Capitulo 18

1 0 0
                                    

  20 de diciembre, sábado.
En un supermercado abandonado, como todo su alrededor, se encuentra Zira en busca de recursos.
Toda la ciudad acabó en lamentables condiciones, vacío de gente y de animales incluso.
Toda Ciudad Esperanza se encuentra completamente devastada.
  Mientras Zira sigue buscando comida en buen estado, repentinamente ve a una persona controlada por el virus mental de Loki.
Zira se prepara para huir por el otro lado, pero aparecen más de esas personas, a los que bautizaron como zombis.
Ahora, rodeada, Zira guarda todo lo que consiguió en su mochila y salta por los estantes de comida y así logra dejar a los zombis atrás.
Apenas sale, Zira corre con toda su fuerza, ya que todos los zombis de la zona descubrieron su ubicación. Zira usa su poder de convertir cualquier objeto en armas blancas para deshacerse de los infectados que encuentra en su camino, evitando las mordeduras con acolchados pequeños puestos en sus brazos y piernas.
Zira ve una rampa poco ancha y la aprovecha para tomarlo como atajo, los zombis no son capaces de subirlo, entonces los deja atrás.
Zira va confiada hasta que aparece un infectado de gran tamaño que destruye el puente, haciéndola caer. Zira se recompone rápidamente y continúa huyendo, viendo cada vez más cerca el estadio.
Zira llega a la entrada del estadio y, con la llave de un candado que ella puso, entra y lo vuelve a cerrar.
El estadio es un lugar seguro porque los zombis no saben romper puertas.
Zira baja al subsuelo y deja la mochila al lado de un horno apagado y deteriorado.
  —¡Ya llegué, Ariel!
  —¡Qué bueno!
Zira se acerca a la habitación de done salió la voz de Ariel.
  —Veo que seguís con eso —señala el cuerpo de Lautaro—. ¿Qué más te falta probar? Ya intentaste prenderlo con el botón, con electricidad, conectándolo a la red. ¿Qué más te hace falta?
  —Sé que hay una forma. Me niego a creer que murió así como así, él es mucho más fuerte que esto. Primero mamá, después papá, Maximo, y ahora Lautaro. No sé dónde están Nito, Tiziano, Ruf, mi tío Román. Me niego a perder a alguien más. Y esta vez voy a ser fuerte y no entraré en ningún trance extraño.
Zira lo mira con compasión, y lo abraza para consolarlo, entonces Ariel rompe en llanto. Zira acaricia su cabeza y Ariel no deja de llorar cual cascada.

Zira se encuentra preparando la cena mientras Ariel, ahora más tranquilo, la ayuda.
  —Los zombis están desarrollando estrategias, hoy me emboscaron.
  —Eso da miedo. Están evolucionando para cazarnos.
  —Hay que movilizarnos, Ariel. Tarde o temprano nos van a acorralar. Y más aún con ese gigante.
  —No, no dejaré a Lautaro acá. Además, ¿A dónde iríamos? El país es un caos, ya ni siquiera tenemos conexión a internet o a la televisión.
  —Vamos a Ciudad Entre Ríos , allí están refugiando a los sobrevivientes, fue lo último que vimos cuando la tele aún era funcional.
  —Yo no recuerdo eso...
  —Ariel. —Zira lo fulmina con la mirada—. Tenemos que movernos, ya no estamos seguros. Y parece que pronto habrá tormenta, no podremos huir en la lluvia.
Entonces, a Ariel se le prende el foco.
  —¡Rayos! ¡Eso es! Quizá despierte si lo golpeamos con un rayo, podemos llevarlo al estadio, dejarlo en el suelo y encintarle pedazos de metal, así atraería un rayo que lo golpee y despertaría.
  —Ariel...
  —Por favor, solo déjame intentarlo. Si no funciona, me olvido de esto y vamos a la Ciudad Entre Ríos. Solo pido una oportunidad.
  —Zira suspira—. Bien. Solo una oportunidad.
  —Muchas gracias, sé que no fallará esta vez. Lautaro va despertar. Debe despertar. Necesitamos que despierte.
Zira asiente como muestra de aprobación y comienzan los preparativos para su plan. Luego de forrar a Lautaro con pedazos de metal, la lluvia inicia.
Zira y Ariel preparan el cuerpo para subirlo, pero antes de abrir la puerta al exterior del subsuelo, Zira siente que algo anda mal.
  —Hey, ¿Escuchaste eso?
  —Sí, ¿Qué es?
Entonces Zira se asoma un poco por la puerta y lo ve: la puerta al estadio abierta.
  —Mierda. —Zira sujeta fuertemente la puerta, la bloquea con un palo de escoba y sale corriendo, gritando—: ¡Ariel!
Ariel se acerca, sin entender qué sucede.
  —Los zombis se nos adelantaron, tienen una emboscada preparada allí. Rompieron la entrada y ahora están esperando que salgamos para comernos.
  —¿Cómo? —Ariel sujeta su cabeza con ambas manos—. ¿Son así de inteligentes ya?
  —Evolucionan.
Entonces escuchan la puerta siendo forzada a abrirse.
  —¡Rápido! —grita Zira—. ¡Hay que movernos! Salgamos por el otro lado y llevemos el cuerpo.
Ariel obedece y, con ayuda de Zira, cargan el cuerpo inerte del semidiós a una camilla y se encaminan pa rodear el subsuelo y salir al exterior por el otro lado.
Entonces escuchan una madera romperse.
  —Mierda. ¡Ariel, lleva tú el cuerpo, yo intentaré evitar que te alcancen!
  —¿Tú sola?
  —¡Solo muévete!
Ariel obedece y sigue su camino.
Zira toma objetos resistentes de la cocina y los convierte en espadas, con lo que acaba con varios zombis al cortarle la cabeza.
Ariel llega a la puerta, pero debe cargar el pesado cuerpo de Lautaro por las escaleras.
Zira continúa sobreviviendo contra la oleada de zombis que tiene en frente. Para su suerte, ningún infectado parece ser un Bendito.
Zira acaba con el último que quedaba en pie, y se prepara para ir donde Ariel, cuando repentinamente siente el piso temblar, se da la vuelta y descubre un homúnculo robusto hecho de partes de zombis.
Zira intenta plantarle cara y se lanza contra él, pero es derribada a un costado de un solo codazo del monstruo.
Ariel va por la mitad de su camino en las escaleras.
Zira se recompone y esta vez logra apuñalar el brazo de la criatura, pero sana rápidamente por estar uniéndose a los restos de los zombis normales que Zira venció hace unos momentos.
Ariel finalmente llega a la cima de las escaleras y abre la puerta al exterior, llevando el cuerpo de Lautaro. Ariel lo deja en el suelo y, al escuchar la pelea del homúnculo con Zira, va para ayudarla.
Zira tiembla del dolor que le causó el monstruo con cada golpe. Entonces, Ariel llega rápidamente y desvía la atención de la criatura a él.
La bestia cae y va a atacar al peliazul. Ariel usa su supervelocidad y esquiva cada golpe de la criatura, contraataca con un gancho directo al estómago del homúnculo que no logra surtir efecto alguno, entonces Ariel finalmente recibe un golpe de lleno que lo manda a volar hasta el exterior del subsuelo, al estadio. Allí, Ariel ve que aparece el infectado gigante y se acerca al estadio.
  —Ahora no... Maldición.
Ariel se pone en pie y trata de evitar que el gigante se acerca más, pero nada funciona, es demasiado grande. El infectado se acerca hasta el borde del estadio y lentamente estira su brazo para tomar a Lautaro y devorarlo. Ariel grita desesperadamente:
  —¡No, detente! ¡No lo hagas!
Zira ve la escena mientras sigue evitando cada golpe del homúnculo.
Cuando el gigante está por tomar a Lautaro, cae un rayo sobre él. Pero no reacciona, entonces el infectado lo agarra y se lo mete en la boca.
  —No... No puede ser —se lamenta Ariel.
Zira ve la escena y rodea al homúnculo para salir del subsuelo, cierra la puerta para ganar tiempo y corre hacia Ariel.
  —¡Vamos, tenemos que correr!
Ariel, aún en shock, obedece y se pone de pie para correr, no tienen mucho tiempo ni están seguros ahí.
Entonces se escucha algo de dentro el gigante, y su pecho comienza a brillar hasta llegar a la cabeza, donde cae un rayo que lo destruye, acabando con él.
Del humo que causó el rayo, emerge una figura que hace que Ariel casi llore de la alegría: es Lautaro, consciente. Vivo.
Aún sin entender la situación, Lautaro ve al homúnculo a punto de atacar a Ariel y a Zira y se lanza contra él para evitarlo, comenzando una pelea igualada.
Lautaro intenta aplastar al homúnculo, pero de un codazo al hombro, la bestia se libera y vuelve a atacar con un gancho, pero Lautaro rápidamente vuelve a su posición de combate y golpea con un uppercut directo a la barbilla de la criatura.
Lautaro recibe otro golpe en el pecho y luego otro más en el hombro, quedando acorralado contra la pared por el monstruo. Entonces, Lautaro convoca un rayo que cae por encima de ambos, momento de confusión para el homúnculo que Lautaro aprovecha y arranca la cabeza de la criatura, acabando con ella finalmente.
Lautaro deja caer el cuerpo y mira fijamente a Ariel y a Zira.
  —¿Qué pasó?

El Rol de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora