Capitulo 15

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  17 de junio, 2036, 3:23 AM.
Ariel se encuentra entrenando en su cuarto, no pudo dormir nada por la liberación de Sebastián.
  —Ya vas a ver, hijo de puta.
De pronto, recibe un mensaje de Lautaro:
 
  «Eres mejor que esto, niño».
 
Ariel no contesta y continúa su entrenamiento. Luego se pone su traje de batalla y sale de su habitación, siendo casi las 5 AM, la hora en la que su tío va a su trabajo.
  —Vaya, ¿Qué te hizo que te levantas tan temprano? Falta bastante para ir a la escuela.
  —Supongo que estoy ansioso.
  —Román mantiene silencio varios segundos—. Escucha, confío en vos, y mucho, así que, por favor, no hagas nada tonto.
Ariel mantiene el silencio.
  —Promete que no harás nada estúpido.
Ariel sigue sin decir nada.
  —Román suspira y se dirige a la puerta de la casa—. Confío en vos, Ariel.
Ariel se limita a mantener su boca cerrada.

Nito se reúne con Lautaro al mediodía, a pedido del mismo.
  —¿Qué pasó? —pregunta Nito.
  —Solo estoy preocupado.
  —¿De qué?
  —De Ariel, hoy liberan al asesino de su madre, y tengo miedo que se deje llevar y haga algo estúpido.
  —Pienso igual, pero quiero confiar en él.
  —Yo también, juro que quiero, pero, sabiendo cómo es él, no me sorprendería. Sigue siendo impulsivo, y me da miedo que haga algo que luego va a lamentar. Por eso, te lo encargo, Nito.
  —¿Por qué yo?
  —Porque eres quien mejor lo entiende, y eres bastante de ponerte en el lugar del otro. Eres su mejor amigo, sé que podrás convencerlo, al menos intentarlo, te escuchará más que a mí.
  —Entiendo, haré lo mejor que pueda.

  Ariel se oculta detrás de un árbol y arbustos frente la cárcel. Pasan las horas y Ariel sigue allí, casi dormido, entonces escucha cómo se abren las puertas y nuevamente recupera su energía.
Entonces lo ve, con ambas manos vendadas y posiblemente rotas, una mochila en la espalda y ropa desgastada, y Sebastián emprende su viaje, con Ariel detrás.
Caminan por varios minutos hasta que Ariel corre hacia él y se lo lleva a un sector abandonado de la ciudad.
  —¿Qué mierda pasó? —pregunta Sebastián.
  —¿No me recuerdas? Desgraciado.
  —Si te enviaron a matarme, por favor, ten piedad.
Ariel lo calla de una patada en la cara.
  —¿Por qué no envías otro de tus monstruos de humo? Claro, no puedes usar tus manos. Me aseguraré de hacerte sufrir todo lo que mereces.
Patea su estómago.
  —Una vida no vale 6 años de cárcel, imbécil.
Repentinamente, un humo negro envuelve a Ariel y lo envía lejos de un golpe
  —¿Qué? ¿Cómo es posible?
  —No me subestimes, niño.
Y usando sus brazos, crea y controla más criaturas de humo.

Humo: es un poder en el cual el portador puede manifestar criaturas de humo y controlarlas con ambas manos, aunque, en caso de falta de manos, se puede entrenar para usar sus brazos.

Ariel esquiva cada ataque pero alguno que otro logra alcanzarlo.
Sebastián sigue atacando con todo, hasta que Ariel comienza a dejar de pensar y se mueve instintivamente, evitando cada golpe y destruyendo s cada monstruo de humo. Hasta que finalmente pierde la consciencia.
Ariel recupera su mente y ve a Sebastián en el piso, con una pierna rota y suplicando piedad.
  —¡Por favor, nunca quise unirme a ustedes! ¡Por favor, te lo ruego!
Ariel no entendía de qué hablaba, pero, cegado por la ira, no le importó y siguió golpeándolo. 
  —¡Ariel!
Ariel voltea y ve a Nito acercándose a él.
  —¿Qué hacés acá? —pregunta Ariel.
  —Lautaro me ordenó evitar que hagas lo que estás por hacer.
  —Claro que Lautaro haría eso, ¡Solo déjenme solo! Esto es entre Sebastián y yo.
  —Pero lo que vas a hacer no te hará sentir mejor, Lautaro nos lo dijo; no puedes limpiar tus manos una vez lo manchas con sangre.
  —Pero es injusto, la vida de mi mamá no valía 6 años de prisión.
Entonces un monstruo de humo ataca a Ariel por la espalda y él casi lo esquiva por completo, pero parte de su brazo recibió un corte no profundo.
Ariel se recompone y ve a Sebastián arrastrándose por detrás del monstruo para intentar huir.
  —Hijo de puta —susurra Ariel.
Rápidamente atraviesa y destruye al monstruo, toma una piedra perteneciente al edificio abandonado y, ignorando los gritos de Nito para que se detenga, llega hasta Sebastián y golpea su cabeza con la piedra. La velocidad y fuerza a la que fue la piedra hicieron que se quede incrustado en la cabeza del, ahora inerte, Sebastián.
Ariel se queda observando el cuerpo delgado con cara barbuda del hombre que acaba de matar.
Nito, agitado, toma a Ariel del brazo y grita:
  —Vamos, nos van a acusar si llega alguien y no podremos salir de la cárcel en toda nuestra vida.
Ariel se deja llevar pero sin decir una palabra.
Ariel está sorprendido por lo que hizo.

                                  *     *     *

Nito, Tiziano y Lautaro se encuentran el descanso de su entrenamiento semanal.
  —Perdoname, no pude detenerlo.
  —Está bien, Nito, no fue tu culpa. Hiciste lo que pudiste.
  —¿Cuándo crees que volverá?
  —En mucho tiempo, su cabeza debe estar atormentándolo.
  —¿Qué podemos hacer?
  —Estar para él. Vamos a verlo mañana.

  Ariel se encuentra acostado en su cama, lleva así varios días de la última semana.
Román intentó de todo para animarlo, pero no pudo.
  "¿Qué pensaría mamá?" Se pregunta Ariel en todo momento.
  "Nadie merece morir, por más tontos que sean"
  «Mamá estaría decepcionada»
  «Soy un asesino»
  «Soy un hijo de puta como Sebastián»
De repente, se abre la habitación de su cuarto y entra una chica rubia y ojos naranjas.
  —Sí que sos un desastre vos.
  —¿Zira? ¿Qué hacés acá?
  —Tu tío me llamó para que te ayude, así que acá estoy.
  —No hace falta, ya se me va a pasar, solo vete.
Zira se sienta al lado de la cama de Ariel y pone una película en la tele, ignorando lo que dijo.
  —Traje comida para comer mientras vemos la película, ¿Quieres? —Zira estira su brazo ofreciendo comida—. Sí querés.
Ariel accede y come.
Pasan las horas y la película termina.
  —Vestite, en un rato vamos a salir —ordena Zira.
  —No quiero ir a ningún lado, no estoy de humor.
  —No era pregunta. Te espero en la sala. Tienes 5 minutos.
Ariel, de mala gana acepta y se viste. Una vez salen de la casa él pregunta:
  —¿A dónde vamos?
  —Es sorpresa.
  —No me gustan las sorpresas.
  —Ahora sí.
Entonces llegan a un supermercado de varios pisos, cada uno con una función especifica. El primer piso es un supermercado común. El segundo es un cine. Y el tercero es una sala de juegos enorme.
  —Primero acompañame que tengo que comprar unas cosas para la cena.
Ariel asiente.
Zira termina de comprar y ambos saben al tercer piso para jugar.
  —¿Esta era la sorpresa? —Pregunta Ariel.
  —Sí, ¿Qué más esperabas? Vamos, hay muchos juegos para pasar el rato.
En la zona de juegos es donde estuvieron pasando el tiempo hasta el anochecer.
Zira y Ariel salen del supermercado y se dirigen a casa de este último.
Ya en su casa, Zira saca lo que compró y comenzó a hacer hamburguesas para los tres, contando a Román. Además, Zira prohibió a Ariel ir a su cama, así que se quedó en la cocina ayudando a Zira.
Una vez terminan, cenan y se van a la habitación de Ariel, lo que él aprovecha para preguntarle:
  —¿Por qué hiciste todo esto?
  —Para distraerte, esa cabeza tuya te estará volviendo loco seguramente.
  —Tenés razón. Igualmente lograste tu cometido, me distraje por momentos.
  —Eso es bueno. —Zira hace una pausa de varios segundos—. Sé que no puedo hacer nada para que olvides lo que hiciste, pero pudiste salir adelante en otras ocasiones, sé que podrás con esta, y te voy a hacer compañía hasta que lo logres. No me gusta verte mal.
Ariel comienza a llorar.
  —Juro que intento no sentirme mal, pero ¿Cómo podré vivir con esto? Mamá deberá estar muy molesta conmigo, me debe odiar.
Zira se acerca y le da un fuerte abrazo.
  —Te aseguro que no te odia, eres su hijo, después de todo. La conocí, sé que jamás te odiaría, te amó y te prometo que sigue amándote.
Ariel sigue llorando desconsoladamente.
  —Muchas gracias. Sos muy buena persona.
  —De nada, Ariel, de nada. Seguiré estando para ti hasta que puedas sentirte mejor.
Ariel se seca las lágrimas y prepara una cama improvisada en el piso para que Zira pueda dormir en la cama y él en el suelo.
  —Buenas noches —dice Ariel.
  —Hasta mañana —responde Zira.
  —De nuevo, gracias.
  —No hay de qué.

El Rol de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora