El Rol de la Muerte

Capitulo 22

  —Nombre completo, por favor.
  —Nito Torres.
  —¿Nombre de padre y madre?
  —Rufina Urbina y William Torres.
Nito responde las demás preguntas que el recepcionista le hace, firma un papel en el que acuerda la posibilidad de perder la vida sin cargo alguno.
Luego, unos soldados lo trasladan a la zona de la milicia, llena de militantes y voluntarios, allí dentro se encuentra a sus amigos.
Tiziano lo rodea con ambos brazos y lo abraza fuertemente. Ariel se une al abrazo.
  —¿Te uniste como voluntario al final? —pregunta, con entusiasmo, Ariel.
  —¿Por qué más estaría acá? —responde Nito.
  —Justo le estaba contando a Tiziano de nuestra travesía hasta llegar acá.
  —¿Vos trajiste a Mia y a su abuela? —pregunta Nito.
  —Sí —responde Tiziano—. Cuando las cosas se salieron de control decidí huir. En mi casa solo estaban mi mamá y mi hermana, después pasé por la casa de Lautaro y me traje a su mamá y a su hija conmigo. Unos días después de estar con ellas en el refugio decidí unirme como voluntario. Quiero ayudar a vencer esto.
  —¿Y Lautaro dónde está?
  —Se lo llevaron, está en una zona aparte de nosotros. Esperemos que no le estén haciendo nada.
Entonces, Nito ve dos caras conocidas.
  —¿Ese es Alex? ¿Y ese de allá es Gonzalo?
  —Sí —responde Tiziano—. Alex vino con ese chico que lo acompaña, Adrián, los dos llegaron unas horas después de mí. Gonzalo ya estaba de aún más antes incluso.
  —Hey —dice Adrián—, yo te conozco, me enteré que llegaste ayer, ¿Cómo hiciste para sobrevivir tanto por tu cuenta? Si no es molestia responder, claro. Es solo que me da curiosidad. A Alex también, solo que se hace el desinteresado.
Nito resume todo lo que pasó para llegar hasta donde está, dejando a Adrián satisfecho.
  —Soy Adrián, por cierto.
  —Un placer. Yo soy Nito.
Estrechan sus manos y Adrián se aleja, de nuevo, con Alex.
  —¿Y? —pregunta Alex.
  —¿Ves que sí tenías curiosidad? —responde Adrián.
Alex no responde.
  —Vení que te cuento todo.
Ariel, Tiziano y Nito siguen su charla de reencuentro.
  —¿Entonces nadie sabe dónde está Lautaro? ¿O qué están haciendo con él? —pregunta Nito.
Antes de que Ariel y Tiziano respondan, un hombre habla:
  —Es quien más conoce al enemigo, claramente lo llevaron a una sala especial donde planificar bien cómo y cuándo atacar, junto al general y al capitán.
Todos voltean al hombre y este se presenta.
  —Hola, me llamo Antonio.
  —¿Vos cómo sabés eso? —pregunta, desconfiado, Tiziano.
  —Porque serví al ejército un tiempo, uno aprende muchas cosas de la milicia una vez que entra. Les aseguro que no saben cuántos convictos hay aquí para servir.
  —¿Hay criminales aquí?
  —Oh, sí, un montón. Es simple, los usan de carne de cañón y, si sobreviven, se les anula la condena. Claro que no es obligatorio, pero muchos desean la libertad con todo su ser, entonces es una salida fácil y rápida. Morir o libertad, así funciona para nosotros.
Todos guardan silencio un momento. Hasta que Ariel habla.
  —¿Sos un convicto?
  —Cargos por homicidio, me faltan 24 años de cárcel para cumplir la condena.
  —¿Y vale la pena estar acá para salir?
  —Nah, no lo vale, y tampoco me importa salir, solo quería divertirme un poco, ¿Saben? La cárcel es muy aburrida para un Bendito, nadie se anima a provocarte porque tienen miedo.
Entonces sale el general Alan, acompañado de Julio y Lautaro para dar un importante comunicado:
  —¡Escuchen bien! ¡Prepárense, que este jueves a la tarde haremos una expedición al exterior para comprobar datos acerca de la ubicación de Loki!
Entre los soldados, Alex se pregunta:
  —¿Solo a comprobar datos? Qué ridiculez.
  —Hey, es un avance —dice Adrián.
  —Bien —dice Antonio—, me tengo que ir, suerte, chicos. Disfruten su juventud.
Y Antonio se aleja con una señal de paz, mientras tararea una canción.
Gonzalo cruza miradas con Nito, y asiente la cabeza como saludo.
  —¿Son ellos de los que me hablaste? —pregunta Antonio.
  —Sí. Y ese grandote que acompaña al general también.
  —Vaya gente con la que te topaste.
 
                                  *     *     *