32-.El que vuelve...

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                                   PENNY
-Persephone... su voz es apenas un susurro. En unos pocos pasos rápidos, me alcanza, rodeándome con sus fuertes brazos, enterrando su cara en mi cuello, respirando ferozmente.

Siento un dolor ardiente en el estómago y su barba roza mi piel, pero no me importa.
Está aquí.

Le rodeo el cuello con los brazos y me derrito en él. El nudo en el pecho que me ha estado ahogando desde que se fue se afloja de repente y puedo volver a respirar.

Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo hormiguean y cobran vida. Ráfagas de electricidad y calor recorren mi cuerpo.
El fuego. Él es mi fuego.

Él llena ese profundo dolor de anhelo y vacío en mi pecho. Me siento segura y protegida. Me siento viva, y estoy justo donde debo estar.

Me pierdo en su calor corporal y en su olor.
Me pierdo en él. Oigo vagamente que la puerta se cierra suavemente detrás de nosotros.

Nos quedamos así durante mucho tiempo.
No puedo creer que esté de nuevo en sus brazos, respirando su maravilloso aroma.

Finalmente, se aparta para mirarme.
Nuestros ojos se fijan.

Cómo echaba de menos esos ojos azul hielo. Son del color del cielo en un hermoso y soleado día. Las pupilas y los contornos del iris son tan oscuros que son casi negros.

La intensidad de su mirada hace que las mariposas de mi estómago revoloteen locamente.

Me coge en brazos, me lleva a la cama y me coloca suavemente sobre ella, sin romper ni una sola vez el contacto visual. Se quita los zapatos y se sube para tumbarse a mi lado.

Me acerca y pongo mis dos manos en sus mejillas. La ligera pelusa de su barba incipiente me hace cosquillas en las palmas de las manos.

-Estás aquí. Estás aquí de verdad digo asombrada. Debo estar soñando-. ¿Por qué estás aquí?

-¡Dónde más iba a estar? -me pregunta
-. Persephone, te secuestraron, casi te pierdo... ¿Cómo dejé que eso sucediera?
No puedo perderte. No puedo.

Sus ojos están llenos de angustia. El dolor crudo que veo en sus ojos me rompe el corazón.

-Sigo aquí -intento tranquilizarlo.

-Pero no estaba aquí para mantenerte a salvo. Te habías ido... Casi te pierdo. Esa fue mi peor pesadilla, Malyshka. La peor.
No puedo soportarlo.

-Ahora estoy aquí, y tú estás aquí -le digo suavemente mientras le acaricio la mejilla. Él cierra los ojos.

Sé que mi caricia le afecta, pero la mirada de tortura y éxtasis en su rostro me hace sentir poderosa y me llena de asombro. Le provoco esto. Mi poderoso y mortal licántropo... Masilla en mis manos.
Aprieta mis manos con más fuerza contra sus mejillas y gira ligeramente la cara para besar la palma de mi mano. Con la nariz apoyada en mi palma, respira profundamente como si necesitara mi olor para calmarse.

Cada momento desde que salí de aquí fue insoportable --susurra--.Las últimas nueve horas desde que te secuestraron
fueron pura tortura.

»Quería mantenerte alejada del peligro, pero te dejé sólo un día y sucedió esto.
Persephone. Dime qué hacer contigo.
Dime qué haría sin ti. Dime...

Su voz suena con mucho dolor. Abre los ojos y su intensa mirada me atraviesa el alma.
Me falla la voz y él sigue. No hablo de sentimientos. Nunca lo hice y nunca quise hacerlo, pero cuando te fuiste...

»Pensé en las cosas que no pude decirte.
Las cosas que me contuve de decirte.

-¿Qué es lo que quieres decirme? -le susurro.

Resistiendo a DariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora