Capítulo 2

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  —Hey —golpea la mesa repetidas veces con su lapicera—, vamos, mírame.
Ariel, desconcertado, obedece
  —Ya era hora, me estabas cansando. Muy bien, primero, preséntate.
  —Mi nombre es Álvarez Ariel, tengo 10 años, voy a quinto año de primaria, me gusta jugar, mi color favorito es el rojo, antes jugaba fútbol con unos amigos, pero me mudé aquí entonces no puedo jugar más con ellos. Eso, en las vacaciones me cambié de escuela, hice un amigo en mi escuela nueva, se llama Nito.
El hombre enfrente de Ariel se queda en silencio, como si esperara más, entonces Ariel continúa:
  —Me gusta escuchar música también, creo que soy inteligente, al menos lo necesario, me dicen mucho que soy muy energético y me gusta mucho la pizza, es mi comida favorita.
El silencio del hombre nuevamente se mantuvo, esta vez Ariel no supo qué más agregar.
  —Estás olvidando algo, lo más importante quizá —dice el señor.
  —¿Qué cosa? Dije todo... Creo
  —No, ¿Acaso quieres que te lo deletree para que lo digas? —golpea suavemente la mesa con su cuaderno mientras se acerca a Ariel desde el otro extremo—. Eres un Bendito: es lo más importante para decir si te presentas.
  —Está bien —responde Ariel, intimidado.
  —Muy bien, supongo que también por eso te cambiaste de escuela. Déjame explicarte la situación ahora, ya que estuviste en trance por unos días como un jodido soldado recién vuelto de la guerra.
  —Está bien —responde, casi como un susurro.
  —Hace dos días, el miércoles, fuiste atacado de camino a casa por un Bendito, mató a tu mamá delante tuyo, el que te salvó te llevó a la comisaría donde llamaron de todas las formas a tu padre pero nunca contestó, fueron a su casa y no lo encontraron e incluso parece que hubo una pelea allí, aunque sin rastros de nada, pasó el tiempo necesario y ahora eres oficialmente un huérfano y hoy mismo te ingresaron aquí, el Orfanato San Padua.
  —¿Dónde estoy? —interrumpe con miedo Ariel.
  —Unión Latina, provincia Argentina, subprovincia Buenos Aires, Ciudad Esperanza, ¿Suficiente? No vuelvas a interrumpirme. Un tío tuyo ya está buscando cómo adoptarte así que seguramente no estés mucho tiempo aquí, sigue en la parte que deben revisar que él es apto para cuidar un niño y todo eso, papeleo. ¿Entendiste?
  —Creo que sí.
  —Bien, ahora me toca presentarme a mí. Me llamo Facundo. No me digas Facu. Soy psicólogo de este orfanato, me dedico a casos como el tuyo donde los ingresados quedaron huérfanos por motivos que dejan secuelas mentales y esas cosas que no vas a entender, especialmente trato con Benditos, no es sorpresa que son los que quedan huérfanos por las situaciones más trágicas. Llevo aquí años y puedo decirte lo común que es esto, por ejemplo, un chico llamado Javier, tenía poder de tierra y llegó aquí hace años por haber matado a sus padres porque lo hicieron enojar, él tenía retraso mental, aún se comportaba como un niño de 5 años, aunque días después de que hablé con él se escapó, o lo adoptaron, no recuerdo bien, él recordaba todo con tantos detalles que daba miedo, por eso quedó en mi mente, ¿Sabes qué es...
De repente, un hombre abre la puerta de la sala para decirle al psicólogo que se apure, "Facundo, dejá de contar tu vida y hacé tu puto trabajo".
  —Esto es mi trabajo, idiota—le grita Facundo—. Bien, estoy aquí para hacerte unas preguntas, así que respóndeme, ¿Qué recuerdas que pasó cuando ese Bendito te atacó? El monstruo de humo.
  —Estaba con mi mamá volviendo a mi casa de la escuela, yo le estaba contando lo que aprendí en la escuela y luego ya no estaba donde antes sí estaba, y estaba en el piso, y estaba sangrando, y apareció un monstruo de oscuridad adelante...
  —De humo. Era humo, niño —interrumpe el psicólogo.
  —...apareció un monstruo de humo, y yo me caí, y el monstruo me iba a atacar pero luego hubo un ruido muy fuerte y el monstruo ya no estaba y en su lugar estaba un hombre con cabeza de tele y piel celeste, y tenía martillos y yo solo escuchaba un zumbido como de mosquito y después de un rato el hombre volvió conmigo y me alzó mientras me llevaba con unos policías, miré a mi mamá y habían unos enfermeros que la estaban subiendo a una ambulancia y otros policías estaban llevándose a otro hombre que tenía las manos llenas de sangre. No es cierto, directamente no tenía manos. Estaba gritando pero no escuché, los policías también me hablaban pero no escuché, el hombre de cabeza de tele también me hablaba pero no escuché, era todo borroso.
  —¿Cabeza de tele?
  —Sí, y hablo en serio, como esas teles de hace como mil años que eran anchos, no las nuevas que son como celulares gigantes, ¿Entiendes?
  —Entiendo, ahora dime la última vez que viste a tu padre.
  —Antes de anteayer, a la noche, estábamos viendo una película, era de esas viejas de romance, Orgullo y Prejuicio creo que se llamaba, algo de Señor Darwin.
  —Darcy, di bien su nombre, niño. Y esa última vez que lo viste, ¿Notaste algo inusual en él?
  —Besaba mucho a mamá, y me abrazaba mucho, y también estaba mucho con el celular y hablaba mucho con alguien. Papá no era muy amable pero igual nos quería, no creo que se haya ido.
  —Dinos donde está, entonces. No apareció en ningún lado y su casa es un desastre, o lo mataron como a tu madre y se llevaron el cuerpo o él mismo se fue.
  —¡Papá no haría ninguna de esas cosas!
  —¡No me levantes la voz, niño! Y escúchame bien, tú eres un pobre huérfano Bendito que no pudo ni proteger a su madre, entiende tu lugar y no te desubiques conmigo, ¿Entendido? Dime, ¿Por qué no hiciste nada?
  —¿Qué?
  —Digo, tienes súper velocidad, podías haber evitado que tu madre muera.
  —¡Pero yo no sé usar mi poder!
  —Pero para pelearte en la escuela sí que sabes, ¿Verdad? —Agita unos papeles—. En estos papeles tengo todo tu historial, niño, sé todo de ti. Se supone que ustedes los Velocistas pueden ver el mundo en cámara lenta por reflejo cuando hay peligro por eso de que son súper rápido, ¿Acaso la dejaste morir?
  —¡No! Yo no quería esto, es solo que... Tenía miedo
   —Ah, sí, miedo, y además eres cobarde, recuerda bien eso, si fueses fuerte esto no habría pasado y tu mamá seguiría viva. Dime, ¿Tienes amigos?
  —Sí, tengo algunos...
  —Bien, si aparece otro Bendito y los ataca, ¿Te paralizarías de nuevo y los dejarías morir? ¿Quieres eso acaso?
  —No. No. No. No quiero eso, no quiero que nadie que quiero salga lastimado, son buenas personas, sería injusto —responde Ariel mientras sus ojos comienzan a lagrimear—. No quería que le pase eso a mamá, no se vale, ella era buena.
  —Entonces deja de lloriquear y haz algo bueno con tu velocidad que no sean problemas, especialmente aquí, apenas escuchemos que te peleas con alguno de los otros niños, te vas a la calle, ¿Entendido?
  —Voy a entrenar, me voy a hacer fuerte así puedo proteger a mis amigos, me voy a hacer el más fuerte de todos.
  —Haz lo que quieras, pero no aquí, un fenómeno aprendiendo a manejar su monstruosidad no sería buena publicidad para el edificio. Terminó la sesión, levántate.
Ariel obedeció y ambos salen de la sala, Facundo le ordena al niño irse mientras él se queda hablando con unos hombres.
  —Bien, es todo lo que el niño sabe, dudo que esa Sombra que dicen esté metida en esto, así que cierren el caso como otro más de un loco que mató a una madre y el padre huyó con otra familia —dice Facundo.
  —Bien —responde uno de los hombres, un soldado. Luego agarra los papeles de la mano de Facundo—. Déjame preguntarte, ¿Cómo sigues trabajando aquí tratando así a los niños?
  —Fácil, Julio; eso no era un niño, es un fenómeno, entonces lo trato como lo que es, ven a ver cómo trabajo con un niño real y verás la diferencia—responde Facundo.
  —Eres despreciable —termina Julio. Luego se dirige a la puerta y deja el lugar.

  Lunes, 19 de agosto. Ariel vuelve a la escuela, ahora, además de las miradas que juzgan que es un Bendito, juzgan que perdió a sus padres. Entra a su salón y su compañero de mesa solo dice una cosa:
  —¿Puedo darte un abrazo? —pregunta Nito.
Ariel no responde.
Nito lo abraza.
  En el recreo, finalmente, Ariel le cuenta con más detalles lo que pasó.
  —Así que ahora tomé mi decisión, me haré más fuerte, tan fuerte que todos tengan miedo a hacerle daño de nuevo a alguien que yo quiero, voy a ser el hombre más fuerte del mundo —dice, determinado, Ariel.
Nito no supo qué decir.
  —Oye, el hombre que me salvó; él venció a ese monstruo en segundos y se veía realmente fuerte, apareció de la nada incluso, es rápido, su piel era azul. Busqué en internet y descubrí que su apariencia es idéntica a como dicen que era Ragnarok, ¿Puedes creerlo? ¡El más fuerte del mundo vive por aquí! Después de la escuela voy a buscarlo, ¿Me acompañas?
  —Está bien, pero debo regresar a casa antes de que anochezca o mi papá se enojará.
  —Tu tranquilo, te prometo que antes del anochecer ya habremos encontrado a ese hombre. Investigué en internet posibles lugares donde vive para tener una idea de dónde buscar, no es tan lejos de aquí. No creo que nos perdamos. Vamos a convertir a Ragnarok en nuestro maestro para ser los más fuertes.
  —Si nos perdemos podemos empezar una nueva vida como vagabundos en donde sea que terminemos —bromea Nito.
  —No me des ideas —sigue Ariel.
Termina el recreo y vuelven al salón. Pasan las horas y llega la hora de retirada, los únicos que se retiran solos por lo poco que le importan a los maestros son Nito y Ariel, y comienzan su travesía en busca del legendario Ragnarok.

El Rol de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora