Capitulo 7

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  25 de julio, 2035, jueves, cuarto día de las vacaciones de invierno, 11:32 AM.

  —Buenos días, tío Román —dice Ariel, apenas despierto—, ¿Ya está el desayuno?
  —Buenas tardes, ¿Estas te parecen horas para levantarte? —pregunta Román—. Hasta el niño ese extraño que adoptaste se levanta más temprano que tú.
  —Hey, se llama Maximo, más respeto a mi hijo —responde con un tono sarcástico—. No lo escuches, bebé —dice con una voz aguda hacia Maximo y tapando sus oídos—. ¿Vas al trabajo ahora?
  —Sí, porque yo sí trabajo, no como otros.
  —Hey, me siento atacado.
  —Deberías —responde irónicamente—. El desayuno está listo, recuerda que no quiero al niño en mi cuarto, menos en el sillón o en la mesa, fíjate si come algo esta vez, me preocupa que un día se despierte muerto por desnutrición o algo así, también te llegó una carta, soy un adulto que respeta la privacidad de su adoptado así que no lo leí, está en el estante. Cuídate, te veré más tarde.
  —Chao, suerte en el trabajo, ¡Traeme algo!
Maximo sacude su mano en forma de despedida, imitando a Ariel.
  —Vaya, aprendes rápido, me siento un papá orgulloso —dice Ariel al respecto.
Maximo balbucea en respuesta.
  —¿Sabes? Yo digo que en unos añitos ya vas a poder hablar perfectamente, tú confía en mi gran capacidad de crianza.
Maximo nuevamente balbucea cosas inaudibles.
  —Bien, acompáñame a desayunar mientras leo esta carta, tengo admiradores se ve, o quizá es una carta de amor de una chica que dejé flechada y me estuvo siguiendo de cerca.
Ariel toma asiento en la mesa y abre el sobre.
  —Ven, siéntate también, el tío jamás sabrá, será nuestro secretito.
Maximo obedece y con ayuda de Ariel se sube a una silla a su lado.
  —"Ariel, sé que no me conoces, soy un extraño después de todo, pero quiero que sepas que esto no es ningún engaño ni estafa, al contrario, tú puedes estafarme ya que te dejé una copia de mi documento en el sobre y más datos míos, me expongo mandando esto, pero confío en ti y en la crianza que el tío Román te dio.
Me llamo Fernando, Fernando Álvarez, hijo de Luis Álvarez, nuestro padre..."
"¡¿Qué?!" Piensa Ariel, derramando parte de su desayuno, se toma un momento para limpiarlo y retoma su lectura.
  —"...imagino que es difícil de creer. Hace unos días papá desapareció y, mientras investigaba, llegué a información de nuestro tío, Román, y que te adoptó hace varios años a ti, hijo de Luis, hermanastro mío, cuando me enteré no supe qué hacer, pero después de mucho pensar decidí escribir esto y enviarlo para que lo leas y respondas, quiero que nos contactemos, así que, por favor, envíame un mensaje, abajo te dejo mi número.
Att: Fernando Álvarez".
Ariel se toma un largo rato para reflexionar, lo que queda de su desayuno acaba enfriándose y queda sin terminar, ya que Ariel elige pasar ese momento investigando y comprobando la información de Fernando, descubriendo que todo es verídico, al menos, es información de una persona que existe realmente, ya que tiene redes sociales donde muestra su vida propia como cualquier persona, es allí donde Ariel decide tomar su teléfono y contactar a Fernando, "si resulta ser todo un elaborado engaño, puedo defenderme por mi cuenta", piensa.
  Ariel decide directamente hacer una llamada al número que según la carta era de Fernando, y después de unos segundos, este contesta:
  —¿Hola? —pregunta Ariel, dudoso.
  —Hola, ¿Quién habla? —responde la voz del otro lado.
  —Me llamo Ariel, ¿Hablo con Fernando?
  —¡Ah, Ariel! Creí que no llamarías, escucha, te juro que no soy un raptor ni nada de eso.
  —Está bien, pero no quiero hablar de eso, quiero hablar de mi papá.
  —¿Te parece si nos vemos mañana?
  —Qué rápido, ¿Dónde? ¿Dónde vives si quiera?
  —Vivo en Ciudad De Lima, sé que es medio lejos entonces podemos encontrarnos en Ciudad Buenos Aires, está a una hora en tren desde Ciudad Esperanza, ¿Ahí vives, cierto?
  —Así es, ¿Me estuviste stalkeando o algo así?
  —Pensé que quedaba claro con la carta que sí. Bueno, ¿Nos vemos ahí? En la estación, tipo tres de la tarde, me queda a una hora de acá también así que todo bien para todos.
  —De acuerdo, te veo ahí.
  —Excelente, nos vemos mañana, hermano, adiós.
  —Chao. —Ariel corta la llamada—. No somos hermanos —dijo para sí mismo—, me niego.
  Al día siguiente, Ariel se junta con Tiziano en un restaurante a almorzar, 13:11.
  —¿Te llamó "hermano"? Cuánta confianza cuando ni te conoce —dice Tiziano.
  —¿Verdad? Para mí no es un hermano, debe haber una confusión o algo así, hay muchos Álvarez en el país.
  —Igual él dijo explícitamente que llegó a vos por tu papá, dudoso que se haya confundido, yo digo que es más bien un secuestrador o algo así, uno muy bueno en su trabajo, ten cuidado.
  —Si es algo de eso lo mato de dos golpes, no te preocupes, aunque sería decepcionante si fuese el caso.
  En ese momento Nito llega a la mesa con los menús del restaurante.
  —Oh, saludos cordiales, mesero desconocido, ¿Alguna sugerencia sobre qué podemos pedir? —pregunta Ariel.
  —Igualmente, cordiales saludos, clientes desconocidos, lo que puedo recomendarles que prueben es nuestra magnífica agua con hielo, les encantaría —responde Nito, sarcásticamente—. Basta, es mi segundo día recién, si me ven tratar así a clientes, aunque sean amigos, me echan, ¿Qué les gustaría pedir?
  —Qué estricto tu jefe, ¿Por qué decidiste trabajar igual? Eres jóven, encima estamos de vacaciones.
  —Les diré en otro momento, ¿Qué les gustaría pedir? Tenemos milanesas, pastas, carnes, mucha variedad de cada uno.
  —Yo quiero una milanesa napolitana y él —señala a Tiziano— quiere fideo con albóndigas —dice Ariel.
  —Bien. —Nito anota su pedido—. En unos momentos volveré yo o algún colega con su comida.
Nito se retira de la mesa y va a tomar el pedido de otros clientes.
  —A mí no me gustan las albóndigas —dice Tiziano.
  —Lo sé —responde Ariel.
  14:56, Ariel está en el tren, yendo a Ciudad Buenos Aires, a unas paradas de llegar, sintiendo bastante nervios e incluso algo de miedo por lo que pueda pasar, si todo resulta ser cierto, ¿Qué había hecho su padre todos estos años?, Y si resulta que todo fue falso, ¿Con quién está por encontrarse? La duda carcome sus pensamientos.
  —Siguiente estación, Ciudad Buenos Aires central, repito, Ciudad Buenos Aires central.
Los pensamientos de Ariel son interrumpidos por la voz del altavoz, se levanta de su asiento y espera a que el tren frene para bajar y encontrarse con Fernando, sus nervios suben cada vez más, y una vez que baja continúa subiendo.
  —¡Ariel!
Escucha Ariel a lo lejos de la estación.
—¡Ariel, acá estoy! —llama Fernando, alzando los brazos para lograr ser visto.
  —¡Hey! —saluda Ariel a la distancia—. Bueno —comienza a susurrar para sí mismo—, al menos es el del documento.
Ambos se saludan, Fernando bastante relajado mientras que Ariel permanecía tenso.
  Tras bastante tiempo caminando sin rumbo y charlando de temas irrelevantes, llegan a una plaza donde compran comida callejera y se sientan en un banco a finalmente hablar de lo que los trajo hasta ahí.
  —Bueno, entonces, papá —dice Ariel—, ¿Tu papá es Luis? ¿Luis Álvarez?
  —Sí, ese mismo, pelo corto, medio petiso, voz muy grave y fan de Boca.
  —Ese, exactamente ese, ¿Puedes mostrarme una foto? Por las dudas.
  —Claro, mira —Fernando saca su billetera y muestra un pequeño álbum de fotos—, esta foto es del año pasado, en navidad, él me regaló un álbum de Alan Sutton y Las Criaturitas de la Ansiedad.
  —Me encanta esa banda.
  —¿Los conoces? ¡Increíble!
  —Papá me los mostró.
Fernando guardó unos segundos de silencio al oír el tono con el que Ariel dijo eso y la tristeza en su rostro.
  —¿Papá nunca te habló de mí? —pregunta Ariel—, ¿Por qué me contactaste?
  —No, también me sorprendí cuando supe de ti. Y te busqué solo porque, bueno, somos parientes.
  —¿Cuántos años tienes?
  —El mes que viene cumplo 15.
Ariel miró a la nada un momento mientras por su mente pasaban preguntas y preguntas, pero la más angustiante de todas era: "si todo este tiempo estuvo vivo y perfectamente bien, ¿Por qué nunca volvió?"
  —¿Cómo dijiste que fue eso de que despareció?
  —Pues eso, simplemente fue al trabajo y jamás volvió, mamá está muy preocupada entonces ella no sabe nada de esto porque no quería que sepa que estuve investigando por mi parte.
  —¿Tu mamá de dónde es?
  —De ahí, Ciudad De Lima.
  —Ya veo, ¿Nunca notaste nada raro?
  —Bueno, casi una semana atrás de que desaparezca lo escuché tener una llamada extraña en el baño y cuando salió estaba bastante agitado, y una noche antes miraba mucho su celular y abrazaba mucho a mamá y me hablaba mucho a mí de que estaba orgulloso y cosas así, estaba más cariñoso que de costumbre. Hay algo raro en su desaparición, se supone que la policía está investigando igual, en unos días seguramente lo encuentren.
  <Yo decía lo mismo> —piensa Ariel—. Ojalá que lo encuentren —dice para consolar a Fernando—. <Si es que no tiene otra familia en otra ciudad y desaparece de nuevo 5 años después>. Tú tranquilo, todo va a estar bien. <Esto no es justo, simplemente no lo es>. Supongo que solo nos queda esperar lo mejor. <Hijo de puta>.
Después de unos minutos más de charla, comienza a hacerse tarde para su regreso, Ariel debe volver antes del anochecer, entonces se despide de Fernando y sube al tren. Durante el viaje su mente comenzó a ignorar su entorno, poco a poco dejó de escuchar a la gente hablando alrededor, su vista comenzó a desenfocarse, no podía controlar sus pensamientos, ni siquiera podía reconocerlos, solo pasaban y pasaban cosas por su mente que era incapaz de procesarlos antes de que cambien por otra cosa, hasta que comenzaron a ser recuerdos junto a su padre, como ver su vida junto a él pasar frente sus ojos, <¿Desde cuándo tenía esa otra familia? ¿Me abandonó para irse con ellos? ¿le importamos alguna vez siquiera? ¿Por eso sus viajes de negocios eran tan largos? ¿Él tuvo algo que ver con la muerte de mamá y por eso estuvo tan cariñoso la noche anterior? ¿Él sabía que eso pasaría? ¿Todos sus regalos siempre fueron mentira? ¿Y las veces que decía quererme? Siempre mintió. Ojalá esta vez no aparezca. Ojalá esté muerto. Ojalá haya sufrido. Ojalá verlo para golpearlo. Ojalá verlo para matarlo. Él no es mi padre. Lo odio. Te odio>.
  Siguiente estación, Ciudad Esperanza, repito, siguiente estación, Ciudad Esperanza.
Ariel vuelve a la realidad gracias al altavoz, pero no se levanta, permanece sentado, y nuevamente es consumido por sus pensamientos. Su mente lo traga.

  27 de julio, 2:36 AM.
  El tío Román espera sentado en su sala, se quedó dormido allí esperando a su sobrino toda la noche, pero repentinamente es despertado por una llamada del teléfono. Román contesta:
  —¿Sí? ¿Quién habla?
  —Hola, tío, soy Ariel —responden del otro lado.
  —¿Ariel? ¿Dónde estás? ¡Te estuve esperando toda la noche y ninguno de tus amigos sabe dónde estás! ¿Sabes lo preocupado que estoy?
  —Sí, eso, estoy en la estación Río Negro, los trenes ya no pasan —la voz de Ariel comienza a quebrarse levemente—, ¿Puedes venir a buscarme? Por favor.
  —Ariel... —responde Román, con un tono delicado de voz, sintiendo pena por él.
  —Por favor, tío, te lo ruego.
  —Está bien, ya voy, no te muevas de ahí.
Poco más de una hora después, Román llega y Ariel sube al auto.
  Román no hizo preguntas durante el camino. Ariel no dio explicaciones. Ariel miró fijamente la ventana durante mucho tiempo, hasta que finalmente comenzó a sollozar. Román acarició su hombro en señal de consuelo. Ariel no dijo nada. Ariel cubrió su boca con la palma de su mano, cerró fuertemente los ojos, contrajo su cuerpo y comenzó a llorar.

El Rol de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora