Tras unas vacaciones era momento de volver a la vida normal, a su realidad del día a día donde se levantaba temprano por la mañana un domingo a hacer kimchi con su madre.
—Ven siéntate, la col se ve muy bien —la señora escurría el agua de la col para continuar con su proceso— estoy segura que este será especial.
—Tienes razón, supongo que tendremos que hacer más de lo habitual —después de lavar sus manos mezclaba los ingredientes necesarios.
—Tienes razón, Buddha tiene un gran apetito, me pregunto si le gustará la comida picante.
—Picante... no estoy segura.
Pasaban las primeras horas de la mañana preparando la ración de la semana, se tomaba ese tiempo para hablar de problemas que ocurrían en el trabajo o para pensar en qué ocurriría esa semana.
—Tengo mucha hambre —el rubio consiguió una banca para sentarse a su lado, no sin antes llevarse consigo la mermelada de frutas y un trozo de pan— ¿Por qué no puedo comerme sólo la mermelada?
—Porque si sigue así le van a salir caries —en los dos días que llevaba en la casa había recibido varias reprimendas por negarse a comer cosas que no fueran dulces— Kyomi, dale de probar el kimchi haber si le gusta.
—Abre grande —colocando un poco de la mezcla en la boca del oji azul, este probaba sin quejarse cualquier cosa que le diera la castaña— ¿Qué tal?
—Pica, pero está delicioso —de nuevo su rostro parecía el de una ardilla— pensé que tu familia era de Japón, esta es una receta coreana.
La historia de la familia Mochizuki era de otra pareja donde una chica había conocido el amor en un intercambio durante sus años en la universidad desde Corea a Japón.
Terminó enamorada de un fotógrafo en una de las visitas a lugares turísticos que frecuentaba pues quería conservar los recuerdos de su paso por aquellos bellos paisajes.
Lo que empezó con un simple saludo y una primera cita en un puesto de mochis se convirtió en el inicio de un bello romance que perdura hasta el día de hoy.
Iniciando la semana, muy temprano Kyomi puso en orden sus cosas para retomar su trabajo de maestra en un jardín infantil.
Le encantaban los niños y ese trabajo encajaba muy bien con ella. Los niños de su salón adoraban a su maestra y cada uno esperaba ansioso su llegada después de las vacaciones.
Por la hora en la que se despertó no pudo decirle a Buddha dónde estaba aunque había dejado una nota para que no se asustara al momento de despertar y no encontrarla.
Con un poco de tiempo de sobra prepara una receta simple de panqueques que llevaba para el desayuno con los niños y para el resto de su familia.
—Gracias hija —su padre acostumbraba tomar el té a su partida— será una grata sorpresa.
—De nada, ya debo irme —toma sus cosas olvidando algo importante— asegúrate que se coman todo porfavor.
Odiaba correr por las mañanas, su estado físico no era él mejor cuando debía apresurarse, por eso siempre llevaba una lista de cosas por hacer y salía con tiempo de casa.
Olvidó lo difíciles que se podían poner las calles cuando los niños retornan a clases y el tiempo de espera hasta llegar a su destino.
Sentada en el bus escuchaba una canción que pudo recordarle dos cosas. La primera que en su momento no debió pensar en Masato cada vez que la escuchaba y la segunda, que esta tendría un nuevo significado al pensar en quién siempre tuvo en su corazon.
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Selenofilia
FanficUn viaje de miles de años llega a su fin al encontrar un amor perdido. Ambos se embarcan en un viaje para garantizar que su amor no sea olvidado en el tiempo. Al mismo tiempo una batalla que busca ayudar a la humanidad a seguir con vida por los próx...