4:32 AM, Román aparca el auto frente su hogar, baja de él junto a Ariel, entran a la casa y, sin decir una palabra, Ariel se va directamente a su habitación, sin siquiera poder levantar la cabeza para un simple deseo de buenas noches a su tío ni para verlo a los ojos.
Su mente es un caos, está enojado, avergonzado, triste, confundido, negado, frustrado, asustado, un revoltijo de emociones que no puede controlar. En su habitación miró un viejo cuadro encima de su escritorio que contiene una vieja foto con sus padres, mantuvo la mirada fija varios minutos hasta que acabó por romperlo de un golpe en un ataque de ira, su mano comenzó a sangrar por pequeños pedazos de vidrio que quedaron incrustados en él, pero Ariel ignoró eso y se recostó bruscamente en su cama, intentó dormir pero no pudo y se quedó viendo el techo, casi sin pestañear.
5:43 AM, Ariel seguía despierto y en la misma posición, pero decidió sentarse a seguir mirando a la nada, pero esta vez la nada era el suelo y no el techo, allí vio nuevamente la foto, principalmente a su padre, Ariel volvió a perder la compostura y tomó la foto para quemarlo, buscó por toda su habitación un mechero, fósforo o cualquier cosa que sirva para quemarlo allí mismo, sus ojos se volvieron llorosos en el proceso de su búsqueda, vació su armario, su escritorio, la parte de abajo de sus muebles, incluso quitó el colchón de su cama para buscar debajo de éste. Su habitación es un desastre.
Ariel no encontró nada, entonces se sentó en su cama sin colchón y cubrió sus ojos para evitar que las lágrimas sigan saliendo más de lo que ya habían hecho. Un poco más calmado, tomó la foto y nuevamente la miró sin pestañear, su mirada llena de rencor y su ceño fruncido mostraban ira, su nariz roja y mejillas llenas de lágrimas mostraban tristeza.
Ariel intenta romper la foto con sus propias manos, pero no puede terminar el movimiento para hacerlo, se queda estancado en la posición de preparación. En ese momento, entra Maximo a la habitación y se acerca a Ariel, sube con él a su cama vacía y se recuesta apoyándose en él como si fuese una almohada, Ariel cierra sus ojos, deja caer la foto, intacta, y abraza fuertemente a Maximo mientras las lágrimas nuevamente salen de sus ojos, acompañadas de una voz quebrada que se pregunta "¿Por qué? No es justo", hasta finalmente caer dormido.
Román, quién estuvo al otro lado de la puerta todo ese tiempo, coloca las manos sobre su cabeza en señal de frustración. —Mierda, creo que no sirvo como padre —, susurra para sí mismo.16:44, Ariel despierta, Maximo sigue a su lado, eso le da algo de consuelo, se levanta y nuevamente ve la foto de sus padres, pero no hace nada, lo deja tirado y sale de su desastrosa habitación, su mano ya sanó de los cortes del vidrio, en la cocina encuentra a Román, durmiendo en el sofá con la tele prendida, Ariel entiende que su tío faltó al trabajo por él y seguramente no durmió nada, pero apenas se acercó a la heladera para comer algo, Román despierta y le pregunta:
—Hey, buen día, ¿Cómo estás?
—Buenas tardes más bien, y mal, estoy mal, ¿Por qué? —Ariel sabe que mentir es inútil, sus ojos están rojos.
—¿Quieres hablar de lo que pasó anoche?
—No hay muchas opciones.
—Sí o no, me parecen bastantes.
—Puede ser, ¿Qué pasa si digo que no?
—Nada en particular, no soy ningún psicoanalista para saber cómo sacarte información.
—¿Psicología inversa?
—Quizás, aún estoy aprendiendo.
—Suerte —finaliza Ariel la conversación. Toma algunas sobras de comida y se vuelve a su habitación.
—Dios, ¿Qué pasó en esa reunión? —se pregunta Román, frustrado por la distancia que tomó su sobrino en un solo día.
Pasan unas horas, 21:22, alguien llama a la puerta y Román abre.
—Gracias por venir y perdón por molestarte, no sabía a quién más llamar y como habla tanto de ti... —dice apenas abre.
—Está bien, es un gusto que confíe en mí —responde Lautaro.
—Por favor, no me trates de usted, apenas tengo 36 y solo eres 3 años más joven, adelante, entra como si estuvieses en casa, los dejaré a solas para que puedan hablar tranquilamente, pero luego hazme el favor de aunque sea decirme si estará bien, que él me cuente la historia completa después.
Lautaro asiente y entra, pasa por la cocina y una vez frente la habitación de Ariel, Román se va a la sala para darles privacidad. Lautaro llama a la puerta y Ariel le deja pasar una vez que escucha su voz.
—Hey, tanto tiempo, ¿Qué te trae por acá? —dice Ariel desde su cama, ahora con colchón aunque mal acomodado.
—Bueno... —Lautaro observa rápidamente la habitación, algo sorprendido—, el universo, digamos.
—¿Mercurio retrógrado y esas cosas?
—Esto es serio, Ariel —dice Lautaro de forma autoritaria.
Ariel guarda silencio unos segundos y se levanta para sentarse, Maximo estaba a un lado de la cama, en el suelo, aparentemente dormido. Ariel sigue en silencio.
—¿Te llamó mi tío? —pregunta.
—Sí, cree que yo puedo ayudarte —responde Lautaro.
—¿A qué, exactamente?
—A saber qué pasó ayer, te fuiste a la tarde de tu casa a una reunión de la que debías volver antes de que el sol se oculte y apareces en medio de la madrugada en otra ciudad completamente solo y destrozado, tu tío está preocupado, y como él no es un Bendito, supongo que es normal que sienta cierta lejanía contigo y que gente como yo, "como tú", es mucho más cercana.
—Supongo que tiene sentido.
—¿Vas a hablar? Yo también estoy preocupado, la verdad.
—Mi papá pasó, el muy desgraciado resulta que toda mi vida tuvo otra familia en otra ciudad y cuando murió mamá prefirió ir con ellos a estar conmigo, y resulta que el señorito desapareció de nuevo, seguramente se fue con una tercera familia.
—¿Desapareció de nuevo?
—Sí, el muy inútil se ve que no sirve para estar presente, o lo mató alguna mafia, los últimos días que lo vieron fue bastante parecido a cuando desapareció de mi vida, ojalá no haya sido eso, quiero golpearlo yo mismo.
—Qué rencoroso.
—¡Es lo mínimo, ese maldito me dejó tirado, ni siquiera una puta carta de despedida, prefiero mil veces un "me voy con otra familia, pero te mando dinero desde esta otra ciudad" a que literalmente se haga el muerto en mi vida! Sé que está vivo, y yo mismo voy a desfigurar su maldita cara.
Lautaro miró fijamente a Ariel, buscando las palabras adecuadas.
—Detállame más cómo fue que dijeron que fue la última que lo vieron, ¿Su segunda familia está bien?
—Sí, su esposa e hijo están bien, supongo. Y la noche antes que desaparezca él estaba nervioso, recibió una llamada rara y estuvo muy cariñoso, lo mismo que me hizo a mí.
—Está muerto, Ariel.
—¿Qué?
—Piensa, si desapareció y fue con otra familia, ¿No crees que fue amenazado o algo? De ahí esa llamada la noche antes que tu madre fue atacada.
—Pero...
—Escapó una vez porque priorizaron a su familia, esta vez, su nueva esposa está viva, sana y salva, entonces fueron a por él directamente, no habrá tenido oportunidad de escapar como la tuvo hace cinco años, está muerto.
Las palabras de Lautaro comenzaron a convencer a Ariel, quién se quedó mucho tiempo en silencio, pensando, su mente comenzó a divagar y a atar cabos sueltos, acomodando lo que Lautaro dijo para darle sentido a todo. Lautaro también guarda silencio, pero se acerca a Ariel y le da un fuerte abrazo.
—Tomate tu tiempo para pensar, tienes mucho que procesar, cualquier cosa puedes llamarme a mí o a cualquiera de tus amigos, tienes muchos.
Ariel no responde.
Lautaro mantiene el abrazo.
Pocos minutos después, Lautaro sale de la habitación y se dirige a la sala para hablar con Román.
—Sé que escuchaste todo, estas paredes no son buenas aislando sonidos y por momentos vi tu sombra detrás de la puerta —dice Lautaro.
—Sí perdón por mentir con eso de la privacidad, quiero ayudarlo yo también —responde Román.
—Te entiendo, de padre a padre, sé que criar es difícil, mi hija está entrando en la adolescencia también, en unos años pasaré por cosas así seguramente.
—Es difícil la adolescencia vista desde el exterior, ¿No? Intentar entenderlos es imposible.
—A veces con estar alcanza, te aseguro que él estaría mucho peor si fueses ausente, seguramente nunca lo dice pero aprecia mucho que te preocupes tanto, eres bueno.
—Es lindo oír eso. —Román suelta un suspiro de alivio mientras relaja un poco su cuerpo—. ¿Entonces mi hermano está muerto?
—No lo sé, no le digas esto pero eso fue una mentira, no tengo idea qué pudo haberle pasado a Luís, no lo conocí, simplemente dije algo que podría evitar que se obsesione con el tema y deje de comer, salir, y de ser humano, básicamente, como pasó con Sebastián.
—Ese maldito, no me lo recuerdes.
—Si fue así con el asesino de su madre a los 10 años, imagínate ahora, a los 15, con su propio padre, dejará de ser él para ser un Sherlock Holmes autodestructivo, todavía es muy joven para estas situaciones, no quiero que haga algo de lo que se arrepienta.
—¿Sabes? Al principio tú y ese Nito y Tiziano no me agradaban, creía que iban a ser esos típicos malandros mala influencia para Ariel, pero ahora me alegro mucho que estén con él —Román comienza a sonreír de forma melancólica—, es lindo que tenga gente que lo entienda más que yo, sé que no está solo y eso me tranquiliza, especialmente porque son Benditos como él, nadie mejor para entenderlo.
—Ven, te diré un secreto —dice Lautaro mientras hace una seña de acercamiento con los dedos y susurra al oído de Román—, yo no soy un Bendito realmente.
—¿Qué?
—Es complicado, pero vamos a resumirlo, ¿Eres ateo?
—Sí, personalmente me parece más lógico el bing bang y eso.
—Bueno, no seas tan escéptico respecto a lo divino.
Román mira asombrado a Lautaro con mil preguntas para hacer, pero antes de formular una, él lo interrumpe.
—Es tarde, debo irme, mi hija debe estar esperándome en casa para la cena, un placer, Román. —Lautaro se pone en pie y se dirige a la puerta—. Nos veremos en otra ocasión, cualquier cosa tienes el número de Nito y Tiziano si lo necesitas, cuídate. —Sale de la casa, dejando a Román con todas sus preguntas en la boca.
—Vaya —es lo único que puede decir una vez Lautaro deja la casa.
Ariel, en su cuarto, con ayuda de Maximo comienza a reacomodar todo, amontona las cosas en su armario de nuevo, coloca su colchón correctamente en su cama, organiza su escritorio como antes, pero a la hora de ocupar el espacio que antes pertenecía a la foto con sus padres, Ariel busca, ahora tranquilo, unas tijeras que lleva a la escuela y recorta a su padre de la imagen, toma el cuadro y coloca allí la fotografía, ahora recortada solo con él y su madre, usa cinta transparente para reparar un poco el vidrio del cuadro y lo coloca en su lugar correspondiente.
Más tarde, una vez toda su habitación vuelve a la normalidad, agarra el pedazo de su padre de la foto y se dirige a la cocina, Maximo lo sigue justo detrás, Ariel enciende una hornalla de la cocina y con ese fuego quema la foto de su padre, apaga la hornalla y se sienta en el sofá, en silencio, sintiendo algo de culpa por lo que hizo, pero a la vez satisfacción. "¿Seré capaz de dejarlo atrás?" Debate en su mente, hasta que, sin darse cuenta, las lágrimas volvieron a correr por sus mejillas, y Maximo está abrazándolo de vuelta, y están en el piso, y ya han pasado horas, y los ojos de Ariel están rojos por haber llorado demasiado, y no ha dormido nada, y ya está amaneciendo, y ya es sábado, y en frente de él hay una carta recién escrita que él no recordaba haber escrito, y la carta es una imitación hecha por él de su padre, una carta que él desea que Luís hubiese escrito, y estaba titulada como; "La carta que nunca llegó":
Perdón, hijo mío, debo marchar.
Perdón, querido, debo migrar.
Sé que no expliqué,
sé que no está bien,
pero un día entenderás.
Un día comprenderás.
Un día me verás regresar.
Un día me volverás a abrazar.
Pero por ahora, un 'adiós' bastará.
Por ahora, un 'chau' alcanzará.
Por ahora, una carta, espero, te llegará.
- Atte: Papá.
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El Rol de la Muerte
General FictionEn un mundo sanando después de dos terribles guerras, cuatro jóvenes, Nito, Ariel, Tiziano y Lautaro, pertenecientes a una minoría despreciada de super humanos, deciden unirse por un propósito común y embarcarse en una peligrosa misión para investig...