21 de agosto, escuela primaria N°7 Van Gogh, 9:15
—Muy bien, chicos, recreo, salgan todos. Recuerden traer para mañana los folletos de los candidatos para presidentes y armar los grupos de tres, ni más ni menos, sin excepciones.
Los alumnos prestaron nula atención y se apresuraron a salir del salón. Ariel se quedó los primeros minutos para terminar una tarea mientras Nito lo esperaba.
—¿No quieres salir? Se te va todo el recreo —pregunta Ariel.
—No, estoy bien —responde Nito.
—Bueno, ¡no importa! Ya casi termino y vamos a salir a jugar.
—¿Lautaro no te dijo nada todavía?
—No, le mandé mensaje hace unas horas cuando me desperté pero aún no lo vio.
—¿Te estará ignorando?
—No creo, él dijo que nos ayudaría, debe estar preparando una rutina o algo así, cosas de mentores y gente fuerte.
Nito guarda silencio.
Ariel termina lo que estaba haciendo y corre hacia fuera del salón mientras llama a Nito para que lo siga.
—Tengo dinero que me dio mi tío, ¿Quieres algo del kiosco?
—Estoy bien, gracias.
—Si tú lo dices, yo me voy a comprar una pizzeta.
Mientras Ariel hacía la fila del kiosco de la escuela con Nito detrás, de repente se oye un ensordecedor ruido a través del patio, Ariel y otros niños rápidamente se dirigieron al lugar del que provino el estruendo.
—¡Ariel! No vayas —dice Nito mientras toma del hombro a su amigo.
—¿Por qué no? Están yendo todos —responde
—Porque eso fue un disparo, puede ser peligroso.
—¿Cómo sabés que es un disparo?
Su charla se interrumpe por los gritos alborotados del resto de alumnos, así que Ariel hace que Nito lo suelte y va corriendo al lugar, Nito se queda por unos segundos donde está hasta que decide seguirlo.
Cuando finalmente llegan, Ariel queda sorprendido de la escena; Tiziano, un compañero de salón, con su mano convertida en un arma de fuego pequeña, hay un hueco en el suelo donde cayó la bala que generó el ruido cuando se detonó, al lado de donde cayó el disparo está Matías, en el suelo, desconcertado y asustado, paralizado. Todos los alumnos rodean la escena y murmuran; "¿Él no es el abanderado?", "¿Esa arma está pegada a su mano?", "¡Es un Bendito!", "¡Esto es una amenaza!", "Va a empezar un tiroteo", "¡Casi lo mata!", "Es un monstruo", "Hay que llamar a la policía".
La mente de Tiziano se comienza a llenar de lo que escucha y su vista empieza a nublarse, "se está volviendo borroso" pensó. En medio de la confusión, busca desesperadamente un lugar al donde correr, un hueco en la multitud por el que pudiese cruzar, su corazón no para de latir de la angustia. Repentinamente suena el timbre del recreo, Tiziano ve su oportunidad y huye entre la multitud cuando todos se distraen por la campanada, y desaparece. Los profesores hacen entrar a todos.
—Oiga, disculpe, ¿Vio lo que pasó ahí? ¿Por qué no salió a ayudarnos? Ese chico daba miedo —pregunta un estudiante.
—Vi todo, ustedes son niños que no reconocen el peligro cuando lo ven, entonces se arriesgan, nosotros nos resguardamos. La policía ya viene en camino, así que ve y guarda tus cosas, hoy se retiran temprano —responde un profesor.
—¿Ese chico era compañero nuestro, verdad? —pregunta Ariel mientras guarda sus cosas.
—Sí, era Tiziano —responde Nito.
—¿Dónde se habrá metido?
—Debe seguir en algún lado de la escuela, es bastante grande.
—¿Crees que lo van a encontrar?
—Seguramente nos hacen retirar temprano para que venga la policía o algún escuadrón especializado a buscarlo, no creo que pueda escapar.
—Sigo sin entender qué pasó.
—Yo creo que ese Matías lo estaba molestando y sin querer activó su poder, tenía un ojo hinchado. Él siempre fue tranquilo.
—Entonces fue en defensa propia, ojalá no hubiese fallado el tiro así gente como ese idiota desaparece de una vez.
Nito guarda silencio.
—¡Chicos! Llamen a sus padres así vienen a buscarlos —ordena la profesora—, aquellos que no tengan celular vengan así los llamamos nosotros.
—Muy bien, ¡Esto es perfecto! Escúchame Nito, ¿Y si no llamamos? —sugiere Ariel.
—¿Qué? —pregunta Nito, confundido.
—¡Sí! Aprovechar que no les importamos para buscar por nuestra cuenta a ese Tiziano y luego volvemos a casa a la hora que salimos de la escuela, como si nada de esto hubiese pasado, ¿Entiendes?
—¿Quieres buscarlo?
—Claro, es injusto todo esto, podemos ayudarlo, él siempre pareció un buen chico, una vez hasta me pasó una tarea de matemáticas que no hice.
—Sería peligroso si nos encuentran, nos considerarían cómplices.
—No hacer nada es ser cómplice —Ariel cambia su expresión relajada por una seria y determinada—. ¿Vienes entonces?
Nito guarda silencio un momento hasta que finalmente accede.
—Eres una mala influencia.
—Te llevo por el camino de la rebeldía, el siguiente paso va a ser robar a los abuelos de la calle. Vamos, debemos empezar a buscarlo ya, no podemos perder tiempo.
Ambos niños recogen sus mochilas y se dirigen a la salida de la escuela.
—¿Qué hacemos? —pregunta Ariel—, ¿Por qué salimos?
—No les importamos pero no nos dejarían quedarnos así como así, por eso mejor simulemos que nos vamos y entramos por el otro lado, el muro que separa al patio del exterior es bastante fácil de trepar.
—Qué inteligente, somos como ninjas.
Cuando rodean el establecimiento, Nito ayuda a Ariel a escalar y él sube con ayuda del peliazul desde el muro, ya arriba saltan y entran al patio.
—Escucha, si fueses Tiziano, ¿Donde irías? —pregunta Ariel.
—Busquemos en todo el patio primero, aprovechemos que los policías no vinieron aún y todos están en la salida, luego investigamos dentro.
—Qué inteligente, vamos.
Nito y Ariel se dividen todo el patio para explorar una mitad cada uno, pero ninguno encuentra nada.
—¿Y? ¿Encontraste algo? —pregunta Ariel, nervioso por no saber cuánto tiempo les queda.
—Nada, vamos adentro —responde Nito.
Ambos corren hacia el interior del edificio y comienzan a planear dónde buscar.
—Él es inteligente, debió elegir un buen escondite —recalca Ariel.
—El sótano, es muy complicado llegar ahí, es mejor ir desde los lugares más difíciles a los más fáciles.
—¡Vamos! Se nos acaba el tiempo y me estoy estresando.
Los dos niños se apresuran hacia la puerta que lleva al sótano corriendo tan rápido como pueden.
—Puedes ir más rápido, ¿Por qué corres a mi velocidad? —pregunta Nito.
—No te quiero dejar atrás —responde Ariel, determinante.
—¿Qué hacemos si Tiziano no está aquí? ¿Y si se fue o llamó a alguien que se lo haya llevado?
—Pues nos escondemos hasta que se vayan los policías y huimos por el muro de nuevo, sencillo.
—Ellos se irán después de las 12, ¿Qué le dirías a tu tío?
—Pensemos en eso después, ahora concentrémonos en Tiziano, nos necesita.
Nito guarda silencio.
Una vez llegan a la puerta que lleva al sótano, Ariel saca su celular para usarlo de linterna e intentan abrir la puerta, pero está cerrada.
—¿Qué? —cuestiona Ariel mientras intenta forzar la puerta.
—Es inútil, él no estuvo aquí, mejor sigamos buscando.
—Él es tu compañero de escuela desde hace 4 años, ¿No tienes idea dónde podría estar?
—Nunca hablamos, no tengo idea —responde Nito cuando repentinamente sus ojos se abren y su cara se ilumina—. Vamos al salón de los de primero A.
—¿Qué tiene de especial?
—Me equivoqué, sí que hablamos una vez, pero fue hace mucho.
—Cuéntame mientras vamos.
—Fue en primer grado, él y yo nos sentamos juntos para una tarea que la profesora nos dio para conocernos, durante ese tiempo nos sentábamos siempre juntos hasta que un día me corté con una hoja sin querer y todos notaron mi regeneración, ese día supieron que tengo un Demonio y nos dejamos de hablar, él se cambió al B. Pero lo que importa es que esos días que hablábamos él me contó de un escondite que descubrió.
—Qué buena memoria tienes.
—Son días difíciles de olvidar.
Luego de otro rato corriendo llegan a su destino.
—Aquí, prende tu linterna, por favor —pide Nito a Ariel. Él obedece—. Ahora sígueme.
—¿Es detrás de esa puerta?
—Es engañoso, parece que no hay nada del otro lado pero solo hay que empujar, no digas nada, por favor.
Nito se apoya contra la puerta cerrada y comienza a hablar.
—Hola, Tiziano, no te haremos nada, por favor no te asustes, voy a comenzar a empujar.
Nito empieza a empujar suavemente el mueble que simula ser una pared detrás de la puerta, chocando con otro empujón dado desde el otro lado, intentando evitar que siga avanzando.
—Te aseguro que solo estamos nosotros, Tiziano, no hay nadie más, ni un policía, ni un profesor, ni nadie, solo dos niños Benditos con Demonios que buscan ayudarte, sabemos cómo huir, si te encuentran aquí no saldrás de prisión, por favor déjanos llegar a ti.
Poco a poco la presión que impedía mover el mueble fue cediendo y pudieron dejar un hueco lo suficientemente grande para poder pasar, Nito y Ariel entran y ven a Tiziano tumbado, apuntando su mano, que es un arma de fuego, a ellos. Sus ojos están llorosos y rojos. Tiene la respiración agitada. Está despeinado. Su ropa está rasgada por partes e incluso tiene las rodillas raspadas.
—Está bien, somos buenos —dice Ariel tratando de calmarlo—. Te queremos ayudar, síguenos así podemos huir.
—No digas nada —interrumpe Nito dirigiéndose a Ariel. Luego cierra la puerta, acomoda el mueble y se recuesta enfrente de Tiziano, y comienza a hablarle—: Te dije, solo somos nosotros.
Tiziano ni siquiera pestañea, su respiración continua agitada y su mano derecha a ellos, completamente tensa.
—Estamos desarmados, no podemos hacerte daño. Está bien.
Tiziano pestañea por primera vez.
—Hace mucho no hablábamos, pero supe que ibas a ser abanderado para el acto de fin de año, aunque falte tanto ya te eligieron, es increíble.
Tiziano comienza a respirar de forma más pausada.
—Te ví en el acto del 17 de agosto, fuiste abanderado y además actuaste de San Martín, mucho trabajo y aún así lo hiciste bien.
Tiziano comienza a bajar su brazo.
—Tu hermana empieza la escuela el año que viene, ¿Cierto? Estoy seguro que será tan inteligente como tú, seguirá tu legado.
Tiziano relaja su cuerpo.
Tiziano comienza a llorar.
Tiziano se disculpa.
Nito se acerca y lo abraza.
—Está bien, no tienes la culpa. Estamos a tiempo de irnos, ¿Puedes levantarte?
—Sí, creo que sí —responde Tiziano mientras se limpia las lágrimas.
—Vamos, ya deben haber llegado los policías —dice Ariel.
Tiziano logra calmarse lo suficiente para que su mano vuelva a la normalidad y los tres salen del escondite, comienzan a correr mientras huyen de la vista de los pocos policías que llegaron al edificio, cuando intentan salir por donde entraron descubren que está cerrado.
—¡Maldición! Seguro está con candado —supone Ariel.
—Vamos por la ventana —sugiere Tiziano.
—Está cerrado también —responde Ariel.
Repentinamente escuchan un vidrio romperse y cuando voltean a ver descubren a Nito señalando una ventana rota, tiene el codo herido y parte del brazo ensangrentado.
—Rápido, vamos —apura Nito—. Debemos irnos, ya llamamos demasiado la atención.
El resto obedece y los tres pasan por la ventana, con cuidado para evitar cortarse. Ya en el patio, los tres corren rápidamente por donde Nito y Ariel entraron en primer lugar.
—¡Rápido, suban, yo los alzo! —ordena Ariel. Los demás obedecen.
Una vez en el muro alcanzan las manos de Ariel y logran subirlo también, saltando al otro lado del muro, escapando finalmente.
—¡Por fin! Qué miedo, eso fue adrenalina de verdad —menciona Ariel mientras exhala del cansancio.
Pasan unos minutos de silencio.
—Gracias, en serio, a los dos —dice Tiziano.
—Oye, ¿Qué pasó ahí? ¿Ese idiota de Matías te golpeó y por eso tu ojo está así? —pregunta Ariel.
—Fue mi papá, ayer —responde Tiziano—. Él es el idiota.
Ariel queda en silencio, sus ojos se abren de la sorpresa y se forma un nudo en su garganta.
—Matías solo me estaba molestando por el ojo y yo me enojé mucho y exploté, esa actitud me hace recordar a mi papá, los odio a los dos, quisiera volarles la cabeza a los dos —dice mientras sus ojos lagrimean y su voz se quiebra—. Pero no, eso sería demasiado fácil, quiero vencerlos en su juego y derrotarlos en un mano a mano, sin ayuda de mi poder
—Con Matías ya no podrás, seguramente lo que pasó haga que lo cambien de escuela, o a ti —interrumpe Nito.
—Sí... ¿Qué será de mí?
—Bienvenido al club.
—Tranquilo, te haremos compañía —lo consuela Ariel.
—Debemos irnos antes que busquen por aquí —sugiere Nito.
—Vamos, Tiziano, pásame tu instagram o Whatsapp o Telegram, lo que uses, para mantenernos comunicados —pide Ariel.
Una vez se pasan sus contactos cada uno se va por su lado, apenas estaban siendo las 12.
—Vamos a casa —dice Nito.
—Vamos —responde Ariel—. ¿Crees que Lautaro ya nos contestó?
—No lo sé, tú eres el de las redes sociales.
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El Rol de la Muerte
General FictionEn un mundo sanando después de dos terribles guerras, cuatro jóvenes, Nito, Ariel, Tiziano y Lautaro, pertenecientes a una minoría despreciada de super humanos, deciden unirse por un propósito común y embarcarse en una peligrosa misión para investig...