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Anahí~

Maldición. Me envuelvo en las sábanas para seguirlo, pero luego me freno... Sería incómodo hablar así algo tan serio en estas circunstancias, así que busco algo en su closet para ponerme. Encuentro una camiseta de mangas largas que me queda más que gigante, pero me tapa la desnudez. Descalza salgo de la habitación y lo encuentro sentado en un taburete de espaldas en la isla que separa la cocina de la sala.

—Alfonso — Cruzo la cocina y me siento frente a él con la mesada separándonos. Él levanta la mirada y siento una puñalada en mi pecho, me dan ganas de llorar... por verlo tan triste, tan derrotado... Llorar porque no logra entenderme. —¿Por qué no puedes entenderme?

—De poder, puedo Anahí. Pero no quiero entenderte simplemente porque no quiero lo mismo que tú — Responde. Sus dedos revuelven una cuchara en la taza de café.

—¿Podemos siquiera intentarlo? — Pido suplicante. Llevo mis manos hacia las suyas y las dejo sobre ellas mirándolo a los ojos, esperando una respuesta.

—¿Y cómo irá esto? ¿Nos trataremos como dos personas que tienen hijos en común, pero cuando nos veamos íntimamente nos comportaremos como amantes? No quiero esto Anahí, ¿por qué tú tampoco puedes entenderme? — Explica exasperado. No nos entendemos, no logramos ponernos de acuerdo, queremos claramente cosas muy diferentes. Bajo la mirada y miro nuestras manos juntas. Él las separa y trago grueso para hacer desaparecer ese nudo en la garganta, vuelvo a mirarlo y sus ojos verdes están empañados y entonces sé que es el final. Una lágrima baja por mi mejilla, la primera de muchas que llegan después. No puedo mirarlo mientras lloro, así que mantengo mi mirada fija en mis dedos, en los dos anillos que llevo en el dedo anular de la mano izquierda.

—Entonces... las cosas que ambos queremos para nuestra vida son tan diferentes que no es posible algo más — Expongo con la voz rota. —Evidentemente queremos cosas diferentes y no nos pondremos de acuerdo.

—¿Qué insinúas? — Pregunta mirándome intensamente.

—Hasta aquí lo intentamos Alfonso — Seco mis lágrimas con la manga de la camiseta y me bajo del taburete.

—¿Así nada más lo acabaremos? — Me mira incrédulo y yo asiento.

—Hicimos todo lo posible, pero estamos caminando por distintos senderos que nos llevan a diferentes destinos — Explico. —Tú no puedes entenderme y yo... en serio necesito un espacio. Si pudiéramos...

—Nada Anahí, si pudiéramos solo tener sexo te digo que no. Por más que me encante estar contigo así, tengo sentimientos ¿sabes? Y saber que estás confundida, que quieres estar alejada de mí y solo quieres sexo conmigo... eso me hiere. ¿Cómo te sentirías tú en caso contrario? ¿Si yo te buscara solo para tener sexo y luego te tratara tan fríamente? — Me sentiría usada, malquerida. Me sentiría muy mal, muy herida. Sin embargo no se lo digo, solo agacho la cabeza. —¿Entonces? Tienes que ponerte en el lugar del otro, tienes que ponerte en mi lugar Any.

—Será mejor que nos demos el tiempo que acordamos ¿no? Solo que sin encuentros, ni besos ni nada porque eso nos confunde más. Necesito pensar — Pido abrazándome a mí misma parada en medio de la sala frente a Poncho.

—Me parece bien — Farfulla, aunque sé que en el fondo no está de acuerdo pero lo acepta porque lo necesito. Mi cuerpo tiembla comenzando un llanto más desgarrador. Busco sus ojos y él también está llorando en silencio. Las lágrimas bajan como una catarata y su barbilla tiembla, y una vez más me siento la peor persona del mundo al verlo así. —¿Y si el tiempo te hace darte cuenta que...?

—No, no — Me acerco y lo tomo de las mejillas —Sé lo que piensas. No lo digas — Seco sus lágrimas y él hace lo mismo con las mías. —¿Cómo puedes pensar que yo puedo dejar de amarte? Eso jamás sucederá — Advierto. Tomo aire pero las lágrimas siguen saliendo de mis ojos sin control.

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora