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~Anahí~

Fulmino a Kayra con la mirada, la regaño en silencio y le hago una seña para que salga conmigo de la cocina. Todos se dan cuenta, pero no intervienen. Cuando llegamos a la sala ella suspira, se cruza de brazos y rueda los ojos con un aire de prepotencia que no me gusta.

—Ya. Es broma ¿Ok? No te pongas así mamá por favor — Descansa su peso en un pie pero luego lo cambia al otro, mirándome.

—¿Tienes que ponerme en ridículo frente a todos?

—Perdón, era broma te dije — Eleva los hombros disculpándose y hace un mohín. —Anda mamá ¿Qué pasa? Sabes que siempre bromeo.

—Pasa que te olvidas que soy tu madre y me tienes que respetar, que una broma está bien, pero hacerlo siempre no. Mucho menos con algo así — Explico seriamente. —Y delante de toda la familia — Gruño.

—Ya — Hace un gesto y se voltea.

—Kayra te estoy hablando, te quedas aquí — Exijo. Ella se voltea y arquea una ceja. —¿Vas a comenzar a portarte otra vez así conmigo? No hice nada, te recuerdo, aquí quien hizo las cosas mal eres tú — Doy dos pasos hacia adelante ya que ella no avanza.

—Ya te dije que fue un chiste, no sé que más quieres que te diga. ¿Estás sensible neta? Bipolar, diría Bianca. Bueno, yo también. Estamos las dos embarazadas, es normal. Te entiendo — Suspira. —Perdón, no lo volveré a hacer. Me comportaré como una buena hija, seria. Lo prometo — Lo dice con ironía, pero así es ella. —¿Me puedo ir?

—No hay caso contigo. Ve — Se va y me siento en el sillón. A veces creo que Kayra supera los límites.

Echo mi cabello hacia atrás y dejo la mano sobre mi frente. Dios, dame paciencia.
Bianca está por salir cuando volteo hacia la puerta.

—Bianca.

—Mamá me tengo que ir — Responde mordiendo una tostada.

—¿A las siete de la mañana?

—Iré a ver a mi tía — Explica.

—Ok ve. Llámame cuando llegues — No sé si me escuchó, pues ya había cerrado la puerta.

—Hija — Alzo la vista y veo a mi madre caminar hacia mí. Me desplomo sobre el sillón y me sujeto la cabeza.

—Ma ¿Me dejas sola?

—No quieres estar sola — Se sienta a mi lado en el sofá. —Quieres descargarte.

—Lo siento.

—¿Qué sientes? — Cuestiona.

—Habernos... ya sabes... que tuvieran que escucharnos — Suspiro y apoyo mi espalda en el respaldo del sofá.

—No escuchamos nada, y si así fuera esta es su casa, son un matrimonio y pueden hacer lo que quieran — Su mano acaricia la mía.

—Que vergüenza, neta — Suspiro. —Y luego Kayra y sus chistes negros — Bufo. —¿Yo te complicaba la vida así a los dieciséis años?

—¿Te complican la vida las gemelas? — Cuestiona mi madre.

—Un poco. A veces siento que no puedo manejarlas. Una me viene embarazada, la otra con un novio que podría ser... no sé, no su padre, pero su tío. Es grande para ella — Me agobio y echo una vez más mi cabello hacia atrás. —Siento que no puedo decirle nada a Bianca, porque lo que ha hecho Kayra es más grave. No sé ma, no quiero ser injusta con ninguna.

—No todos los hijos son iguales, Any. Puedes amar a los tres con la misma intensidad, pero a lo que se refiere en carácter y comportamiento no son iguales — La mano de mi madre me aprieta suavemente la mía —Y esta es la edad complicada de las gemelas, te harán cosas peores, pero así son las adolescentes. ¿Sabes lo que sufrí yo contigo? — Exclama y yo sonrío. —Ay mi madre, este día te llegaría a ti. ¿Ahora comprendes a las madres?

—Sí mamá, créeme que ahora comprendo un poco o todo — La miro. —Por lo menos no tenías dos de la misma edad — Bromeo.

—Pero tenía una rebelde — Bromea también y me abraza. —Son etapas, verás que luego todo se irá normalizando.

—Ojalá, mamá. Ojalá — Me levanto y ella me sigue. —Iré a comprar unos bollitos de chocolate, me dieron antojos.

—¿Quieres que te acompañe?

—Quédate aquí, necesito pensar un poquito — Ella afirma y me deja ir hacia la habitación, donde me cambio para salir.


Termino de colocarme unas botas abrigadas cuando siento unos brazos rodearme de la cintura y una boca besar el lóbulo de mi oreja.

—Amor de mi vida — Susurra y sonrío cerrando los ojos. Sujeto sus manos que están sobre mi vientre abrazándome desde atrás y me quedo allí, disfrutando su boca dar pequeños besitos en la parte trasera de mi oreja. —¿Estás enojada?

—No — Susurro. —Algo molesta, pero no enojada — Deja un último beso en mi mejilla y me voltea.

—Sabes cómo es Kayra — Expresa.

—Mi enojo no es con Kayra, es que ni siquiera estoy enojada solo molesta y conmigo misma — Me sujeto de sus brazos y él me mira fijamente.

—¿Por los ruidos? — Cuestiona y yo afirmo. —Mi amor...

—No Poncho, hicimos mal. Que oso con mi familia — Me suelto —Debería controlarme un poquito más — Busco mi bolso y Poncho me observa.

—¿A dónde vas?

—Tengo antojos.

—¿De qué? ¿Quieres que vaya?

—No amor, necesito aire y bajarme el calor de estas mejillas rojas por la vergüenza — Sonrío de lado y él alza sus cejas, burlándose, lo conozco. —Un poco de fresco me hará bien.

—Ok. Ten cuidado.

—Sí — Me acerco y lo beso, suavemente. Él profundiza metiendo su lengua y me tengo que sujetar de sus brazos cuando me inclina hacia atrás. —Poncho... — Me separo un poco y niego. —Me voy — Él afirma y me separo de su cuerpo.

—Vamos — Me toma de la mano y vamos hacia la puerta, pero me freno para tomar mi bolso. Volvemos a salir y bajamos. Cuando llegamos a la sala me coloco mi abrigo, me da un beso y salgo. Inmediatamente el frío choca contra mi cara. Me abrazo a mi misma y voy hacia mi coche. Vamos, en busca de unos bollos de chocolate para este pequeño que me trae deseosa.










~Poncho~

—Tú — Llego a la cocina y señalo a Kayra que está desayunando. Ella rueda los ojos y se pone a hablar con su novio.
Desayunamos un tiempo más, bueno a decir verdad desayunan porque yo quiero esperar a Any que se está tardando demasiado.
Ian comienza a llorar, mi suegra lo toma en brazos e intenta controlar su llanto, pero no lo logra. Me acerco y lo tomo en brazos, pero patalea y se tira hacia atrás.

—¿Qué tiene? Comenzó a llorar de golpe.

—Últimamente está así, chillón ¿Verdad? — Ian me mira sin dejar de llorar. Tomo un juguete y él lo toma firmemente, sosteniéndolo, pero su llanto no cesa. —Ey campeón, a ver — Me alejo de ellos y lo llevo a mi habitación. Lo recuesto sobre la cama y él se voltea, queriendo sentarse. Tomo mi maletín y lo reviso, pero no tiene nada raro. Miro su pañal y está limpio, así que quizás es todo berrinche. Lo miro sin saber que hacer y él no para de llorar, retorciéndose sobre la cama, pataleando. Lo tomo y lo llevo a su habitación, allí busco el gel anestésico para sus dientes y se lo coloco, inmediatamente comienza a comerlo y a hacer gestos de asco que me dan risa, por lo menos se calmó. O eso creí, porque comenzó a llorar de nuevo. Eso le alivia el dolor, en realidad le anestesia las encías y es imposible que sienta dolor, así que deduzco que no son sus dientes lo que le duele. Pero tampoco tiene otra cosa. —A ver Ian, mamá vendrá en unos minutos ¿Puedes calmarte?

—Poncho — Me volteo y mi suegra entra a la habitación de Ian. —¿Necesitas ayuda?

—Creo que Ian necesita ayuda — Afirmo —No tiene nada, así que no sé por qué motivos llora.

—¿Dolor de panza? ¿De dientes? — Cuestiona pero yo niego. Nada de eso. Ella lo toma de mis brazos e Ian la mira fijamente a los ojos. —¿Qué tienes bebé? — Ian reposa sus manitas en las mejillas de su abuela y la mira. ¿Le debe encontrar parecido a Anahí? Porque son iguales. —Soy tu abuelita ¿Qué tienes mi amor? — Busco el chupete de Ian y se lo doy, él lo acepta sin dejar de mirar a su abuela. Por lo menos se ha calmado. —¿Quieres que te cuente un cuento? ¿O necesitas un bañito relajante? — Sonrío, mi suegra es buena en esto. Le hago una seña y ella afirma, entonces los dejo solos.
Bajo un poco más aliviado y veo a Kayra despedirse de su novio. Paso por su lado y le hago una seña a Román, vuelvo a la cocina. El abuelo de Any y mi suegro aún platican y me sumo a ellos. Hablamos de futbol, de cosas de hombres por un buen rato. Cuando recuerdo que Any ha salido miro el reloj. Media hora. Comienzo a preocuparme, así que le marco a su celular. Suena una, dos, tres, cuatro y cinco veces. Buzón.

—Pa ¿Dónde está mamá? — Kayra entra a la cocina cuestionando.

—Fue a comprar algo porque tenía antojos — Ella hace un mohín.

—No me han dado antojos aún ¿No es mental o psicológico eso de los antojos?

—Puede ser — Afirmo —La llamo y no me responde, habrá dejado su teléfono en el carro.

—Si, no te preocupes. Tengo una consulta — Dice.

—Y yo tengo que hablar contigo — Respondo.

—¿Me vas a regañar?

—No Kay — Rodeo sus hombros con mi brazo y la guío hacia la sala, pero luego me dirijo hacia mi estudio. Allí cierro la puerta y ella espera.

—Bien, tú dirás — Se queda parada, no toma asiento, entonces yo tampoco.

—Solo quería decirte que evites ponernos en ridículo — Explico.

—Eso ya me lo dijo mamá — Baja la vista y tira de un hilo suelto de su pijama. Roza su vientre con los dedos pero no lo acaricia. —Y neta lo siento, a veces no me fijo que puedo llegar a ponerlos en ridículo — Se disculpa. —No lo haré nunca más.

—Bien — La miro. Ella espera en silencio sin mirarme. —Kayra.

—Eu — Farfulla. ¿Está por llorar?

—Ey Kay — Me acerco y su llanto se suelta, entonces la abrazo. —Hija — Sonrío porque está igual de sensible que su madre.

—Ya es que — Hipa —Me regañan todo el tiempo.

—No siempre Kayra — Beso su cabeza.

—Casi siempre. Y todos nos equivocamos, yo hoy me equivoqué y neta lo lamento. No era mi intensión — Acaricio su espalda y sus brazos se aferran a mi cuerpo.

—No te estoy regañando Kayra, solo te estoy aclarando las cosas. No te pongas así — Beso su coronilla otra vez. —Estás tan sensible como tu madre ¿ah? — Ella asiente y seca sus lágrimas. —Cálmate. ¿Qué tenías que consultarme?

—Ah si... — Toma aire. —¿Si tengo ese tipo de sexo que no es suave puedo dañar al bebé? — Me quedo de piedra y ella ríe. —Es broma — Se carcajea devolviéndome el aire.

—Ay Kayra.

—Mi consulta es la siguiente, tengo un dolor en el vientre ¿Es normal?

—No Kay, no es normal. ¿Qué tipo de dolor? — Cuestiono preocupado.

—No, es que ayer tuve un dolorcito, leve pero yo no sé de esto.

—¿Tienes dolor ahora?

—No, pero me preocupé — Explica.

—Tranquila ¿Cuándo tienes la ecografía?

—La próxima semana.

—Bien, si tienes algún que otro dolor me avisas y vamos a urgencias ¿Ok?

—Sí papá — Afirma. —Gracias.

—Me consultas Kay, por favor.

—Sí te diré, lo prometo.

—Bien, vamos a ver si tu mamá regresó — Salimos y busco a Any, pero aún no ha regresado. Me paso las manos por el cabello e inhalo y exhalo aire antes de marcarle otra vez a Any. ¿Dónde se ha metido?

Una y otra vez ¿Donde esta el amor? | Anahi & Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora