—Buen día, princesa —dice la voz de Julio que pasa a través de un caño puesto en una blanca pared blindada—. Ya era hora de que despiertes, pasaron seis días que estuviste en una especie de coma debido a la alta cantidad de anestesia que te dimos.
Alejandro abre sus ojos y poco a poco va recuperando sus sentidos. Ve que está con una camisa de fuerza, con su cuerpo atado a una silla y un tubo que conecta un envase con su boca.
—¿Eh? —es lo único que dice.
—Usamos nuestras mejores tecnologías para arrebatarte tu poder de fuego, endurecimiento y el de regeneración. Muy costoso, por cierto. Y si vemos que intentas agrandarte, te dormiremos de nuevo. Con solo un botón ese tubo transportará la suficiente anestesia como para dormirte profundamente.
—¿Mamá? ¿Papá? —balbucea Alejandro.
—Dinos, ¿Qué sabes de William Torres y su organización, "La Sombra"?
—¿William? ¡William! ¡Déjenme ir, tenemos un trato!
—¿Qué trato?
—Él dijo que los callaría.
—¿Callar a quiénes?
—A las voces de mi cabeza, siempre están hablando, unos me dicen qué hacer, otros me quieren muerto. William dijo que los callaría, ¿dónde está?
—Murió hace un tiempo, lo lamento. Intentaremos ayudarte aquí.
Alejandro guarda silencio un momento y luego suelta un grito desgarrador. Comienza a agrandarse y Julio oprime el botón que anestesia a Alejandro, y lo duerme.
Julio le pregunta a un psicólogo y un psiquiatra qué opinan.
—Puede ser esquizofrenia o trastorno de identidad disociativo. Necesitaremos más sesiones para llegar a una conclusión.
Julio les agradece su ayuda y se retira de la prisión. Afuera se encuentra a Dylan y a Maximo, que lo estaban esperando.—Llegué a una zona alejada de la ciudad, en una granja rodeada de bastante verde. Héctor me llamó unos días antes para coordinar un encuentro allí. Llegué temprano y esperé impaciente a Héctor. Desde su última interacción, pensé mil y un formas de disculparme. "¿Será demasiada arrogancia disculparse? No arreglaría nada, lo que hice es irreparable" pensé.
Luego de varios minutos que se sintieron horas, Héctor llega.
Saluda con un ademán de mano y le devuelvo el saludo. Cuando estamos cara a cara, ambos nos quedamos en silencio, ¿qué podía decir? Estaba lleno de vergüenza. Hasta que él rompió el hielo.
—¿Cómo fue?
—¿Qué cosa? —me hice el tonto. Sabía perfectamente de qué hablaba.
—¿Cómo mataste a mi papá?
Sentí un nudo en la garganta, de esos nudos jodidamente difíciles de desatar.
No sabía qué responder. Mientras iba al punto de encuentro, pensé mucho en lo que iba a decir y cómo iba a hacerlo, pero cuando ya estaba allí, me quedé en blanco.
—¿Qué? ¿No te acordás? —pregunta. Se le estaba acabando la paciencia.
—No, no lo recuerdo muy bien. Son recuerdos borrosos.
—Borrosos y todo, ¿qué recordás?
Me quedé helado.
—Peleé con él. Lo vencí. Llegó un amigo a intentar detenerme. Tu papá me atacó por la espalda. Me enojé, tomé un pedazo de escombro bastante grueso y lo golpeé con él hasta matar...
Antes de que termine mi oración, recibí un fuerte golpe en la cara de parte de Héctor.
Caí. Antes de poder levantarme, volvió a golpearme. Ya en el piso, comenzó a patearme con mucha fuerza, hasta hacerme escupir sangre.
—¡Hijo de puta! ¡¿Cómo pudiste vivir tan tranquilo sabiendo lo que hiciste?! ¡¿Eh?!
"No es verdad" pensé. Tenía pesadillas en las noches pensando en eso, hasta que cuando emprendí mi viaje para ser más fuerte, me distraje lo suficiente como para dejar de tener esas pesadillas. Hasta que me enteré que Héctor es su hijo.
Yo me dejé golpear, no creía tener el derecho de defenderme. Maté a alguien. Una vida por otra vida, es lo justo, ¿no?
Pronto comencé a perder la consciencia, y sabía qué significaba eso. Si Héctor seguía golpeandome después de quedar inconsciente, despertaría mi Demonio y podría hasta matarlo. En la escuela me enseñaron lo que sucedió en el Delirio Colectivo, así que temía por Héctor. Intenté hablarle para que se detenga, pero no me escuchó. Poco a poco, mi mente se fue nublando, mis ojos se cerraron, y mi cuerpo dejó de responder.
Luego de eso, mis recuerdos son muy vagos: Héctor asustado, herido. Yo gruñendo como un lobo salvaje, una bestia. Recuperé la consciencia más o menos una hora después. Yo estaba en el piso, las hormigas subían por mi cuerpo. Me levanté y vi a Héctor desangrándose a unos metros de mí. Me asusté, "¿Yo hice eso?" Me pregunté.
Rápidamente lo tomé y fui tan rápido como pude al auto con el que llegué (auto de mi tío, por cierto). Aceleré y fui directo al hospital más cercano siguiendo las instrucciones del Google Maps. Al llegar, se lo llevan para hacerle estudios y demás cosas médicas que no entiendo para determinar si aún puede vivir. Estuve varias horas así, hasta que lo vi saliendo caminando de la sala de internación. Escuché a unos doctores hablar diciendo que no lo detenían porque era un Bendito, como yo. Al parecer, su poder era la regeneración.
Héctor, sin siquiera mirarme, salió del hospital y no lo volví a ver.
Ariel comienza a lagrimear y Nito se levanta y lo rodea con sus brazos, en completo silencio.
Ruf se levanta a buscar un té para calmarlo. Zira piensa qué decir.
—¿Volviste a tener esos trances?
Ariel asiente.
—Cuando me doy cuenta, ya estoy en un callejón acostado en la basura drogado hasta las venas. Le pedí a mi tío que no me de más plata así no la gasto en drogas, llevo limpio unos días, pero la abstinencia lo hace cada vez más difícil.
Nito lo suelta y lo mira directamente a los ojos.
—"Hablarlo lo hace más fácil" ¿no? Gracias por decirnos, sé que no fue sencillo.
Ariel comienza a brotar una lluvia de sus ojos, sin parar.
—¡Necesito —balbucea—, necesito ayuda! ¡No dejo de verlos, a mamá, Lautaro, Tiziano, todos están decepcionados de mí! ¿En qué momento me volví tan patético? ¡No puedo controlarlo!
Nito vuelve a abrazarlo. Ruf llega con el té, lo deja en la mesa y lo abraza también. Zira se acerca y se une al abrazo. Ariel llora, soltando todo lo que acumuló.
Unos días después, Román encuentra una psicóloga llamada Nadia, y un psiquiatra llamado Eugenio, médicos que aceptan tratar Benditos y que, además, tienen buena reputación en sus pacientes, en el Barrio Roma. Tras varias semanas de sesiones de prueba, decidieron internar a Ariel, debido a sus tendencias autodestructivas. Al principio, Ariel se negó, pero Nito y el resto lo convencieron de hacerlo, por su bien.
Antes de ser internado, Ariel recibe una llamada de parte de Fernando. Ariel contesta.
—¿Hola? —habla Fernando por la llamada.
—Hola.
—¡Ariel! Espero que estés bien. Escuchá, estaba revisando las cosas de papá para vender o tirar, ya que dentro de poco me voy a mudar, ya sabés, para no recordar a papá todo el día. Entre sus cosas encontré su diario, creí que querrías tenerlo. Pasame tu dirección así te lo mando.
Ariel, intrigado, decide esperar unos días para ser internado para recibir el diario y leerlo. Unos días después, el correo llega. Ariel abre rápidamente el diario y comienza a leer, y le sorprende lo que ve.
Cada página era un día. En la primera, habla de un conocido de Luis llamado William, ambos amigos de la infancia. Habla sobre un plan que William planea para hacer un golpe de estado de parte de los Benditos para que ellos tomen el control del país que tanto los oprimió. Cito: "pensé que era un plan tonto que no llegaría a nada, pero pronto, fue consiguiendo bastantes seguidores que apoyaban la causa". Luego de unos meses, ya eran casi 100 miembros de la organización que pronto se llamaría "La Sombra". Luis decidió apoyar a su amigo de la infancia pese a no tener poderes. Pasan los años y Luis tiene a sus primeros hijos, primero Ariel y luego a Fernando, luego de otros años, Luis decide dejar la organización para centrarse en sus familias, e incluso le contó a su esposa todo sobre La Sombra debido a que se emborrachó. Ella fue con la policía y trató de advertirles sobre su plan, pero no le dieron importancia. El diario narra que sabe que enviarán a alguien que calle a su esposa y, posiblemente, a su hijo. Por ello, Luis decidió huir a Ciudad de Lima con su otra familia, escapando de La Sombra. Pero unos años después, lo encontraron, y Luis lo supo porque reconoció a varios excompañeros de la organización que estaban vigilando su casa. El diario termina con una nota que decía: "se avecina una guerra de lo más aterrador".
Ariel, al terminar de leerlo, comienza a entender todo. Le da el diario a Nito para que se lo lleve a Julio, luego, va ese mismo día a ser internado.Terminando el año 2037, en noviembre, comienzan las campañas electorales para presidente, entre los candidatos, destaca uno de nombre Juan, quien busca la igualdad entre Benditos y personas normales, ganando gran apoyo por su carisma y genuina preocupación por su gente.
* * *
En un barrio lleno de maleantes, chorros, bandidos y mafias en la ciudad Libertad, una de estas mafias recibe un misterioso visitante encapuchado que pide hablar con su líder. Los subordinados lo llevaron con él, ya que confían en que su líder es imparable, ya que tiene comprada a la policía y es el mafioso más importante de la ciudad gracias a su gran fama y dinero. El hombre misterioso llega a él y se saca la capucha.
—¿Te acordás de mí, Pablo?
Pablo se sorprende.
—¿William? ¿El hijo de Carmelo?
William sonríe.
Antes de que Pablo o sus hombres reaccionen, William se prende fuego a sí mismo, llevándose consigo a todos los presentes y hasta la casa misma, causando un gran incendio. Entre el polvo de los cuerpos calsinados, se regenera William.
—Primer paso, completado.
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El Rol de la Muerte
General FictionEn un mundo sanando después de dos terribles guerras, cuatro jóvenes, Nito, Ariel, Tiziano y Lautaro, pertenecientes a una minoría despreciada de super humanos, deciden unirse por un propósito común y embarcarse en una peligrosa misión para investig...