38-. Grillete de amor...

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                                   PENNY

Un cálido y agradable cosquilleo en la mejilla me hace abrir los párpados. Mi compañero está tumbado en la cama conmigo, observándome con una mirada extraña. El dorso de su dedo roza suavemente la línea de mi mandíbula.

Anoche volvimos a su habitación ya que la mía era un caos. Apenas dormimos.
Cumplió su promesa de demostrarme que soy suya, para hacer lo que quiera. Una y otra vez.

Todavía tengo sueño. No puedo creer lo despierto y alerta que parece estar ya.
¿Cuánto tiempo lleva despierto?

-Hola digo, sonriendo.

-Buenos días --responde.

-¿Qué hora es?

-Pasadas las seis. Sigue con la mirada pensativa, sus ojos no se apartan de mi rostro.

Como compañeros que somos, debería ser capaz de sentir sus sentimientos, a menos que los esté bloqueando. Muchas veces no puedo sentir nada.

El muro que construyó alrededor de sus sentimientos es impenetrable. Me molesta que no quiera compartirlos. Me duele un poco. Es como si me dejara fuera.

Le miro fijamente durante un rato, tratando de entender las cosas. No sé lo que está pensando.

-Tenemos que irnos pronto -digo en cambio, tratando de no entrometerme.

Nuestro avión saldrá por la mañana.
Deberíamos haber salido hace una semana, pero lo dejamos para el último momento.
Pensamos que cuanto menos tiempo pasemos allí, mejor.

Se limita a asentir pero no dice nada.

Bueno, vale... No soy buena para no curiosear.

-¿En qué estás pensando? - le pregunto.
¿Ves? Puedo ser totalmente sutil.
Nada dice melancólicamente.

Sus ojos siguen ahora su dedo que recorre ligeramente mi garganta hasta llegar a la cadena que sujeta el medallón.

Estoy segura de que puede sentir mi pulso saltar bajo su roce. Su dedo presiona con más fuerza la cadena y la sigue hasta llegar al medallón que está apoyado en mi escote.

Ahora no puedo leerlo en absoluto. Odio esta sensación. El sentir que nuestras almas no están conectadas, y ni siquiera estamos en Rusia todavía. Esta sensación me cabrea.

Me empujo fuera de la cama con brusquedad y él se sienta rápidamente. La sábana se enreda alrededor de su cintura.

Me alejo más y su mano se dispara para agarrarme la muñeca, tratando de impedir que ponga distancia entre nosotros.

Me quito la mano de encima y me quedo desafiante en mi gloria desnuda, buscando mi vestido en el suelo. No lo veo por ninguna parte.

Recuerdo que anoche nos quitamos la ropa mutuamente de forma salvaje. Veo su camisa tirada en el suelo, así que me la pongo y empiezo a abrocharla, ignorándolo.

-Persephone -dice.

Siento que baja la guardia y percibo su remolino de emociones. Ninguna de ellas es agradable. Mi corazón se ablanda ante la mirada perdida y atormentada de sus ojos.
Este hombre me necesita.

Vuelvo a la cama y me arrastro hasta su lado. -Háblame, Dar. No me dejes fuera.

Apoya la cabeza en la almohada con un suspiro. El dorso de una mano le cubre los ojos. Se queda así en silencio durante un rato. Sólo su respiración me indica que no está dormido.

No quiero llevarte de vuelta al Palacio de Banehallow. Te quiero lo más lejos posible de allí dice finalmente.

Retira la mano y gira la cabeza para mirarme. -Una vez que estemos allí, tengo que alejarme de ti, y odio eso. No quiero alejarme de ti.

Resistiendo a DariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora