Capítulo 27

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  Ariel sale disparado de la cueva atravesando el techo de la misma. Rápidamente reacciona y logra caer bien, quedando por el hecho de la cueva.
Adelante, sale Javier de una forma más tranquila.
  —¿Vos sos uno de esos que atraparon a Dylan? —pregunta Javier.
  —Sí —responde firmemente Ariel—. Y vos sos el siguiente.
Entonces salen dos manos de tierra de 2 metros y tratan de aplastar a Ariel, pero reacciona rápido y lo esquiva. Javier crea manos aún más grandes y numerosos. Todas esas manos colisionan con el techo y generan una onda expansiva por el impacto. Javier sale disparado pero tranquilamente crea un amortiguador con tierra que logra atraparlo y evitar el daño por la caída.
  —Supongo que sin ese Lautaro no son nada.
Javier baja al suelo y se limita a observar la cueva desde afuera esperando que Mateo salga victorioso.

  —Sólo somos tú y yo, Mateo —dice Antonio.
  —Estoy listo, señor.
  —Empieza tú, niño, quiero ver tu nivel.
Mateo lanza una avalancha de fuertes vientos sin rechistar. Antonio retrocede pero logra resistir el impacto y se mantiene firme en su posición. Apenas termina el ataque, Antonio chasquea sus dedos y envía una pequeña llamarada contenida directo a su enemigo. Mateo contiene la explosión con una bolsa de aire.
  —Sos bueno, eh —señala Antonio.
  —Me lo han dicho mucho. Por algo soy un miembro Élite.
  —Aún así me das pena, ¿Por qué estás metido en esto siendo tan joven?
  —No vine a hablar, señor.
Mateo sale disparado hacia Antonio y logra golpearlo con su puño envuelto en aire, para agrandar la zona de daño. Antonio cae, Mateo une sus manos envueltos en viento para rematar a su oponente. De repente, Antonio lanza un gancho desde abajo, envuelto en un pequeño fuego leve, pero suficiente para quemar la barbilla de Mateo.
Debido al impacto del golpe, Mateo cae, mareado, al suelo.
Antonio se sienta frente a Mateo, saca un cigarro y lo enciende con fuego de sus dedos. Le da una calada al cigarro y espera que su oponente recupere la compostura.
  —Se nota tu talento, muchacho. Una lástima que lo desperdicies en esto.
  —No necesito sermones, señor.
Mateo se levanta y recoje aire.
  —Habilidad Especial; Tipo Defensa: Impenetrable.
Una gruesa capa de aire envuelve a Mateo. Antonio, curioso, dispara con sus dedos una pequeña bala de fuego, que impacta con Mateo. Una vez que el humo se disipa, Antonio ve a su enemigo sin ningún rasguño.
  —Claro, "Impenetrable" —susurra Antonio—. Tu Habilidad Especial crea un campo de aire que evita que cualquier ataque te alcance, interesante.
Mateo ignora la charla y se lanza contra Antonio.

Javier espera pacientemente sentado en el suelo.
De pronto, se pone en pie al sentir algo o alguien moverse cerca de él.
  —Es algo que se mueve muy rápido... no... es alguien.
Entonces Ariel sale de los arbustos que los rodeaba y logra conectar un golpe directo en su cara.
  —Mierda... ¿Cómo seguís vivo? Te aplasté.
  —Soy más rápido de lo que pensás.
Ariel intenta conectar otro golpe pero Javier crea un escudo de tierra que lo protege.
Ariel se aleja por el dolor de su mano al golpear el escudo.
  —Ah, no sos tan resistente —se burla Javier.
  —¡Callate!
Ariel se dispara tan rápido como puede y conecta varios golpes, siguiendo las enseñanzas de Lautaro.
  —"Ataca sin parar, no dejes a tu enemigo pensar"
Javier pensaba en cómo responder, pero para cuando se le ocurría, Ariel atacaba de otra forma.
  —¡Basta! —grita Javier—. ¡Sos estresante!
Javier finalmente logra protegerse de un golpe y, sosteniendo el puño de Ariel, lo hunde en una gruesa capa de tierra, inmovilizándolo y dejando solamente su cabeza en el exterior.
  —Por fin —suspira Javier—, esa velocidad tuya es molesta.
  —¡Maldito! Si Lautaro estuviera acá, te haría trizas.
  —Oh, sí, conozco a ese Lautaro, destrozó a Dylan. Posiblemente me haría lo mismo a mí, es una ventaja suya tenerlo de su lado. Es imparable.
Ariel grita intentando liberarse.
  —¡Malditos! ¡Tú y tu gente! ¡Son todos unos idiotas! ¡Insensibles y desalmados! ¡Seguramente tu jefe sea el peor de todos!
Javier cambia repentinamente su expresión a uno furioso.
  —¡Cállate! ¡Vos no sabés nada de nuestro jefe! ¡Es el más benevolente de todos nosotros! !Él me salvó cuando era un niño!
  —¿Acaso te parece benevolente explotar todo un supermercado y secuestrar a un niño? ¡Maximo era como un hermano para mí!
  —¡Cállate! ¡Vos no sabés nada! ¡Todo es por una buena causa que jamás entenderías!
Javier alza su mano y Ariel es hundido hasta ser cubierto por completo.

El Rol de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora