

—No más que tú princesa — Beso su mejilla con entusiasmo y vuelvo a mi posición.

—Yo... neta estoy muy feliz de que seas mi madre — Confieso. Cambio el rumbo de la conversación, ella se queda en silencio con una sonrisa emocionada. —Nunca imaginé que mi vida sería así. Yo... cuando descubrí que mi mamá... o bueno, la que creía mi mamá, tenía una enfermedad terminal no pensé que la vida me fuera a dar una sorpresa como ésta. Y estoy muy, muy feliz mamá porque pensé que en cuanto muriera mi mamá Trinidad yo iba a quedarme desolada, con mi tía que cuidaría de mí unos años nada más y que luego iba a tener que valerme por mí sola. Pero ahora tengo la seguridad contigo, con papá, tengo dos hermanos... tengo una familia que jamás me dejará sola, y eso me hace una persona feliz y completa — No dejo de mirarla a la cara mientras expreso mis sentimientos, de sus ojos caen pesadas lágrimas con continuidad y no se preocupa en secarlas. Sonríe entre el llanto y levanto mi mano para secar su rostro, y cuando lo hago ella toma mi mano y me besa la palma. Luego la sujeta entre las suyas y habla.

—No... Lo siento — Carraspea y hace una mueca. —No tenía la menor idea lo que la vida me tenía preparado, y te juro Bianca que yo soy mucho más feliz — Acaricia mis manos —Tengo a mis gemelas juntas, conmigo, y es algo que nunca me esperé ¿Sabes? Y me pone muy feliz que tú estés conforme con esta familia, neta que me siento muy dichosa. Y también que hablemos de estas cosas, que me hagas emocionar de felicidad en momentos difíciles, que me digas estas cosas que para una madre es hermoso. Te amo tanto — Me abraza y me sujeto a su cuerpo. Anahí es sin duda la madre que cualquier chico o chica puede desear tener, porque a pesar de todo siempre está ahí con nosotras tratando de ponerle una pisca de felicidad a la vida, conteniéndonos a pesar de los problemas, pero que sobre todo nos ama ante todo. —Y sé que te tengo abandonada, no solo a ti sino a Ian... y de eso quería hablarte. Quiero que pasemos un día juntas, que platiquemos así, quiero darte atención... esa atención que ahorita la tiene Kayra por su situación. No hago diferencias entre ustedes, jamás las hice en este tiempo ni siquiera cuando perdí a una de las bebés... porque por más que tenía a Kayra conmigo jamás me olvidaba de ti, de mi pequeña Kaylee — Ahora quien se emociona soy yo y ella seca mis ojos con delicadeza.

—No siento que hagas diferencia, pero te confieso que sí sentí celos estos días... o no eran precisamente celos, creo que era más desolación porque toda tu atención estaba en Kayra. Y yo... me sentía confundida con esto del amor que siento y no te tenía a ti, o no tenía tu atención. Y con papá no puedo hablar de esto porque me aconsejará mal — Sonrío de lado —Es capaz de darme los peores consejos con tal de que no esté con ningún chico — Ella ríe junto a mí. —Y lo siento si no le puse entusiasmo a tu idea de pasar un día juntas, porque sí quiero y sí me gusta la idea... pero a la vez no quiero dejar a Kayra de lado. Creo que deberíamos ir con ella.

—Claro, como quieras. Simplemente lo propuse porque me di cuenta que te tenía así de abandonada... y Kayra sabría entenderlo. Pero si quieres que pasemos las tres un día completo de chicas, pues me encanta la idea — Expresa encantada.

—Si quiero — Susurro. —Y bueno, antes quiero contarte esto del "amoooooor" que siento — Enfatizo haciendo comillas.

—¿No estás segura?

—Sí que estoy segura en cuanto a lo que siento, cuando lo veo a David siento que mi mundo se detiene, que solo existimos él y yo, nadie más — Explico con timidez. Mi madre me mira como si tuviera corazones en vez de pupilas.

—¿David se llama el afortunado? — Pregunta. Hago una afirmación con la cabeza.

—Sí.

—¿Y él que siente por ti? ¿Ha pasado algo entre ustedes?

—No, ahí está mi duda. Siento que sí se acerca a mí, sí siente algo pero no sé que es precisamente. Y hoy casi... me besa — Confieso. Mi madre hace una expresión tan graciosa que me pongo roja.

—Bueno... — Se toma algunos segundos. —Si te quiere besar pues, debe sentir algo por ti ¿No? Aunque, quizás eso que sientes no sea precisamente amor. Cuando estés con alguien y estés muy enamorada conocerás el verdadero sentimiento que te hace sentir el verdadero amor. Lo que tú sientes se llama atracción, y quizás sea mutua.

—¿Tú crees?

—Me he enamorado una sola vez en la vida y fue de tu padre, afortunadamente fue mutuo y créeme, cuando te enamoras nadie más existe, solo ustedes dos — Explica.

—Pero siento exactamente eso mamá — Advierto.

—Pues sí pero, no hay nada entre ustedes ¿Cómo puede ser amor?

—Tienes razón — Concuerdo.

—Cuando comiences algo con él te darás cuenta — Acomoda mi cabello hacia atrás y cierro los ojos.


—Él hace eso — Susurro. Abro los ojos y choco con la mirada de mi mamá.

—¿Qué más hace? — Se interesa. Recuerdo cada cosa que él hace.

—Se preocupa por mí — Confieso. —Hoy... me desmayé — Mi madre se alarma ante eso y me apresuro a aclarar todo. —Me bajó la presión, nada grave — La tranquilizo. —Es que su cercanía hace acelerar mi corazón, hace que mi cuerpo tiemble y sienta cosas indescriptibles, a tal punto de ponerme nerviosa y desmayarme ¿Entiendes mamá? Eso produce en mí, por eso no creo que sea cualquier cosa — Ella se ríe y me sorprendo.

—Entonces sí es el comienzo de un sentimiento muy fuerte — La escucho hablar —Me pasaba exactamente lo mismo con Poncho, creo que me desmayé cinco veces en sus brazos cuando éramos jóvenes.

—¿Neta?

—Te lo juro — Se tienta y hago lo mismo. —Caray que eres igual a mí en ese sentido, y Dulce tiene razón; eres igual de retraída que yo en algunos aspectos. Puedes preguntarle a tu padre, me ponía idi.ota cuando él se acercaba, me temblaba todo y hasta las piernas se me aflojaban. Sus ojos me hacían perder, ver ese poder y ese brillo en ellos me hacían vibrar — La escucho hablar y me siento tan identificada que me siento boba por haberle ocultado esto. Quizás ella desde un principio me hubiese ayudado mejor que nadie.

—Es lo que siento mamá, es exactamente lo que me hace sentir David. Tú, cuando sentías eso ¿Eras novia de papá?

—No, esto fue cuando lo conocí y el tiempo que nos tomamos para conocernos como amigos. Pero no podía verlo como amigo, sentía algo más por él — Explica.

—¿Y entonces que pensabas que sentías?

—Creo que al principio fue afinidad, luego se convirtió en cariño y finalmente me di cuenta que acabé enamorada completamente de él.

—Es eso lo que siento ¿Entonces dices que es afinidad? Digamos, atracción... — Indago jugando con el papel del caramelo.

—Solo tú lo puedes saber — Explica. Ya, es lo que me dijo Dul.

—Si eso lo sé, sé que tengo que averiguar yo lo que sentimos — Suspiro y tomo sus manos. —Gracias, me sirvió de mucho esto. Hablar contigo, que me aconsejes.

—Ay cariño, sabes que puedes preguntarme lo que quieras. Quisiera conocer algún día a ese David, podrías invitarlo como amigos... No sé, quizás a tomar una merienda, a...

—¡Mamá no tengo ocho años! — Exclamo riendo.

—Tienes razón. Bueno no sé, a cenar entonces.

—Quizás algún día — Accedo. —Pero por ahora no quiero adelantarme, además papá creerá cualquier cosa.

—Ya sabes cómo es tu padre, hasta que no estés segura no le des indicios — Bromea. Se levanta de la cama y lo hago con ella.

—Gracias — La abrazo y ella besa mi frente. —Te contaré como avanza esto.

—¡Mas te vale chiquilla! — Ríe y camina hacia la puerta. —Iré a ver a mi principito.

—Oye ma ¿Papá viene hoy?

—Sí, pero luego de su turno como a las doce de la noche.

—Ok. Acabo con esto y bajo a cenar.

—Bien — Sonríe y se retira.



~Poncho~

Llego a casa y está todo en silencio y oscuro, así que trato de hacer el menor ruido posible. Dejo mis cosas y la llave y voy hacia la cocina. Comí algo en la cafetería del hospital, la verdad el estado de Emma me quitó el apetito. La niña, si se salva, quedará con secuelas... y es algo que me da pena. Tomo un vaso de agua, pero la tiro y voy hacia el estudio por un vaso de Whisky. Me tomo solo una medida antes de subir. Paso por afuera del cuarto de Ian para ir al mío, donde me espera mi mujer, y escucho un quejido. Ingreso con cuidado y, como siempre, una tenue luz ilumina la habitación. Una suave melodía suena de fondo, es el sonido del móvil de muñequitos que cuelga de la cuna de mi hijo... y allí está él moviéndose, pataleando y quejándose.

—Hola campeón ¿Qué pasa? — Él hace una muequita y me arrodillo mirándolo detrás de los barrotes, hace un puchero y se mueve más incómodo queriendo sentarse. —A ver... — Me inclino y lo tomo en brazos, inmediatamente se aferra a mis brazos y recuesta su cabecita en mi pecho. —¿Qué pasa hijo? — Masajeo su espalda y beso su cabeza, su olor a bebé me impregna y me doy cuenta que había extrañado hacer esto, tomarlo en brazos y calmarlo por las noches. —Shhhh — Le soy el chupete, le palmeo la espalda con delicadeza y tarareo una canción mientras camino. Siento su manito intentando hacer el mismo movimiento que yo hago en su espalda pero él lo hace en mi brazo, y cada vez más lento hasta que finalmente se queda dormido.
Dejo un beso más en su cabeza y con cuidado lo dejo en la cuna nuevamente. Vuelve a quejarse pero afortunadamente no se despierta, así que lo arropo y sigilosamente salgo.

Entro a nuestra habitación y encuentro a Anahí durmiendo profundamente, así que decido tomar una ducha antes de acostarme. Cuando salgo del baño está en la misma posición, hecha un ovillo y la mitad del cuerpo destapado. Me acerco, la arropo y beso su mejilla antes de volver a salir. No tengo sueño, así que bajo y voy al estudio. Otra vez vuelvo a servirme un vaso de Whisky.

—¿Desvelado? — Me volteo, pues estaba viendo por la ventana, y me encuentro con una de mis hijas.

—Algo así — Susurro. Le sonrío y le hago una seña para que se acerque, y lo hace. —¿Tú que haces despierta pequeña?

—No puedo dormir — Hace un mohín y me abraza. Dejo el brazo y rodeo su cuerpo con mis brazos antes de hablar.

—¿Qué te anda pasando? ¿Algún dolor?

—No papá — Niega. Me hace una seña y nos acercamos a los sillones donde nos sentamos. Bianca levanta las piernas y las abraza con sus propios brazos. —Solo no podía dormir. Estuve estudiando hasta dolerme la cabeza, pero luego ya no me dio sueño — Explica.

—¿Te duele la cabeza? — Me acerco, la tomo de las mejillas y llevo mis labios a su frente.

—Un poco — Susurra.

—Tienes fiebre — Me levanto y estiro mi mano para que se levante, ella me mira confundida. —Sí, tienes un poco de fiebre y debes estar rondando los 39°. A la cama señorita, le haré un té con una aspirina — Ella sacude la cabeza.

—Puedo hacerlo yo.

—No, tú vas y te acuestas. Tu padre te atenderá.

—Papá...

—Anda — La obligo a levantarse pero ella se sienta otra vez.

—No tengo fuerzas. Tráeme el té y la píldora, la tomaré aquí y quiero hablar contigo.

—¿Conmigo? — Pregunto temiendo que pueda ser. Asiente, así que me apresuro por ir a preparar su té y buscar algunas píldoras. Me resigno a que se vaya a dormir, así que vuelvo con la taza y la aspirina. —¿Y que quieres hablar conmigo?

—Es... — Traga la píldora con un sorbo de té y hace un gesto. —Auch está caliente — Se queja. —Bueno, quería hablar de ti y de mamá. ¿Me puedes contar como se conocieron?

—¿No crees que es tarde para hablar de esto?

—Bueno sí — Piensa —Mejor me lo cuentas otro día con muchos detalles. Pero lo que sí quiero saber es lo siguiente ¿Es verdad que mamá se desmayaba cuando estaba cerca de ti? — Rio y lo confirmo. Así mismo, Anahí solía desmayarse en mis brazos... y creo que fueron más de cinco las veces.

—Es cierto — Afirmo —¿Te ha contado?

—Sí, me dijo que se sentía tonta cuando la mirabas o te acercabas ¿Verdad? Temblaba y así... — Comenta.

—Neta que sí — Sonrío al recordar. —Pero siempre estaba allí para tomarla en brazos. Al principio pensé que sufría alguna enfermedad, o que estaba débil... porque ella era así como tú, pequeñita y delgada — A mi hija se le iluminan los ojos mientras le cuento nuestra historia —Pero luego me confesó que era por mí.

—Me pasa lo mismo — Su sonrisa se borra al terminar de decir eso, sé que ha dicho de mas.

—¿Por qué? — Cuestiono, quiero saber por qué.

—Digo... que me desmayo pero no tengo ninguna enfermedad.

—¿Te desmayaste?

—Hoy — Afirma. —No fue nada, alguien me ayudó.

—¿Alguien quién? — Indago.

—Alguien ¿si? Lo importante es que no fue nada — Exclama dándole un sorbo a su té.

—Sí fue algo, porque tienes fiebre y claramente estás enferma así que, a dormir — Me levanto y tomo su mano para que haga lo mismo. Deja la taza y toco su frente. —Sigues con fiebre, te daré algo para bajarla ¿si? Ve a la cama que enseguida estoy contigo — A regañadientes sale del estudio hacia su habitación mientras yo voy hacia el botiquín de medicinas.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora