—Tss, Nito —susurra Ariel.
—¿Qué? —responde.
—Es Lautaro, acaba de enviarme un mensaje, dijo que ya podemos ir después la escuela, ¡Finalmente está todo preparado! ¿Te deja tu papá?
—Sí, ¿Y tu tío te deja?
—Le voy a mandar un mensaje ahora mismo, le voy a decir que me voy a la casa de Zira.
—Me sorprende que aún no te haya descubierto.
—Tú no digas nada, es nuestro secreto. —Acerca su dedo índice a sus labios—. Hey, ¿Y si lo invitamos a Tiziano? También quiere ser fuerte para ganarle a su papá.
—¿No deberías preguntarle a Lautaro eso?
—Él seguramente no conteste, directamente lo llevamos.
—¿No se cambió de escuela?
—Según me dijo, ya están buscando, pero al menos hasta fin de año va a seguir en esta.
—Preguntale si quiere venir.
—Ya lo hice, falta que conteste. Ah, acaba de hacerlo.
—¿Y?
—Dijo que no sabe quién es Lautaro pero le dije que le voy a explicar en el camino.
—¿Y qué le vas a decir al señor Lautaro de esto?
—Pues que tenemos uno más en el grupo.
—No te complicas en nada.
—Tú haces demasiadas preguntas.
Una vez finalizadas las clases, los tres alumnos se encuentran y encaminan a la casa de su nuevo mentor.
—... Entonces dijo que lo iba a pensar y me pasó su número y aquí estamos, ¿Preguntas? —concluye Ariel.
—¿Seguros que no es un secuestrador o algo así? —pregunta Tiziano.
—Nos van a dar caramelos gratis, yei —dice Nito.
—Hey, Tiziano, ¿Te dejaron venir?
—Se supone que estoy en mi club de fútbol, no van a enterarse de nada.
En ese momento llegan a la casa de Lautaro y Ariel se pone nuevamente nervioso, como la primera vez, llama a la puerta y retrocede esperando impacientemente, Tiziano estaba visiblemente desconfiado de quién llegara a abrirles e inconscientemente se puso en una posición en la que sería más fácil comenzar a correr. Nito nota esto y se acerca a su oído.
—Es un buen hombre —susurra Nito, intentando calmarlo.
Después de unos pocos minutos, la puerta se abre y Lautaro se muestra, llevaba una mochila en su espalda y un uniforme desgastado.
—¿Quién es el niño nuevo? —pregunta con autoridad y algo molesto.
—Se llama Tiziano, se nos unió porque también quiere ser fuerte y...
—¿Quién te autorizó traer más gente? —interrumpe Lautaro—, ¿Acaso soy una maldita herramienta que puedes usar para mágicamente ser más fuerte y usar eso para hacer amigos? No pedí ninguna condición antes, pero tampoco para que traigas a quién quieras, ya me arriesgo bastante en llamar la atención con ustedes dos, así que no más invitados, ustedes tres, nadie más. Tengo una hija, ¿Entiendes? No puedo perderla por querer cumplir su capricho, y ella no puede verme siendo yo. ¿Entendido? No hagas que me arrepienta de esto.
—Sí, señor, perdón, estaba emocionado, y él es bueno, entonces pensé que podía venir con nosotros.
—Ya entendí, suficiente. Vamos, síganme, el viaje no es precisamente corto.
—¿A dónde vamos? —pregunta Tiziano.
—No podemos entrenar en medio de la civilización, entonces encontré un lugar lo suficientemente alejado para que nadie nos descubra y lo suficientemente cerca para no perder todo el día en el viaje de ida y vuelta, pero aún así el viaje es largo, lo bueno es que sirve como calentamiento.
—¡Qué divertido! ¿Qué tan lejos es? —pregunta Ariel.
—Lejos, por favor guarden silencio en el viaje, no creo que aguante su energía juvenil. Ya no estoy en edad.
—¡Sí, señor! —responde Ariel.
—Tú, especialmente.
Durante el camino, todos seguían el ritmo de Lautaro y escuchaban atentamente los comentarios que decía de vez en cuando, "memoricen el camino", "no piensen que con esto van a ser como Dioses", "estos entrenamientos van a durar su tiempo, no será del día a la mañana, sean pacientes".
—Tú, el nuevo, no te presentaste, hazlo —ordena Lautaro.
—Me llamo Tiziano, tengo 11 años, voy en sexto de primaria y me gusta mucho Sonic y dibujar.
—Me sorprende que conozcas a Sonic, se ve que te enseñaron bastante de la cultura anterior.
—Mi mamá es una gran fanática del personaje entonces me enseñó mucho.
—Dime cuál es tu poder y si tienes un Demonio.
—Tengo el poder de transformar mis manos en armas de fuego y creo que no tengo ningún Demonio.
—Es verdad, cuando lo conocimos tenía un moretón que se mantuvo por días —aportó Ariel—, no tienes que hacerle el corte como me hiciste a mí.
—¿Cómo? —pregunta Tiziano algo asustado.
—Pero dilo de otra forma porque me haces quedar como un psicópata que le gusta cortar niños, santo cielo. Tiziano, dime por qué quieres ser fuerte.
—Quiero vencer a mi papá en una pelea y echarlo de mi casa para que nos deje de joder a mi familia, y no quiero usar mi poder porque es lo mismo que hacer trampa.
—Me gusta tu determinación, tienes potencial.
Después de alrededor de una hora más de viaje, finalmente llegan a su destino, un espacioso campo lleno de nada, solamente pasto y un bosque a lo lejos.
—Dos horas de viaje, ni tan mal —dice Lautaro—. Para el quinto entrenamiento quiero que lleguemos en una hora. Quitense esas camperas, para la próxima traigan ropa sucia o al menos que esté hecha para ejercicio, así no manchan la ropa limpia.
Todos obedecen y se quitan sus abrigos.
—Nito, dijiste que tienes el poder de electricidad o algo así, ¿No?
—Sí, señor.
—Bien, intenta levantar esto.
Lautaro suelta un martillo de manco corto que traía en un bolso y este se entierra unos cuantos centímetros al terminar de caer.
—Se ve pesado —dice Nito, dudando.
—Lo es —responde Lautaro—. Levántalo.
Nito se queda quieto por unos segundos, dudando, hasta que, aún en duda, se empieza a acercar al martillo y este comienza a desprender una energía eléctrica que aumenta y se estira cada vez más a medida que Nito de acerca.
—No tengas miedo, levántalo —ordena Lautaro viendo la duda de Nito.
Nito se acerca hasta finalmente tener el martillo al alcance de su mano, entonces estira su brazo para tomarlo y comienza a desprender energía eléctrica también, comenzando a conectarse con el martillo, hasta finalmente tocar el manco, repentinamente la energía del martillo se comienza a mover a una alta velocidad hacia Nito, rodeando su brazo y luego desapareciendo.
—Se conectaron. Ahora levántalo.
Nito mira confundido a Lautaro pero obedece y nuevamente se acerca, pero esta vez no aparece ninguna energía, Nito toca el manco e intenta levantarlo pero no puede, es demasiado pesado para él.
—Está bien, seguramente cuando crezcas y aumente tu fuerza podrás, no hay apuro.
—¿Qué es eso?
—Se llama Mjolnir, es un martillo que me dejó mi padre, sirve bastante para canalizar un poder tan complejo como la electricidad, cualquier herramienta, de hecho, pero como es el famoso Mjolnir, te da su poder propio también, gracias a tu conexión con la electricidad se entrelazaron, ya verás qué fácil será usar tu poder cuando puedas levantarlo.
—¿Y para nosotros qué hay? —pregunta Ariel con mucho entusiasmo.
—Nada, ustedes tienen poderes ajenos, no pueden tener una conexión de este tipo. Ahora, quiero que todos me presten atención, ¿Saben lo que es una Habilidad Especial?
Los tres niños niegan con la cabeza.
—Claro, estas cosas no las enseñan en la escuela —susurra Lautaro para sí mismo—. Una Habilidad Especial es, de forma simple para que entiendan, un "ataque final", como en un juego, necesitas acumular mucha energía para usarla y muchas veces sirve como ataque final porque quedas agotado después, ¿Se entiende?
Los tres niños asienten con la cabeza.
—Se divide en el Potencia, básicamente alcanzas el máximo potencial de tu poder momentáneamente. El Disparo, usando ADN del oponente puedes localizarlo con un ataque a la distancia que revela su ubicación. El Defensa, creas un escudo. Y el Ofensa, lanzas un poderoso ataque que causa mucho daño. Hay una Habilidad Especial por poder, si tienes más de un poder, claro. Simple, ¿Cierto?
—¿Y cómo sabemos cuál es el nuestro? —pregunta Ariel, extasiado por descubrir cómo usar el suyo.
—El tipo Disparo solo lo tienen aquellos cuyo poder permita, ya saben, disparar, de alguna forma, como yo o Tiziano, un Velocista no puede tenerlo, puedes adaptarlo a ti simplemente concentrándote en alguien mientras tienes algo de su ADN tocando tu mano o arma. El Ofensa y el Defensa generalmente aparecen, son mecanismos de defensas, nadie los elige tener. Y el Potencia es el más complicado porque necesita mucha, mucha preparación, a ese aspiro que lleguen ustedes, es el más útil, y el entrenamiento se las daré yo, lo único que deben poner de su parte es determinación.
—¡Sí, señor! —dicen Ariel y Tiziano al unísono.
—Ahora quiero que comiencen a correr en círculos, sigan mi recorrido.
Ordena Lautaro y luego comienza a correr para que sus alumnos sigan su recorrido y su ritmo, que lentamente fue subiendo a medida que pasaban unos pocos minutos.
Tras bastante tiempo de ejercicios variados que Lautaro preparó para ellos, les dio unos pequeños minutos de descanso para hidratarse y relajarse. Ariel y Tiziano se quedaron jugando un momento mientras corrían, por la adrenalina de todo el entrenamiento previo, pero Lautaro notó a Nito viéndolos de lejos y se acercó para hablarle.
—¿Por qué no te unes a ellos? No pareces cansado.
—No me gusta correr.
—Entiendo.
Pasan unos segundos de silencio en que ambos ven a los otros jugar.
—Dime, después de lo que pasó con su mamá, ¿Ariel cambió?
—No le gusta hablar del tema, pero sí, aunque lo conocí apenas a inicios del mes pasado, así que realmente no sé mucho de él, pero antes hablaba mucho más, ahora, no sé si me parece a mí, pero creo que cuando está solo se lo ve muy triste, pero también se lo ve más decidido en lo que quiere lograr.
—Está en negación parece, supongo que aún no procesa lo que vivió.
—Seguramente.
—El asesino de su madre está en prisión, ¿Él sabe eso?
—Ariel sabe todo de ese hombre, el día que supo que solo lo condenaron a 5 años se enfureció mucho, dijo que es muy injusto.
—Lo es, una vida no vale 5 años.
—Por casi una semana estuvo teniendo trances.
—Trances?
—Sí, se despertaba en medio de la madrugada después de hacer cosas que luego no recordaba, generalmente eran investigaciones de ese hombre.
—¿Sigue teniendo?
—Ya no, por suerte, y espero que no vuelva a tener.
—¿Vio algún psicólogo?
—No ayudaría, los que nos atienden a nosotros son horribles solo por cómo somos, el último que vio fue el del orfanato y le dijo, básicamente, que su madre murió por su culpa.
—Ya veo. Él tiene mucho potencial, pero parece tan impulsivo.
—Lo es, Tiziano y yo lo conocimos porque nos salvó, aunque con Tiziano llegó bastante tarde, pero su impulsividad nos ayudó.
—Aún así tengo miedo que por eso mismo termine lastimado, se nota lo reservado que es.
—Yo creo que, más que reservado, está evitando lo que pasó, simplemente no quiere pensar en eso y se distrae con lo que tenga a su alcance.
—Eres muy observador. Dime, si algún día él termina herido de alguna forma, ¿Estarás ahí para ayudarlo?
—Se lo debo, eso es lo mínimo que puedo hacer.
—Prométeme que vas a hacer lo posible para evitar que su impulsividad heroicamente estúpida arruine su vida.
—Prometo intentarlo. Te preocupas mucho por él.
—Es solo que quisiera que alguien hubiese hecho esa promesa para mí.
—¿Cuánto tiempo de vida te queda?
—Qué delicado.
—Tus preguntas tampoco fueron simpáticas.
—Tienes razón —dice Lautaro entre pequeñas risas—. Bien, esta es mi última década de vida, moriré como por la mitad del 2040.
—Tu hija será casi una adulta. ¿Dónde está ahora?
—Mía tendrá tan solo 16 años, y perderá a su padre, debo prepararla para el mundo que le espera. Ahora está en un taller de danza, después se va a la casa de una amiga a dormir, entonces hoy puedo llegar tarde a casa.
—La amas bastante.
—¿Qué padre no lo haría? Es lo más importante de mi vida, no tengo nada más.
Nito no dice nada.
—¿Puedo preguntarte hace cuánto tienes a tu Demonio?
—Desde que tengo memoria.
—Vaya... Es horrible.
—Por favor, no me mires de esa forma, con lástima.
—... —Lautaro guarda unos segundos de silencio—. Está bien, sé que no eres débil.
Pasan varios minutos más y finalmente termina el descanso.
—¡Muy bien, chicos, mucho juego, de nuevo al entrenamiento, más vale que con esa misma energía aguanten otra media hora sin descanso de puro ejercicio de resistencia!
—¡Sí, señor! —responden Ariel y Tiziano llenos de energía y emoción.
—Tú también tienes potencial, Nito, ya verás que en unas clases más vas a levantar ese martillo —dice Lautaro para animarlo.
Nito se queda en silencio, apenas boquiabierto, observandolo mientras sus pupilas se dilatan un poco y sus ojos se abren más de lo normal.
—Gracias, señor.
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El Rol de la Muerte
General FictionEn un mundo sanando después de dos terribles guerras, cuatro jóvenes, Nito, Ariel, Tiziano y Lautaro, pertenecientes a una minoría despreciada de super humanos, deciden unirse por un propósito común y embarcarse en una peligrosa misión para investig...